Miguel García Medina
Robert Oppenheimer, la mente que dirigió la construcción de la bomba atómica que destruyó Hiroshima y Nagasaki, pisó suelo peruano el 23 de febrero de 1964. Acusado de comunista y vigilado por agentes del FBI, que lo acompañaron hasta Lima, el notable físico arribó para disertar en la Conferencia Interamericana de Consejos Universitarios. El hombre que alguna vez confesó al presidente Truman: “Siento las manos manchadas de sangre”, era alto, delgado y de cabello cano.
El profesor se mostró cauto pero cordial al declarar a la prensa en el Aeropuerto Internacional Lima-Callao. Consultado sobre el siniestro artefacto manifestó que “la Bomba Atómica fue confeccionada para evitar la repetición de la guerra mundial”. Asimismo, contó que “en el momento de armar la Bomba sabíamos sobre su aplicación: evitar la victoria de las fuerzas del Eje, el recrudecimiento de la conflagración mundial y la repetición de una nueva guerra en el futuro”. El hombre de ciencia, nacido en 1904 en Nueva York, solicitó expresamente a nuestro reportero: “Le ruego no modifique esta declaración”.
Lo cierto es que la Alemania Nazi se rindió y la mortífera arma fue utilizada finalmente contra los japoneses. El profesor Oppenheimer llegó acompañado de su esposa, con la que posteriormente visitó al presidente Fernando Belaunde Terry.
El notable físico, que ejercía el cargo de presidente del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Princeton, expresó que el grupo científico que dirige realiza estudios teóricos sobre la materia y la energía, y que el objetivo de sus investigaciones en los últimos años es hallar la relación existente entre las partículas elementales del núcleo central del átomo y la fuerza de atracción de la masa.
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El Proyecto Manhattan
Se trató de un plan estratégico y secreto diseñado por el gobierno de los Estados Unidos con el objetivo de desarrollar la primera Bomba Atómica. Oppenheimer, quien comandó un selecto grupo de eminencias científicas, tuvo su contraparte militar en el general Leslie Groves. Los físicos fueron trasladados a un gigantesco campamento en el desierto de Nuevo México, aislados del mundo, pero estrictamente supervisados por los sistemas de seguridad estadounidenses.
Oppenheimer: “Las armas serán abolidas”
En 1962 ocurrió la anterior visita del profesor Oppenheimer a nuestro país. Fue recibido en ese entonces por el ingeniero Mario Samamé Boggio, rector de la Universidad Nacional de Ingeniería, y declaró sentirse “muy satisfecho de venir al Perú por primera vez y que deseaba que no fuera su última visita”.
Al día siguiente “Oppie” afirmó que “los hombres de ciencia deben llevar a cabo una tarea de colaboración y no predecir conflagraciones, sino unirse para evitarlas”. ¿Concibe usted el pacifismo en un mundo tan armado como el de hoy?, se le preguntó. “Es una idea generalmente aceptada en mi país que el armamentismo es peligroso, mortal y hasta degradante, pero personalmente creo que en el futuro las armas serán abolidas, como lo fue en su oportunidad histórica la esclavitud”.
Interrogado sobre los usos de la energía atómica contestó: “Es una fuente suplementaria de la fuerza producida por otros medios como el agua, el carbón y el petróleo, y su utilización demanda un considerable desarrollo tecnológico”. Agregó que llegará un momento en que será más conveniente utilizar la energía atómica como fuente generadora de fuerza.