El grupo Estado Islámico se atribuyó una serie de ataques con explosivos contra combatientes del Talibán en el este de Afganistán, lo que incrementa la posibilidad de un conflicto a mayor escala entre el nuevo gobierno talibán y sus añejos rivales.
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Una serie de explosiones impactaron vehículos talibanes en la ciudad de Jalalabad durante el fin de semana, matando a ocho personas, entre ellas combatientes del Talibán. El lunes se registraron otras tres detonaciones en la ciudad, y según reportes no confirmados, habría más víctimas del Talibán.
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El Talibán está bajo presión para contener a los extremistas del EI, en parte para cumplir su promesa con la comunidad internacional de que evitarán los ataques terroristas desde territorio afgano. También existe cierta expectativa generalizada entre los afganos de que los nuevos gobernantes al menos restauren cierto grado de seguridad pública, a pesar de los temores y recelo en torno al Talibán.
“Pensamos que ya que el Talibán ascendió, vendría la paz”, dijo Feda Mohammad, hermano de un conductor de 18 años que murió en las explosiones del domingo junto con su primo de 10 años.
“Pero no hay paz, no hay seguridad. Sólo se escuchan noticias de explosiones que mataron a no sé cuántos”, dijo Mohammad desde la casa de su familia, en donde se reunieron con vecinos para una ceremonia luctuosa en la que bebían té negro y recitaban pasajes del Corán.
Los más recientes ataques de EI se produjeron en momentos en que el Talibán se enfrenta a la complicada tarea de gobernar a un país destrozado luego de cuatro décadas de guerra. La economía va en picada, el sistema de salud está al borde del colapso y miles de miembros de la élite educada del país han huido. Los grupos de ayuda internacional pronostican que la sequía, el hambre y la pobreza empeorarán en Afganistán.
“Nuestro sufrimiento llegó a su punto más alto”, dijo Abdullah, encargado de una tienda en Jalalabad.
“La gente no tiene empleo, las personas venden sus alfombras para comprar harina... y sigue habiendo explosiones y (el grupo Estado Islámico) se atribuye ataques”, dijo Abdullah, quien al igual que muchos afganos se identifica con un solo nombre.
Los estallidos del fin de semana fungieron como recordatorio de la amenaza de los extremistas. Hace apenas unas semanas, mientras las tropas estadounidenses y de otros países completaban su retirada y las evacuaciones del país, combatientes de ISIS realizaron un ataque suicida en el aeropuerto internacional de Kabul, en uno de los atentados más letales que se hayan registrado en el país en varios años. Las explosiones cobraron la vida de 169 afganos y 13 militares estadounidenses.
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