Decenas de miles de taiwaneses asistieron el viernes por la noche a los últimos mítines de campaña, en la víspera de unas presidenciales cruciales celebradas bajo la sombra de una China cada vez más beligerante hacia esta isla de gobierno autónomo.
Tres hombres se disputan la presidencia en esta votación a una sola vuelta: el vicepresidente saliente Lai Ching-te, del Partido Progresista Democrático (PPD); el expolicía Hou Yu-ih, del Kuomintang (KMT); y el líder del pequeño Partido Popular de Taiwán (PPT), Ko Wen-je.
“Queremos paz, no guerra”, proclamaban los coloridos carteles que blandían seguidores en el mitin de Hou Yu-ih.
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El territorio de 23 millones de habitantes, situado a solo 180 km de la costa china y cuya soberanía reivindica Pekín, está considerado como un modelo de democracia en Asia.
Taiwán y China continental están gobernados separadamente desde el fin de la guerra civil china en 1949, cuando los comunistas se hicieron con el poder en Pekín y los nacionalistas huyeron a esta isla e impusieron una autocracia que mutó en democracia en los años 1990.
El jueves, China describió al favorito de estas elecciones, Lai, como “un grave peligro” por su postura en defensa de la independencia de la isla. Y el viernes el ejército chino prometió “aplastar” los intentos de “independencia” de Taiwán.
“Esta elección despierta un interés más alto, especialmente porque el contexto geopolítico de la región ha evolucionado significativamente desde las últimas elecciones de 2020, sobre todo en cuanto a coacción militar, política e informativa de China hacia Taiwán”, explica a la AFP Marc Julienne, responsable sobre China en el Instituto Francés de Relaciones Internacionales.
“El triángulo China/Estados Unidos/Taiwán es cada vez más tenso”, añade este experto.
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Estado soberano
El estatus de Taiwán es uno de los asuntos más espinosos de la rivalidad entre China y Estados Unidos, principal respaldo militar del territorio.
Estados Unidos considera que “corresponde a los electores de Taiwán decidir su próximo dirigente libremente y sin injerencia externa”, declaró el portavoz del Departamento de Estado, Vedant Patel.
Toda la semana, Pekín acentuó su presión diplomática y militar sobre Taiwán. El jueves, el Ministerio de Defensa de Taipéi detectó cinco globos, diez aviones y seis buques de guerra chinos alrededor de la isla.
Estados Unidos instó a China a evitar “más presión militar o acciones coercitivas” tras los resultados.
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Pero Pekín consideró que Washington debe “abstenerse de intervenir en las elecciones en la región de Taiwán (...) para evitar dañar gravemente las relaciones sino-estadounidenses”.
Los candidatos intensificaron su campaña en la última semana: visitaron templos y mercados, celebranon multitud de mitines y atendieron a medios internacionales que siguen de cerca la elección.
El favorito en los sondeos es Lai Ching-te, delfín de la presidenta saliente, Tsai Ing-wen, cuyo partido PPD considera que Taiwán ya es de facto un Estado independiente.
Enfrente se sitúa el KMT, que promueve un acercamiento con China continental.
“Taiwán es un Estado soberano e independiente”, dice una votante de 48 años, Monica, simpatizante de Lai. “Taiwán no pertenece a China”, ahonda otra electora, Sylvia, de 31 años. “En los hechos ya somos independientes”, insiste.
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Acción militar
Desde 2016, Pekín cortó las comunicaciones de alto nivel con Taipéi en protesta por la elección de la presidenta Tsai Ing-wen.
“China teme que una administración del PPD reelegida bajo la tutela de Lai se pronuncie a favor de la independencia formal de Taiwán, una medida que Pekín amenaza con evitar mediante una acción militar”, señala James Crabtree, experto del Consejo Europeo de Relaciones Internacionales.
El martes, Lai denunció nuevamente las injerencias chinas “por todos los medios”, incluida “la intimidación política y militar”.
En campaña, prometió mantener el diálogo con el poder comunista, pero dijo que no aceptará el principio de “una sola China” defendido por Pekín, según el cual Taiwán es un territorio propio del que espera recuperar el control.
“Aceptar el principio chino de ‘una sola China’ no es una paz verdadera. Paz sin soberanía (...) es una falsa paz”, afirmó.
Aunque partidarios de mejorar el diálogo, los otros candidatos taiwaneses se oponen a la unificación que desea el presidente chino, Xi Jinping, quien no renuncia a usar la fuerza para conseguirlo.
“Queremos expresar a China nuestro deseo de comunicarnos” pero “queremos preservar nuestra democracia, nuestra libertad y nuestro modo de vida”, dijo el jueves Ko.
“Piense lo que piense China, lo que quiere la opinión pública de Taiwán que hagamos es mantener el statu quo”, señaló Hou.
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