La Haya. La otrora icono de la paz y de la democracia birmana, Aung San Suu Kyi, llegó el martes a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya para defender a su país, acusado de “genocidio” contra los rohingyás.
Vestida con una túnica tradicional birmana, la premio Nobel de la Paz de 1991 salió del vehículo rápidamente sin dirigirse a la prensa. Gambia, en nombre de los 57 Estados miembros de la Organización de la Cooperación Islámica, inició una acción judicial contra el país del sureste asiático por "actos de genocidio" ante la CIJ.
Muchos de los rohingyás refugiados en Bangladesh esperan que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya haga justicia y reconozca, en la vista que comienza este martes, el presunto genocidio que el Ejército de Birmania (Myanmar) cometió contra esta minoría en 2016 y 2017.
La Corte inicia esta semana, entre el 10 y el 12 de diciembre, las audiencias del caso, después de que Gambia, un país de mayoría musulmana, al igual que la minoría rohingyá, presentara el pasado 11 de noviembre una denuncia contra Birmania por presunto genocidio y limpieza étnica, los crímenes internacionales más graves.
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Deseando volver
Mientras, en los campos de refugiados de la minoría en Bangladesh, los líderes rohingyás confían en que la CIJ contribuya a poner fin al sufrimiento de los que continúan en Birmania y permita regresar a los que salieron del país.
“Somos conscientes del juicio (en la CIJ), pero el problema sigue siendo que nuestra gente está sufriendo en Birmania, ya que han sido torturados duramente por los militares. Espero que el veredicto nos sea favorable”, dijo a Efe Mohammad Jubair, uno de los responsables de la Sociedad Rohingyá yá Arakan para la Paz y los Derechos Humanos.
“Si obtenemos justicia del tribunal, entonces volveremos a nuestro país”, aseveró Jubair.
Un deseo que comparte otro líder de la organización, Moulavi Abu Tayeb.
“Escuchamos que hay una causa en marcha contra nuestro país y Aung San Suu Kyi en un país extranjero. Escuchamos que se discutirá sobre nosotros. Esperamos conseguir justicia y rezamos a Dios por ello”, afirmó Tayeb.
Cerca de 900.000 rohingyás viven en campamentos de refugiados en el sureste de Bangladesh, entre ellos los alrededor de 745.000 -entre ellos más de 400.000 niños- que huyeron del estallido de violencia en Birmania el 25 de agosto de 2017, al que había precedido otro periodo de represión tras el 9 de octubre de 2016.
En ambos casos se produjo un operativo militar orquestado por el Ejército birmano en respuesta a presuntos ataques de un grupo insurgente rohingyá contra puestos policiales y fronterizos.
Una misión de investigación de la ONU vio en el operativo militar de 2017 un ejemplo de limpieza étnica y un posible genocidio.
Desde entonces han fracasado dos intentos de repatriar a los rohingyá, que se negaron a regresar a Birmania hasta que se les garantizara su seguridad y la ciudadanía birmana.
El Gobierno birmano, que no los reconoce como minoría, los califica de inmigrantes ilegales procedentes del vecino Bangladesh y les niega la ciudadanía.
Fuente: AFP / EFE