El obispo católico nicaragüense Rolando Álvarez, quien inició un “ayuno indefinido” en protesta por un “asedio policial” en su contra, denunció este viernes que el gobierno de Daniel Ortega pretende “acallar la voz de la Iglesia” contra las injusticias.
“Lo que pasa es que el gobierno siempre ha pretendido una Iglesia muda, no quiere que hablemos, no quiere que anunciemos la esperanza al pueblo, ni denunciemos la injusticia”, declaró Álvarez a la AFP en la parroquia Cristo Santo de Managua, desde donde la noche del jueves se declaró en “ayuno indefinido”.
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Se trata de una especie de huelga de hambre donde solo beberá agua y suero. Álvarez es obispo de Matagalpa y administrador apostólico de la diócesis de Estelí (norte). Además está encargado del área de Comunicación de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN).
Según el religioso, el gobierno quiere “acallar la voz de la iglesia”, pero “si nosotros callamos, las piedras van a gritar”, aseveró.
Álvarez ha criticado anteriormente la represión, el encarcelamiento de opositores y cuestionado las ambiciones de poder.
Más de 40 opositores, entre ellos siete aspirantes presidenciales, fueron detenidos en 2021 y condenados a penas de hasta 13 años de prisión por “menoscabo a la integridad” y otros delitos.
Todo ello antes de que Ortega, un exguerrillero en el poder desde 2007, fuera reelegido en noviembre de 2021 para un cuarto mandato consecutivo. Acusa a sus opositores de querer derrocarlo con el apoyo de Washington.
El gobierno también declaró ilegales a decenas de organizaciones de la sociedad civil y expulsó a la OEA de su territorio.
“En Nicaragua todo el mundo está viviendo una situación de terror. Uno se desplaza por las calles y ve como las patrullas van y vienen”, sostuvo Álvarez.
“Aquí no sólo religiosos, sacerdotes, sino también la inmensa mayoría de nicaragüenses vivimos en un permanente hostigamiento”, acusó.
Cientos de feligreses se solidarizaron con el obispo a través de las redes sociales y con oraciones en las parroquias.
“Rolando, amigo, el pueblo está contigo”, “Estamos unidos en oración por monseñor Álvarez y todos los sacerdotes”, “Dios lo proteja”, decían algunos de los mensajes que recibió en las redes.
“Órdenes superiores”
El sacerdote inició el ayuno tras denunciar el jueves que fue “perseguido” durante todo el día por la policía.
Reveló que cuando pidió a los agentes que dejaran de perseguirlo, los policías le dijeron que obedecían “órdenes superiores”.
“Entraron en mi círculo de privacidad familiar (...) poniendo en riesgo la seguridad de mi familia”, acusó. Ante esta situación, el obispo buscó resguardo en una parroquia de Managua, donde fue acogido por el sacerdote Carlos Herrera. La iglesia fue cercada por la policía.
Dijo que abandonará su protesta cuando la policía se comprometa, a través del presidente o vicepresidente de la Conferencia Episcopal, a respetar su integridad y la de su familia.
“Es un acto de salvación, no es político, es de fe”, para que se respeten “mis derechos individuales como ciudadano”, explicó luego durante una misa virtual este viernes desde la parroquia, que fue transmitida por el Canal Católico, que se emite por cable.
“No voy a permitir que se violen mis derechos”, añadió, y abogó por el “respeto a la diversidad de ideas y opiniones”.
Tras la misa, el estatal Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor, regulador), ordenó eliminar de la parrilla de la televisión por cable al Canal Católico de la Conferencia Episcopal.
“Informamos a nuestros usuarios de televisión por suscripción que por indicaciones de Telcor, ente regulador, el canal 51, Canal Católico, está siendo eliminado de la grilla de programación de servicio”, informó la compañía de telecomunicación Claro Nicaragua en Twitter.
Según la prensa local, la medida fue extensivo para el resto de empresas de TV cable del país.
Acusados por el gobierno
Ortega ha acusado reiterada y públicamente a los obispos de “golpistas” por refugiar en sus templos a manifestantes que huían o que fueron heridos durante la represión a las protestas que estallaron contra el gobierno en 2018.
Desde entonces las relaciones entre el gobierno y la Iglesia son tensas.
Los jerarcas católicos también intentaron sin éxito mediar en un diálogo entre el gobierno y la oposición después de aquella crisis, y trasladaron a Ortega la propuesta opositora de adelantar las elecciones para recortar su periodo de gobierno.
“Me dolió que mis señores obispos tuvieran esa actitud de golpistas”, les reprocho entonces Ortega.
“Debería de darles vergüenza a los que todavía se atreven a vociferar (..) en nombre de Jesucristo”, advirtió por su parte en abril de este año la vicepresidenta y esposa del mandatario, Rosario Murillo.
En marzo, el representante del Vaticano en Nicaragua, el polaco Waldemar Sommertag, fue expulsado del país, una decisión que la Santa Sede consideró “incomprensible”.
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