Tenía 16 años y estaba en su último año de secundaria en un colegio de Managua cuando fue diagnosticada con esclerodermia sistémica, una enfermedad que, según el pronóstico de los médicos que la atendieron, acabaría con su vida en un máximo de dos años.
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Han pasado 13 años desde entonces y Nathaly Cerda, ahora de 29 años, cuenta los cambios que ha dejado en su vida y en su cuerpo esa enfermedad, cómo ha sobrevivido y cómo ha hecho para pasar por encima de aquel mortal diagnóstico médico, el que desde un principio se negó a aceptar.
PRIMEROS SÍNTOMAS
“Estaba entrando a quinto año de secundaria y en el período del primer mes (de la enfermedad) pasó lo siguiente: me inflamo, de 120 libras (54,4 kilos), paso a 150 libras (68 kilos), 30 libras (13,6 kilos) de más, de la nada; el color de la piel comenzó a cambiar, me puse morena totalmente”, contó Cerda a Efe, al recordar los primeros síntomas.
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Los siguientes síntomas que experimentó fueron fiebres continuas, cansancio, gripe. “Quincenalmente estaba con gripe, o sea no había manera de que me restableciera”, anotó.
La familia buscó inmediatamente ayuda médica para conocer las causas del deterioro de su salud y hasta ocho meses después, luego de muchos análisis, lograron conocer el diagnóstico: esclerodermia sistémica.
La esclerodermia sistémica es una enfermedad crónica autoinmune que afecta principalmente la piel, pero también puede afectar órganos internos como pulmones, intestinos, riñón y corazón.
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Tras recibir su diagnóstico, en 2008, la salud de la joven empeoró, un año después fue hospitalizada y durante el mes que permaneció allí convulsionaba hasta por doce horas continuas, por lo que los médicos pensaron no iba a sobrevivir.
“Hubo un proceso en el que quedé ciega, muda, quedé hecha un vegetal completamente, prácticamente en coma”, aseguró la joven, quien dijo recuperó gradualmente la vista y el habla, y cuando creía salía del “proceso bastante delicado” en el que se hallaba, sufrió un paro cardíaco.
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“Vuelvo a quedar totalmente inestable y los médicos, con un pronóstico totalmente negativo, pensaban que no iba a resistir”, relató.
“YO DE ESTA ME LEVANTO”
Una frase que se dijo así misma: “Yo de esta me levanto”, le sirvió para aferrarse a la vida, aun cuando se sentía muy débil físicamente y con un pronóstico médico desesperanzador.
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Y un sueño que tenía de adolescente, ser economista profesional, le permitió superar el estado crítico y la predicción médica de que solo viviría dos años más.
En 2010 ingresó a la universidad donde no solo se encontró con el desafío de obtener buenas calificaciones, sino también lidiar con la discriminación de sus compañeros de clases que, según ella, evitaban acercársele por una enfermedad que es visible.
El otro reto de ir a la universidad, es que debía tener una serie de cuidados especiales para no terminar de nuevo en un hospital, entre ellos evitar la exposición directa al sol, usar bloqueador solar, mantener hidratadas zonas como los codos para evitar fisuras y alejarse de personas con gripe, ya que sus defensas son bajas y un resfriado podía agravar su salud.
LA FUERZA DE LA MENTE
“Pero no me limité, mentalmente no me cerré a la posibilidad” de seguir estudiando y lograr mi sueño, dijo con aplomo la joven, dueña de una fe y fortaleza que le ha ayudado a sobrevivir.
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Ella atribuye su supervivencia y bienestar, primero a Dios, luego al apoyo emocional de su familia, y ahora a cambios en sus hábitos.
En busca de un mejor tratamiento para su condición, la joven visitó reumatólogos, cardiólogos, nefrólogos, neumólogos y neurólogos, quienes le recetaron hasta veinte fármacos diarios, los cuales tomó por un lapso de tres años.
Luego decidió abandonarlos porque dice que le cerraban el apetito y la debilitaban: “sentía que más bien me afectaban”.
Tras meditarlo mucho con su familia, empezó a tomar suplementos alimenticios y extractos naturales de origen orgánico.
“Y a partir de ahí mi salud ha ido mejorando, en peso, en rehabilitación de la piel, y las manchas que tuve desde el principio han ido cerrando”, sostuvo.
Y aunque cuenta con una licenciatura, siente que la esclerodermia le ha negado un empleo formal en Nicaragua.
Sin embargo, una vez más no bajó los brazos y decidió comercializar los suplementos de los que consume, y con la ganancia sufraga parte de sus gastos.
Y los comercializa a través de TikTok -donde aparece como @nathaly_cerda-, que tiene más de 1.000 millones de usuarios a nivel global, en su mayoría jóvenes menores de 25 años.
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