Entre vítores, bromas y una dulce nostalgia, el expresidente estadounidense Barack Obama (2009-2017) y la ex primera dama Michelle Obama revelaron este miércoles en la Casa Blanca sus retratos oficiales, que esperan que sirvan de inspiración para las nuevas generaciones.
Más de cinco años después de pasar el relevo a Donald Trump, los Obama reaparecieron en la mansión presidencial para reivindicar la democracia, el poder de las tradiciones y su legado como la primera y única pareja presidencial afroamericana que ha gobernado Estados Unidos.
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“Barack y Michelle, bienvenidos a casa”, les dijo al principio de la ceremonia el presidente estadounidense, Joe Biden, quien describió a su antiguo compañero como una de las personas más íntegras que ha conocido y cuya creencia en el cambio dio esperanzas a Estados Unidos.
Cuando le tocó hablar, Obama devolvió los halagos al que fuera su vicepresidente por ser un “verdadero aliado y un verdadero amigo”.
“Alguien una vez dijo que si buscas un amigo en Washington, es mejor que te hagas con un perro. Mi familia tuvo la suerte de tener dos perros maravillosos”, bromeó Obama en referencia a sus dos mascotas, “Bo” y “Sunny” para, en seguida, explicar que Biden fue uno de sus mayores apoyos en los ocho años que estuvo en el poder.
Las ceremonias en las que los presidentes desvelan sus retratos oficiales, que cuelgan durante siglos en los pasillos de la Casa Blanca, suelen ser una oportunidad para mostrar su humor e incluso reírse de sí mismos.
Obama no desaprovechó la oportunidad y ofreció al entusiasmado público lo que su esposa posteriormente calificó como unas “declaraciones picantes”.
Entre otras cosas, bromeó sobre lo mucho que echa de menos el avión presidencial Air Force One y sobre la sorpresa que se ha llevado al ver a algunos de sus antiguos asesores, muy jóvenes hace años y que ahora desempeñan cargos de responsabilidad, algo que explica “algunas de esas canas”, dijo Obama entre risas.
“Me hace feliz ver que formaron sus propias familias. Pero, -añadió con tono burlón- estoy un poco decepcionado porque no he oído que nadie haya llamado a su hijo Barack o Michelle. Aunque todavía hay tiempo”.
Obama con todas las canas
El exmandatario también hizo bromas sobre su retrato, pintado por Robert McCurdy, un artista conocido por sus pinturas realistas que casi parecen fotografías.
“Lo que me gusta del trabajo de Robert es que pinta a la gente exactamente como son, ya sea para mejor o para peor. Captura todas las arrugas de tu cara, las dobleces de tu camisa, y como verán no quiso esconder ninguna de mis canas y rechazó mi petición de hacer que mis orejas parecieran más pequeñas”, se rio Obama.
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El retrato lo muestra sobre un fondo blanco vestido con un traje negro, una corbata gris y las manos en los bolsillos.
Ya con tono más serio, Obama expresó su deseo de que esos retratos sirvan para recordar al pueblo estadounidense que los presidentes y las primeras damas “también son seres humanos” que tienen buenos y malos días y que, a veces, por la noche pierden el sueño preguntándose si hicieron lo correcto.
“Cuando las nuevas generaciones anden por estos pasillos y vean estos retratos, espero que ellos puedan tener una idea más honesta de quienes éramos Michelle y yo. Y espero que entiendan que, si nosotros pudimos llegar hasta aquí, entonces quizás ellos también pueden. Ellos también pueden hacer cosas increíbles”, prometió.
Michelle Obama, un retrato de color de las joyas
En contraste con el sobrio retrato de Obama, la pintura de su esposa muestra los colores rojos y azules de las joyas, una característica diferencial de su autora, Sharon Sprung, quien manipulando las capas de la pintura busca reflejar la complejidad de la vida real en sus obras.
En el retrato, la exprimera dama aparece en un vestido de gala azul claro y sentada en un sofá rojo con una pared rosa.
Recordando sus orígenes humildes, Michelle Obama reconoció que todavía le resulta “un poco raro” estar en la Casa Blanca y, cargada de emoción, explicó que la ceremonia de este miércoles para ella significaba no solo una vuelta a la nostalgia y a lo que pasó, sino las posibilidades que abre el futuro.
“Una chica como yo se supone que nunca debería de estar ahí al lado de Jacqueline Kennedy y Dolley Madison. Nunca debería haber vivido en esta casa y nunca debería haber sido primera dama”, reflexionó Michelle Obama, quien habló de la necesidad de crear un futuro que “incluya a todos los estadounidenses”.
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En su discurso, la ex primera dama reconoció también el poder de los símbolos y de las tradiciones que sirven para mantener la democracia estadounidense, incluida la transferencia pacífica del poder.
Durante décadas fue tradición en EE.UU. que durante su primer mandato los presidentes del país acogieran en la Casa Blanca a su predecesor inmediato para desvelar su retrato oficial en la mansión.
Sin embargo, la tradición se rompió durante el mandato de Trump, muy crítico con Obama y que no llegó a celebrar una ceremonia de este tipo durante el tiempo que fue inquilino de la Casa Blanca.
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