La denuncia de unos presuntos abusos sexuales realizada por un exintegrante de la banda juvenil musical Menudo ha vuelto a poner el foco en uno de los casos de asesinato más mediáticos de la historia de Estados Unidos.
Roy Rosselló realizó esta denuncia en el documental Menendez + Menudo: Boys Betrayed, según se ve en un avance del mismo publicado por la cadena NBC.
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Rosselló, que integró la banda en los años 80, acusa al ejecutivo discográfico José Menéndez de haber abusado sexualmente de él.
Esta revelación podría arrojar nueva luz a un caso cerrado hace décadas que mantuvo en vilo a Estados Unidos: el brutal asesinato de Menéndez y su esposa perpetrado por sus propios hijos en 1989.
Analizamos cómo fue este crimen, el controvertido proceso que lo siguió y las incógnitas que han vuelto a abrirse sobre él.
El 20 de marzo de 1989 el cubano-estadounidense José Menéndez, alto ejecutivo de la industria del entretenimiento, y su esposa Kitty fueron acribillados a tiros en su mansión de la afluente ciudad californiana de Beverly Hills.
Sus dos hijos, Erik y Lyle (que tenían entonces 18 y 21 años), llamaron el día siguiente a la policía.
Aseguraron que habían encontrado muertos a sus padres al llegar a casa.
Al principio la policía siguió la pista, como posibles autores del doble asesinato, de grupos mafiosos y otras personas cercanas a los Menéndez.
Sin embargo, los dos hijos de la pareja entraron pronto en el radar de los autoridades, entre otros motivos por la lujosa vida que comenzaron a llevar tras la muerte de sus padres, con compras de apartamentos, autos deportivos y relojes de lujo.
Erik Menéndez cometió un error que finalmente sería decisivo en el caso: le confesó a su psicólogo, el doctor Jerome Oziel, cómo él y su hermano asesinaron a sus padres.
El testimonio del menor de los dos hermanos se filtró y llegó a manos de las autoridades, lo que los convirtió en acusados.
Ambos fueron arrestados en 1990 y acusados de asesinato, en lo que fue el comienzo de una larga serie de procesos judiciales.
El juicio que comenzó en 1993 fue uno de los primeros transmitidos por televisión, captando la atención de decenas de millones de estadounidenses.
Erik y Lyle reconocieron frente al jurado haber asesinado a sus progenitores, pero alegaron que lo habían hecho “en defensa propia” por los supuestos abusos psicológicos, físicos y sexuales a los que les sometía su padre.
Los hermanos relataron escalofriantes detalles sobre los supuestos golpes y violaciones de José Menéndez, y también alegaron que este los tenía amenazados de muerte para que no contaran lo que estaba sucediendo.
Por su parte, la fiscalía basó su acusación en que los hermanos cometieron el asesinato de forma fría y premeditada para heredar el patrimonio de sus padres, estimado en US$14 millones.
Algunos miembros del jurado creyeron a los hermanos, mientras otros se adherían al planteamiento de los fiscales.
Al no lograr un acuerdo sobre el veredicto (homicidio involuntario o asesinato) el primer juicio se declaró nulo.
En un segundo juicio cambiaron completamente las circunstancias: se celebró sin cámaras y el juez restringió los testimonios y pruebas que usaba la defensa sobre la dinámica supuestamente abusiva impuesta por José Menéndez en la crianza de sus hijos.
La defensa no fue capaz, además, de presentar testigos que corroboraran los abusos físicos y sexuales que los jóvenes atribuían a su padre, por lo que los testimonios de ambos eran prácticamente lo único a lo que podían aferrar su defensa.
En este punto, el juez descartó la posibilidad de dictaminar homicidio involuntario en base en los supuestos abusos, lo que obligó al jurado a decidir entre solo dos opciones: condenar por asesinato a los acusados o declararlos inocentes y dejarlos en libertad.
El 18 de abril de 1996 los hermanos Lyle y Erik Menéndez fueron condenados por asesinato y recibieron cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
27 años después de aquel veredicto, la confesión de uno de los integrantes de Menudo sobre los supuestos abusos sexuales de José Menéndez ha llevado a algunos a plantear si en el juicio faltaron elementos a tomar en cuenta antes de encarcelar de por vida a los dos hermanos.
De hecho, durante el juicio la abogada defensora de los hermanos afirmó que conocía la historia de un exintegrante de Menudo, pero que creía que no era apropiado citarlo a declarar para proteger su carrera, según recogió en su momento el periódico neoyorquino Daily News.
Erik y Lyle estuvieron recluidos en cárceles separadas durante 22 años y se comunicaban por carta hasta que en 2018 se volvieron a ver las caras en la instalación correccional RJ Donovan de San Diego donde, según testigos, protagonizaron un emotivo reencuentro.
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