Son millones los latinoamericanos que se trasladan a Estados Unidos en busca de un futuro prometedor. Ese fue el caso de José Daniel Vargas, un mexicano que desde los 14 años trabajó como jornalero en los campos de Georgia para poder pagar sus estudios y ayudar a sus padres. Hoy su sacrificio dio resultado, pues se graduó como médico cirujano.
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Vargas llegó a Estados Unidos -donde estaban sus padres- a los 14 años, y el primer trabajo que obtuvo fue el de jornalero. El adolescente originario de la región de Hidalgo trabajó en los campos recogiendo tomates, pepinos y pimientos. Las condiciones eran las peores: le pagaban menos del salario mínimo por trabajar doce horas al día durante seis días de la semana.
“Recuerdo no poder ponerme de pie después de un día completo de cosecha. Recuerdo haber tenido que esconderme debajo de un camión en movimiento solo para encontrar sombra en un clima de 37 grados. Recuerdo tener toda mi cara cubierta de tierra y tener que aplastar moscas solo para poder almorzar en mi descanso de 15 minutos”, recordó a través de su cuenta de Facebook.
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No descuidó sus estudios
Pese las largas horas de trabajo, el mexicano no descuidó sus estudios, pues tenía claro que quería convertirse en dentista. Lo que más le apenó durante ese tiempo fue no acceder a becas en su escuela, debido a su estatus migratorio, según precisa Univisión.
“Lo más difícil fue no tener la misma oportunidad que los demás, por el hecho de no ser residente o ciudadano. Me ponían muchas trabas en la escuela y no me dejaban aplicar, agarrar becas, a pesar de mis grados”, aseguró en entrevista con el medio citado.
Sueño hecho realidad: se graduó como cirujano dentista
Vargas sorteó todas las dificultades e ingresó a la Facultad de Medicina Dental de la Midwestern University. Y tras siete años de esfuerzo, consiguió terminar la carrera y obtuvo el título de médico cirujano.
“No cambiaría nada de esto, porque fueron estas desventajas las que me dieron fuerza cuando más las necesitaba. La fuerza para seguir adelante cuando me abrumaron en la escuela de odontología. La fuerza para seguir ciegamente una educación cuando todos mis esfuerzos llevaron a callejones sin salida”, aseguró el joven.
Sus padres, los principales motores
Cuando trabajaba como jornalero, José Daniel Vargas vivía con sus padres en una casa prefabricada móvil de Moultrie, Georgia. La pareja trabajaba los siete días de la semana para poder costear la educación del joven y de su hermana.
“Mientras daba lo mejor de mí en la escuela, mis padres trabajaban sin fin, 7 días a la semana, en construcción y como camarera. Los fines de semana, podías encontrar a ambos vendiendo nopales en el mercado de pulgas”, afirmó el joven.
El flamante cirujano dentista dio finalmente un mensaje a todos los jóvenes con bajos recursos, pero que tienen las de hacerse un camino. “Nada es imposible cuando tienes corazón, un granito de esperanza y una familia fuerte que te apoya”, sentenció.
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