Al mismo tiempo que el globo se estrellaba en el mar, también lo hacían los intentos de arreglar las relaciones entre China y Estados Unidos.
Se puede comparar la evolución de la respuesta de China a la situación de su globo con el seguimiento que hizo el Pentágono del aparato hasta hacerlo volar por los aires.
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“Estamos investigando”, “lamentamos que sea nuestro globo meteorológico el que se haya desviado de su trayectoria”, “creemos que los políticos y los medios de comunicación estadounidenses están exagerando la situación”, “que todo el mundo mantenga la calma”, “el ataque estadounidense a esta aeronave es una grave violación de las prácticas internacionales”.
Antony Blinken, el principal diplomático estadounidense, tenía previsto visitar China esta semana, por lo que Pekín trató inicialmente de asegurar a Washington que todo había sido un accidente.
Pero una vez que quedó claro que el secretario de Estado no iba a ir y que el globo tampoco iba a volver, se quitaron los guantes.
La situación dista mucho de ser la deseada por el gobierno chino en este momento.
Se suponía que el secretarío de Estado de EE.UU. iba a acudir para tender puentes o, al menos, intentar impedir que se destruyeran los aún existentes.
No se equivoquen. El presidente chino, Xi Jinping, tenía grandes esperanzas puestas en esta visita y, al parecer, incluso iba a reunirse con el propio Blinken.
Entonces, ¿qué información recopilada por un globo de este tipo podría ser tan buena que mereciera la pena echar por tierra este proceso?
La respuesta corta es: ninguna. Por eso muchos analistas piensan que, incluso aunque se tratara en cierta medida de espionaje, el despliegue de este globo, de esta manera, en este momento, tuvo que haber sido un error por parte de China.
Y, de ser así, a alguien se le está echando la culpa de ello, sobre todo teniendo en cuenta que ahora hay otro de estos globos de gran altitud en juego, con el que sobrevuela América Latina. No se sabe si también se ha desviado de su trayectoria, dada su “limitada capacidad de autodirección”.
A nivel internacional, muchos parecen imaginar que el Partido Comunista de China es un órgano de poder omnisciente y cerrado, algo así como una gigantesca y eficiente supercomputadora con Xi Jinping manejando los controles.
Es una organización enorme y en expansión, eso es cierto.
Sin embargo, también está formada por departamentos y bloques de poder que compiten por la influencia, a veces acaparando información e incluso no anunciando deliberadamente sus acciones para evitar que un rival obtenga alguna ventaja no deseada.
Cuando un globo claramente visible, que transportaba material, empezó a flotar cerca de los silos de misiles nucleares estadounidenses, la suposición de algunos fue no solo que se trataba de espionaje, sino que debía de haber sido enviado como mensaje al gobierno de Biden.
Pero cuando se tiene en cuenta el daño que ha causado en términos de descarrilar una visita que el gobierno chino, hasta el más alto nivel, quería que se produjera, es difícil ver cómo este análisis se sostiene.
Sabemos que el viaje de Blinken era importante en China porque se pudo ver cómo Pekín intentó salvarlo utilizando un lenguaje bastante conciliador.
“La parte china lamenta la entrada involuntaria de la aeronave en el espacio aéreo estadounidense por causas de fuerza mayor”, declaró un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores.
El hecho de que se desplegara para estudiar la meteorología o para espiar no importa realmente a la hora de comprender lo duro que ha sido este incidente para quienes, en ambos lados, han estado buscando formas de aliviar las tensiones entre Estados Unidos y China.
No se esperaba un gran avance de las reuniones de Blinken en Pekín. Las reuniones en sí iban a ser el gran avance.
Habrían hablado de cómo avanzar hacia un conjunto de “guardarraíles”, formas de comunicación y líneas a no cruzar en un intento de evitar una deriva hacia el conflicto armado.
Era algo que también quería el presidente Xi, porque está buscando grandes señales en su país de que su gobierno abe lo que hace cuando se trata de dirigir a China hacia el futuro.
La repentina y embarazosa retirada de la política de covid cero se produjo solo unos meses después de que el líder chino declarara en el Congreso del Partido que no se apartaría de ella.
La rapidez con la que se dio marcha atrás provocó la saturación de las urgencias hospitalarias, la escasez de medicamentos y una cifra desconocida de muertos por covid.
El gobierno necesita ahora dejar atrás todo esto y fomentar la imagen de una China que está dando un giro económico y abriéndose de nuevo.
Una visita estadounidense de alto nivel habría sido muy útil en este sentido.
Ahora, examinemos las protestas de China y Estados Unidos de esta semana.
Washington ha afirmado que la presencia del globo era una “clara violación de la soberanía estadounidense”, pero todos sabemos que dispone de medios propios muy sofisticados para espiar a China.
Pekín ha condenado este “ataque contra una aeronave civil no tripulada”, pero todos sabemos que si un globo de vigilancia estadounidense penetrara en el espacio aéreo chino, el Ejército Popular de Liberación lo derribaría en un santiamén.
En cierto modo, esto significa que la indignación de ambas partes contiene un poco de teatro.
La parte positiva es que, ahora que el globo ya no existe, podrán pasar página y volver a programar una visita a Pekín de Blinken en un momento en que la gente se pregunte: “¿Ey, te acuerdas de todo aquel asunto del globo?”.
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