Como si fueran ayudantes de Papá Noel (Santa Claus), miembros de un grupo de apoyo a los inmigrantes se presentaron a las afueras del Centro de Detención de Eloy, en Arizona, para regalar juguetes de Navidad a los niños que acuden a visitar a sus familiares ahí recluidos.
Mía Enríquez, de un año y medio de edad, fue una de las que recibió un presente de parte de los voluntarios del Grupo Puente y brincó de alegría cuando recibió una muñeca con la cual comenzó a jugar de inmediato.
“Es muy reconfortante ver que hay gente que se preocupa por lo que estamos pasando y traen un poco de alegría a nuestros hijos”, dijo Leslie Rosales, madre de la menor y residente de Mesa.
Rosales acude cada semana a este centro para visitar a su madre, quien desde hace tres años se encuentra detenida y bajo custodia de las autoridades migratorias de Estados Unidos (EE.UU.), mientras pelea para no ser deportada a México.
“Desde que nació mi hija la he traído conmigo para que mi mamá la conozca y la pueda ver crecer”, señaló Rosales.
La mujer recalcó que si bien ya de por sí la separación de las familias por razones migratorias es difícil, lo es aun más durante Navidad, “cuando esa persona querida no está a tu lado y hay un lugar vacío en tu mesa”.
Este es el segundo año que el Grupo Puente, con sede en Phoenix, realiza la jornada “Regalando sonrisas”, la cual hacen a favor de los menores, cuyas familias pasan por momentos muy difíciles.
“Algunos han perdido su único ingreso ya que su papá o mamá fueron detenidos”, dijo Sandra Ojeda, una voluntaria de este grupo y quien experimentó la misma situación cuando su esposo fue detenido durante ocho meses y llevaba a sus hijos a este centro para que vean a su padre.
Otros que también recibieron regalos de Navidad fueron los hermanos Álvaro, Carlos, Henry y Ulises Encinas que llegaron a visitar a su padre, quien lleva una semana detenido.
“Gracias, muchas gracias”, dijo Carlos Encinas, de 9 años de edad, mientras recibía un avión de control remoto.
Por su parte, María Coto, que viajó con su familia 18 horas en autobús desde Sacramento, California, esperaba para poder encontrarse con un sobrino que está detenido en el centro de Eloy. “Estamos muy preocupados por su salud, tiene un tumor en la cabeza por lo que esperamos sea pronto liberado”, explicó.
Puente estima que actualmente hay más de 2.000 personas detenidas en el Centro de Detenciones de Eloy, en el que se han registrado en los últimos años varias muertes de inmigrantes, o suicidios, dentro de sus instalaciones, así como huelgas de hambre por parte de los indocumentados.
En medio de esas difíciles circunstancias, diversas organizaciones en el país desarrollan actividades a favor de los niños que, como en el caso de Eloy van a visitar a sus padres detenidos, o de los menores no acompañados que se encuentran en albergues de estados como Arizona o Texas.
De acuerdo a información proporcionada por el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS) de EEUU, con motivo de estos festivos desde el pasado 16 de diciembre se llevan a cabo diversas jornadas en un centenar de albergues bajo responsabilidad de esta agencia federal y que se ubican en 17 estados.
Uno de ellos es el Centro de Detención de Menores Inmigrantes en Tornillo, Texas, el más grande del país y en donde los 2.800 menores, entre 12 y 17 años, que alberga pasarán la Navidad disfrutando de pastorelas, posadas, comida tradicional y recibirán algunos regalos.
De acuerdo a las autoridades, el 24 de diciembre muchos albergues llevarán a cabo una obra de teatro en la que los niños inmigrantes tendrán varios papeles como actores y miembros del coro, además de poder tomarse una foto con Santa Claus.
En Tornillo, albergue de carpas instalado en el puente internacional Marelino Serna, el día 25 los menores tendrán un almuerzo especial, recibirán regalos y tarjetas de Navidad, y habrá un desfile.
Aun así, los albergues, como los centros de detención, se han convertido en un símbolo de las duras políticas migratorias en la actual Administración del presidente Donald Trump.
“Es muy duro estar encerrado en un centro de detenciones, sientes un gran vacío”, dijo a Efe Juan Miguel Cornejo, quien estuvo en Eloy por ocho meses en 2015 y, relata, esperaba con ansias los fines de semana para poder ver a su familia.
“Por lo menos yo tuve la oportunidad de ver a mi familia, sabemos que hay gente detenida que ni siquiera tiene familia en este país o que no pueden hacer el gasto para venir a visitarlos”, recordó.
Fuente: EFE