“Tengo un profundo respeto por el papel de una prensa libre e independiente”. Con esas palabras, Jen Psaki puso fin a cuatro años de desdén de la Casa Blanca hacia los periodistas que cubren al presidente de Estados Unidos, y ahora tiene en sus manos el desafío de mantener en pie ese cambio de tono.
La nueva portavoz de la Casa Blanca, de 42 años, se ha propuesto devolver la normalidad, el respeto y la cordialidad a una sala de prensa que durante los últimos cuatro años ha sido escenario de tensiones, reproches e incluso insultos a los reporteros por parte del expresidente Donald Trump y sus representantes.
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“Habrá momentos que estaremos en desacuerdo, y habrá ciertamente días en los que estaremos en desacuerdo durante gran parte de la rueda de prensa, pero tenemos un objetivo común, que es compartir información precisa con el pueblo estadounidense”, dijo Psaki en su primera rueda de prensa como portavoz, este miércoles.
Contraste desde el primer día
El estreno de Psaki como vocera del presidente Joe Biden no pudo contrastar más con el del primer portavoz de Trump, Sean Spicer, quien en su primera rueda de prensa hace cuatro años acusó a los periodistas de haber mentido sobre la multitud que asistió a la investidura, sin importarle lo que demostraban las fotos de la jornada y las estimaciones de los expertos.
Poco después, la Casa Blanca aseguró que Spicer había defendido “hechos alternativos” a los que capturaron las cámaras, una expresión que sentó el tono para los cuatro años siguientes, llenos de apasionadas defensas de las mentiras de Trump y de condenas de cualquier información veraz, pero poco halagüeña hacia el presidente.
La llegada de Biden al poder no supondrá probablemente una panacea para la prensa: la relación entre un presidente y quienes le cubren es inherentemente tensa, dado el interés de cualquier Casa Blanca en mantener en secreto ciertos temas y la misión de los periodistas de desvelar todo aquello que sea de interés público.
Sin embargo, la primera media hora de Psaki con los corresponsales ante la Casa Blanca demostró al menos una intención inicial de pasar página a la animadversión recalcitrante que demostraron los cuatro portavoces de la era Trump.
“Agradablemente aburrida”
“La primera rueda de prensa de Psaki fue agradablemente aburrida”, escribió Aaron Rupar, periodista de la publicación digital Vox, en su cuenta de Twitter.
Psaki ha prometido volver a la tradición de mantener ruedas de prensa diarias de lunes a viernes, aunque no en fin de semana, porque, según bromeó, “no soy un monstruo”.
Esa rutina, rota durante la era Trump -una de sus portavoces, Stephanie Grisham, no dio ni una sola rueda de prensa-, promete devolver la calma e incluso la monotonía a los intercambios con los periodistas, si se toma como referencia lo ocurrido durante el Gobierno de Barack Obama (2009-2017).
Psaki fue directora de comunicación de la Casa Blanca durante los dos últimos años del mandato de Obama, cuando las ruedas de prensa eran diarias, podían durar una hora y a menudo no generaban noticias importantes.
Aunque a veces los portavoces de Obama no daban respuestas claras a las preguntas de los reporteros -igual que ocurrió con Psaki en varias ocasiones este miércoles-, la rutina diaria se considera en EE.UU. una parte fundamental de la obligación de quienes ocupan cargos electos de someterse al escrutinio público y rendir cuentas.
El mayor reto de Psaki
Está por ver si, más allá del cambio en las formas, Biden y Psaki cumplirán su compromiso de facilitar el trabajo de la prensa y “devolver la transparencia y la verdad al Gobierno”, como prometió este miércoles la portavoz.
El mayor reto de Psaki será restaurar la confianza de los estadounidenses en su Gobierno, en un momento en el que el 70% de los republicanos aún consideran ilegítima la elección de Biden y muchos no creen nada de lo que repiten los medios de comunicación generalistas, que son los que cubren más de cerca la Casa Blanca.
“No esperamos que (ese clima de desconfianza) cambie de la noche a la mañana”, dijo la nueva portavoz al diario The Washington Post.
Psaki planea organizar sesiones virtuales con medios de comunicación especializados o que no tengan sede en Washington, además de recurrir a plataformas como YouTube para acercar la información a quienes no suelen ver la televisión por cable.
Nacida en Stamford (Connecticut) en diciembre de 1978, hija de una psicoterapeuta y un empresario inmobiliario, Psaki estudió inglés y sociología en la Universidad William and Mary de Virginia y empezó su carrera en la campaña de reelección del senador demócrata Tom Harkin en 2001.
Curtida con Obama y Kerry
En 2008 y 2012 trabajó en las campañas presidenciales de Obama y también formó parte en 2004 de la del demócrata John Kerry, de quien luego fue portavoz cuando este se convirtió en secretario de Estado en 2013.
Psaki quiso ser portavoz de la Casa Blanca durante el mandato de Obama y compitió sin éxito por ese cargo en 2011 y 2014, pero consiguió en cambio ocupar el importante cargo de directora de comunicación entre 2015 y 2017.
Hasta hace unas semanas, Psaki trabajaba como comentarista de la cadena CNN y no ocupó ningún cargo en la campaña de reelección de Biden; de hecho, según la revista Politico, aceptó el papel de portavoz solo porque el presidente electo se lo pidió, y no planea quedarse necesariamente durante todo su primer mandato.
Su dominio de la política nacional y la exterior, sumada a su amplia experiencia con la prensa, fueron los factores que llevaron a Biden a seleccionarla, como parte de un equipo de comunicación de la Casa Blanca dirigido íntegramente por mujeres.
“Este grupo de mujeres son las mejores en este negocio, y por eso tenemos estos trabajos. Así se normaliza” la idea del liderazgo femenino, dijo Psaki este jueves durante una entrevista con el medio especializado The 19th.
La portavoz tiene dos hijos de apenas 2 y 5 años, y ha destacado que seis de sus siete compañeras en el equipo de Biden tienen también niños muy pequeños, un hecho que espera que sirva para transmitir la idea de que se puede ser madre y tener una carrera profesional exitosa, siempre que se tenga acceso a recursos para ello.
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