El primer europeo -del que se tiene registro- en acercarse a las costas de lo que hoy es Estados Unidos fue el explorador y aventurero español Juan Ponce de León.
Según la leyenda, Ponce de León, entonces gobernador de Puerto Rico, se aventuró a navegar hacia el norte en busca de la fuente de la eterna juventud.
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Entre el 2 y 8 de abril de 1513, el explorador español y su tripulación vadearon las aguas costeras del centro de lo que hoy es el estado de Florida, más o menos a la altura de la actual ciudad de San Agustín.
Además de la impresionante y floreciente vegetación que encontró, la fecha coincidió ese año con la celebración de la Pascua Florida -el final de la Semana Santa- razones por las que se dice que Ponce de León le dio el nombre de Florida con el que se conoce ese estado en la actualidad.
El nombre se mantuvo a pesar de los diversos intentos de exploración y colonización de otras potencias de la época.
Pero ¿qué tanto de cierto tiene ese relato?
Puede en parte ser verídico, pero “es un mito un tanto romántico”, comenta Jack Davis, profesor de Historia y director del Centro de Humanidades Familia Rothman de la Universidad de Florida, en Gainesville.
“Nuestro pasado está decorado con ese tipo de leyendas”.
Aunque no se descarta que otros europeos avistaran el litoral de la actual Florida, que se sepa, Ponce de León fue el primero que navegó a lo largo de la costa este del territorio.
Pero no llegó hasta la altura de San Agustín, “aunque a la gente de esa ciudad le guste decir que sí”, señala el profesor Davis. Más bien llegó hasta la isla Merritt, cerca de Cabo Cañaveral.
La expedición tampoco había ido en busca de la fuente de la eterna juventud, una leyenda que venía circulando desde hacía varios años entre exploradores que probablemente la buscaron en diferentes regiones del Nuevo Mundo, pero no hay evidencia de que esa fuera la meta de Ponce de León.
“El decreto del rey era que encontrara metales preciosos -oro y plata- así como esclavos”, dice Jack Davis. “La población esclavizada de Puerto Rico había disminuido significativamente debido al exceso de trabajo y a las enfermedades traídas por los europeos”.
Algo que Florida sí tenía, señala el académico, eran fuentes de agua dulce.
“En el centro del estado, no lejos de San Agustín, tenemos la mayor convergencia de manantiales de agua dulce en el mundo y los españoles las encontraron y las llamaron fuentes”.
El mito le cayó muy bien al estado y la ciudad de San Agustín lo aprovechó con la llegada del turismo del siglo XIX para crear un parque arqueológico dedicado a la supuesta fuente de la eterna juventud que atrajo a Ponce de León.
En 1904, una adinerada doctora de Chicago, Luella Day McConnell, compró el parque y continuó promocionando el lugar como sitio de fantásticas propiedades medicinales.
En ese primer viaje, la expedición de Ponce de León no desembarcó, probablemente por los tupidos manglares que se extendían más allá de la costa. Ese territorio sin duda era vegetativo, pero no hay evidencia de que tuviera la apariencia de un gran festival de flores que pudiera inspirar al conquistador a bautizar el lugar, dice el profesor Davis.
“Sabemos que su viaje correspondió con la época de Pascua y los exploradores españoles solían nombrar los lugares que reclamaban para España según un santo o el día religioso con que coincidiera en el calendario”, explica Davis.
“Las cámaras de comercio dirán otra cosa y naturalmente los textos escolares indican que lo que lo impresionaron fueron las flores”, pero el nombre tiene su origen más probable en la Pascua Florida y “pegó inmediatamente”, quedando registrado en los mapas de la época.
Pero la connotación de las flores perduró y se extiende hoy en día a uno de los sobrenombres con el que se conoce el estado en EE.UU.: The Flower State o el estado de las flores.
Durante la temporada de florecimiento de los miles de cultivos de naranjas -un producto agrícola fundamental para la economía de Florida-, la dulce fragancia inunda amplias regiones del sur y centro del estado.
La flor blanca del naranjo (Citrus sinensis) fue adoptada por la Asamblea Legislativa estatal como la flor oficial del estado en 1909.
Una décadas después y por sugerencia de una maestra floridana, la fecha del 2 de abril se seleccionó para marcar el Día de la Pascua Florida para conmemorar la llegada de Ponce de León.
La fecha se observa como día histórico del estado, entre el 27 de marzo y 2 de abril, con un llamado a los escolares y los ciudadanos en general a que participen en eventos y programas culturales.
Ponce de León nunca se dio cuenta de que había dado con un continente o una península conectada a un enorme continente. Él creyó que había descubierto una gran isla y pasaron varios años antes de que se percataran de que Florida era parte de una gran masa continental.
En una nueva expedición, desembarcó en la costa suroccidental de la península, en 1521, con la intención de establecer un asentamiento, pero fue atacado por la población nativa y herido con una flecha envenenada que le causó la muerte.
A pesar de que Florida sirvió como sitio estratégico para consolidar la presencia española en el Caribe y aprovechar la corriente del golfo para impulsar los galeones cargados de bienes y tesoros hasta Europa, el territorio siempre fue un lastre para la corona.
“Nunca dio dividendos. Siempre tuvieron que subsidiarlo, contrario a Cuba que, aunque tampoco tenía metales preciosos, sí tuvo una economía agrícola y era un territorio autosuficiente”.
Fueron las incursiones francesas las que motivaron a los españoles a acelerar sus planes de colonización. Con el paso de los siglos, después de perder el control de Florida con los británicos y luego recuperarlo en el siglo XVIII, finalmente el territorio fue cedido a Estados Unidos en 1821.
No obstante, el nombre de Juan Ponce de León es omnipresente en el estado. Hay innumerables condados, carreteras, avenidas, parques, escuelas y playas que llevan el nombre del conquistador español. “Para alguien que fracasó tan miserablemente en Florida, es increíble cómo su nombre está puesto en todas partes”, expresa el profesor Davis.
Pero no es un lugar que Ponce de León reconocería hoy en día. La transformación de Florida, particularmente después de la Segunda Guerra Mundial, ha generado un estado en continuo desarrollo urbano y crecimiento demográfico desenfrenado.
Enormes proyectos de ingeniería para administrar el flujo de agua han drenado y rellenado los humedales, abriendo enormes espacios para la agricultura, la construcción de viviendas y la creación de playas, “el verdadero 'oro' de Florida” del que depende la lucrativa industria del turismo.
Esta expansión ha tenido un costo ecológico enorme. En el último medio siglo, los famosos Everglades, los humedales subtropicales en el sur de Florida, se han reducido casi a la mitad.
“Somos un estado paradójico”, indica el profesor Jack Davis.
“Históricamente, los urbanizadores han controlado la política de crecimiento de Florida, construyendo más y más, destruyendo humedales y bosques. Pero, al mismo tiempo, Florida también tiene buenas políticas de preservación de tierras, un sistema excelente de parques protegidos y un proyecto para desarrollar un corredor continuo de vida silvestre a través de todo el estado sin precedentes”.
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