Los Verdes y el Partido Liberal (FDP), que se han convertido en la clave para formar Gobierno en Alemania, han estado tradicionalmente separados por hondas diferencias programáticas que ahora intentan superar con el propósito de convertirse en el motor de una futura coalición.
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El FDP es un partido de origen más bien conservador, cuyo programa está anclado en la fe en los mecanismos de mercado y en la libertad económica.
Los Verdes, por su parte, tienen raíces múltiples -el movimiento pacifista, el ecologismo, la izquierda heterodoxa de finales de los años setenta- y le dan un papel más destacado al Estado en la transformación de la sociedad que los liberales.
Los dos partidos se han convertido en los preferidos por los más jóvenes. Eso hace que se disputen votantes en una misma franja de edad. Además, según diversas encuestas, los dos partidos tienen especial éxito entre las élites económicas e intelectuales en las ciudades.
Ambos se presentan como propuestas de futuro y defienden la idea de sostenibilidad -los liberales especialmente en el tema económico y Los Verdes en el tema ecológico- y ahora se presentan como la vanguardia de futuras transformaciones, pese a todo lo que los separa.
LAS DIFERENCIAS Y ATAQUES DURANTE LA CAMPAÑA
Las diferencias entre los dos partidos, que ahora quieren superar, fueron resaltadas por ambas partes durante la campaña electoral.
El jefe de los liberales, Christian Lindner, calificó a Los Verdes como el principal rival del FDP durante la campaña.
Su discurso procuraba mostrar permanentemente a su partido como el partido de la libertad en contraste con Los Verdes, a quienes señalaba de ser el partido de las prohibiciones y de las subidas de impuestos.
Del lado de Los Verdes también ha habido ataques a los liberales. El copresidente Robert Habeck los calificó de “asociales” e “irresponsables” por haber abandonado hace cuatro años las negociaciones para formar una coalición tripartita con los conservadores.
El exministro de Medioambiente Jürgen Trittin dijo que el actual FDP está tan a la derecha como no lo había estado desde 1968 y el copresidente del grupo parlamentario verde, Anton Hofreiter, acusó a los liberales de tratar de crear división entre los otros partidos democráticos en el rechazo a la ultraderechista AfD.
Con el resultado electoral, que hace necesaria la presencia de los dos partidos en una futura coalición de Gobierno, los insultos mutuos han cesado pero las diferencias programáticas continúan, como lo han reconocido representantes de las dos agrupaciones.
EL TEMA FISCAL
El tema fiscal es donde los dos partidos parecen estar más alejados. Los Verdes consideran que el actual freno a la deuda, que exige en tiempos normales un presupuesto equilibrado debe ser complementado con lo que ellos llaman una regla de inversiones.
Esa regla permitiría que determinadas inversiones de futuro, relacionadas por ejemplo con la protección del clima y la digitalización, serían excluidas de las cuentas del déficit.
Los liberales, en cambio, defienden el cumplimiento estricto del freno a la deuda y temen que una llamada regla de inversiones sea el comienzo de un abandono del mismo.
En la necesidad de inversiones en protección del clima y en digitalización coinciden los dos partidos pero el FDP considera que las inversiones deben salir ante todo del sector privado, para lo que hay que crear estímulos a través de alivios fiscales y simplificación de trámites para las empresas.
En el tema de rebajas de impuestos, Los Verdes son partidarios de alivios para ingresos pequeños y medianos pero a la vez de aumentos impositivos a la parte más rica de los contribuyentes, lo que es mirado por el FDP con escepticismo.
LA BUSCA DE UNA BASE COMÚN
Tras el resultado electoral verdes y liberales decidieron hablar primero entre ellos, antes de empezar conversaciones con los grandes partidos, para encontrar una base común para negociaciones de coalición.
El propósito era evitar que se repitiera lo que ocurrió hace cuatro años, cuando los liberales abandonaron una negociaciones con verdes y conservadores por considerar que estas apuntaban a un acuerdo que apenas los tenía en cuenta.
“Todo apuntaba a que verdes y conservadores iban a acordar algo que nosotros teníamos que firmar, las cosas no funcionan así”, dijo Lindner recordando lo ocurrido entonces.
Del lado verde, y también del lado socialdemócrata, se ha dicho que se necesita un acuerdo en el que todos los socios se sientan representados.
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