El 2020 empieza con la atención de Europa centrada, una vez más, en el Brexit. Aunque es prácticamente un hecho que el divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea se consumará finalmente el 31 de enero, ambas partes tendrán que negociar durante todo el año las condiciones de su nueva relación.
En diálogo con El Comercio, el internacionalista Francisco Belaunde Matossian destaca, precisamente, que el 2019 estuvo marcado en gran parte por el Brexit y la incertidumbre que ha generado en la Unión Europea (UE), aunque hay otros temas que implican grandes retos para el Viejo Continente.
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— El Brexit marcará la agenda de Europa desde el inicio del año. ¿Cómo afectará el divorcio al continente en este nuevo periodo?
La verdad es que el plazo que se ha fijado [para llegar a un acuerdo tras el Brexit] es muy corto. Muchos están muy escépticos sobre la posibilidad de que se pueda negociar a tiempo un nuevo tratado entre la Unión Europea y el Reino Unido, esas negociaciones toman dos o tres años, va a ser bastante complicado. Existe el riesgo de que al final, si no se llega a un acuerdo el 31 de diciembre, se de lo que se llama un Brexit duro, donde no habría una relación fluida comercial como la que se espera. Claro que también existe la posibilidad de que al final se extienda el plazo para permitir, justamente, que se llegue a un acuerdo.
— Aunque con un panorama más claro porque con la victoria de Boris Johnson en las elecciones pasadas se espera que el divorcio siga su proceso…
Sí. Prácticamente ya no existe duda de que al final se va a producir el Brexit, ahora el asunto es en qué condiciones.
— ¿Qué efectos pueden tener estas negociaciones en la región europea?
En realidad en la Unión Europea están deseosos de pasar a otra cosa porque esto ha sido muy desgastante desde el punto de vista político. La UE ya quiere abordar otros temas porque en este momento tiene varios desafíos por delante, entonces ellos quisieran resolver esto lo más pronto posible.
— El presidente francés, Emmanuel Macro, también vivió un año complicado con las violentas protestas de los chalecos y con la huelga general contra su reforma al sistema de pensiones. ¿Qué le espera al país galo en este nuevo periodo?
Francia está bastante convulsionado. Hay que tener en cuenta que Francia es un país muy complicado a la hora de hacer reformas. Esta no es la primera vez que se hacen intentos de reformar el sistema pensionario. Se intentó en 1995 y se vivieron varias semanas de protestas, al final el gobierno tuvo que retroceder. Además, el gobierno francés está un poco asustado con la perspectiva de que se vuelva a producir un movimiento como el que tuvo lugar en el 2018 y a inicios del 2019 con el movimiento de los chalecos amarillo. Hoy con la huelga vive una confluencia de protestas. Sin embargo, el gobierno parece mantenerse firme. Si bien está dispuesto a negociar, a retroceder en algunos puntos de su propuesta, no lo hará en los aspectos que considera medulares, como la edad de retiro que se ha fijado en 64 años.
— Y todo esto se da un contexto en el que Macron busca un mayor protagonismo en el bloque europeo…
Efectivamente, uno de los momentos que marcó el 2019 fue cuando él salió muy crítico respecto a la OTAN y dijo que estaba en estado de muerte cerebral. Eso forma parte del dedeo de Macron de que Francia sea un país que pese en la agenda internacional, al igual que él personalmente. Y quiere que esta presencia sea no solo al nivel de la OTAN, sino también al nivel de la Unión Europea, donde él tiene varias propuestas de reforma. Es curioso que tenga problemas en el frente interno pero al mismo tiempo no haya renunciado a su ímpetu reformador.
— ¿Mantendrá ampliar su liderazgo exterior?
Yo pienso que sí, eso está dentro de su forma de ser, de sus ambiciones. Yo creo que él no va a renunciar a ese deseo de liderar a todo nivel.
— ¿Ello se explica en la pérdida de peso político de Alemania?
Lo que pasa es que el gobierno de Angela Merkel está debilitado. Si bien le quedan algunos años ya se ve que es un gobierno que está de salida y su coalición está un poco fragilizada, sobre todo ahora que en el Partido Socialdemócrata hay una dirección que tira más para la izquierda, lo que por supuesto debilita la gran coalición. Algunos especulan con la posibilidad de que al final la coalición se disuelva y se produzcan elecciones adelantadas.
— ¿Cómo ve el panorama en cuanto al avance de los populismos y movimientos de extrema derecha?
La situación de los países no es la misma siempre. En el caso italiano, por ejemplo, la formación del exministro del Interior y líder de la Liga, Matteo Salvini, salió del gobierno, pero ha ganado las elecciones regionales, o sea que tiene expectativas de crecimiento aunque por ahora está fuera del gobierno. En el caso de Hungría, el primer ministro Viktor Orbán persiste en su postura francamente autoritaria, ahora quiere imprimir su marca en el mundo cultural. En Polonia hay una nueva ley en lo que concierne al poder judicial. Y todo eso pese a que tanto Polonia como Hungría están bajo procedimientos de suspensión en la Unión Europea precisamente por sus amenazas al estado de derecho. Entonces los gobiernos de derecha todavía están bien afirmados. Lo que ocurre en Alemania y Francia muestra que si bien se ven algunas reacciones la extrema derecha todavía está bien posicionada como para seguir creciendo.
— ¿Cuáles son los principales desafíos de Europa para este nuevo año?
Yo creo que no hay que olvidar el tema de la relación con China, ahora se busca que Europa pueda ser un actor de peso en cuanto a la inteligencia artificial y que pueda competir con China y EE.UU. Además, Europa tiene desafíos comerciales y el desafío climático, hay una agenda verde que ha sido anunciada por la nueva presidenta de la Comisión Europea. Por supuesto, está la relación trasatlántica, evitar que Trump vaya a imponer finalmente tarifas a una serie de productos europeos.
Hay también una polémica sobre si la UE puede seguir creciendo o no. Macron se ha puesto en particular a ver la candidatura de Macedonia. Y por supuesto está la relación con Rusia, que sigue siendo complicada y ahí Macron también se ha distinguido de sus colegas en el sentido de que ha emprendido por su lado una negociación con Moscú a pesar de que tal vez debió haberlo coordinado con la OTAN, porque finalmente la amenaza principal para la OTAN es Rusia. Tampoco hay que olvidar el tema de Turquía y la inmigración. Turquía siempre amenaza con revocar el acuerdo que se firmó con la UE para contener a los migrantes sirios, hay muchas discrepancias con Ankara en relación con la OTAN, entonces Turquía también es un tema complicado en la agenda de la Unión Europea.