Unos 600 representantes del partido de extrema derecha alemán AfD, solidario con quienes se oponen al uso de mascarillas, iniciaron el sábado un congreso inundado de polémica en un momento en que Alemania se ve sacudida por la segunda ola de la pandemia de coronavirus.
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El copresidente de Alternativa para Alemania (AfD), Tino Chrupalla, denunció desde el principio la “política de estado de emergencia” del gobierno de Angela Merkel contra el coronavirus.
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“Se están destrozando vidas, ya está en marcha una ola de bancarrotas (...) Muchas personas están perdiendo sus empleos”, dijo.
La reunión se celebra hasta el domingo en Kalkar, Renania del Norte-Westfalia, en el lugar de una antigua central nuclear que nunca entró en funcionamiento y que se ha convertido en un parque de ocio y complejo hotelero.
El líder del mayor partido de la oposición de Alemania instó a los delegados a observar estrictamente los gestos de seguridad y a usar mascarillas para poder continuar el congreso.
El AfD previó su propio servicio de seguridad para asegurarse que se apliquen las consignas en el edificio, donde se reúnen unas 800 personas, incluido personal del partido y periodistas.
Según la policía, unas 500 personas se manifestaban pacíficamente contra el congreso, tras un llamamiento del colectivo “Levántate contra el racismo” formado por oenegés, partidos y sindicatos.
“Hot spot” viral
La organización de un evento de este tipo es objeto de fuertes críticas cuando Alemania acaba de decidir reducir drásticamente los contactos ante la propagación de la pandemia.
La alcaldesa de Kalkar, Britta Schulz, denunció una decisión “irresponsable” del AfD, temiendo la aparición de un nuevo “hot spot” de infección viral.
Sin embargo, las autoridades tuvieron que dar su aprobación porque el congreso, que debe dar lugar a la elección de varios miembros de la dirección del partido, entra en la categoría de las excepciones previstas en la región.
El partido conservador de Angela Merkel, que debe elegir un nuevo líder y potencial candidato a la cancillería, ha decidido no celebrar su propio congreso, previsto a principios de diciembre, por la crisis sanitaria.
Y el partido ecologista celebró su propia videoconferencia el fin de semana pasado.
Alemania superó el viernes el millón de casos de coronavirus desde el inicio de la pandemia, con casi 16.000 muertes, según datos del Instituto Robert Koch de vigilancia sanitaria.
El país ha endurecido recientemente sus restricciones por las infecciones diarias que siguen siendo “demasiado altas”, según la canciller.
“Propaganda de guerra”
El AfD, que construyó su éxito en base a los temores de los alemanes sobre los cientos de miles de migrantes que llegaron a Alemania a partir de 2015, se unió en las últimas semanas al movimiento de protesta contra las restricciones por la pandemia.
Uno de sus líderes, Alexander Gauland, acusó recientemente al ejecutivo de utilizar “propaganda de guerra” para imponer su “dictadura coronavirus”.
Los miembros del AfD se manifiestan regularmente junto a los activistas antimascarillas.
Durante la última manifestación en Berlín, empañada por la violencia, la policía utilizó un cañón de agua.
Varios manifestantes, invitados por dos miembros de la AfD al edificio de la Cámara de Diputados, incluso interpelaron e insultaron a representantes electos, entre ellos el ministro de Economía, Peter Altmaier.
Un año antes de las elecciones legislativas, la extrema derecha está más debilitada que nunca por sus divisiones internas.
Según un sondeo del Instituto Forsa publicado el sábado, solo obtendría el 7% de intenciones de voto, su peor resultado desde julio de 2017 y lejos del 15% que tuvo en el momento más álgido de la crisis migratoria.