La gran experiencia adquirida en la búsqueda de los orígenes biológicos de los hijos de los desaparecidos durante la dictadura militar (1976-1983) ha llevado a Argentina a buscar también la identidad de bebés robados por razones económicas o sociales: 20.000 hijos y 600 madres se buscan actualmente.
“La búsqueda de los hombres y mujeres que fuimos apropiados en la dictadura también generó dudas a personas que no eran hijos naturales por otros motivos. Esas personas también necesitan respuestas y el Estado está tratando de darlas”, asegura a EFE el secretario argentino de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla.
La Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), creada en 1992 a instancias de las Abuelas de la Plaza de Mayo para la búsqueda de sus nietos, se ha volcado en localizar a esos otros niños dentro del Programa Nacional por el Derecho a la Identidad Biológica.
“La Conadi existe hace 30 años, o sea que tenemos una experticia muy grande en la búsqueda de los orígenes biológicos. Y notamos desde el principio que la apropiación de niños por razones políticas se cruzaba transversalmente con el tráfico de bebés por otras causas”, explica la directora de la Conadi, Claudia Carlotto.
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UN UNIVERSO MUCHO MAYOR
Se trata de “miles y miles de personas, no como en el caso de los hijos de los desaparecidos, que se estiman en 500″ (de los que han identificado a 132) por lo que “se han necesitado muchos recursos económicos para armar este programa”, añade la hija de Estela Carlotto, el símbolo de la búsqueda de bebés robados por la dictadura argentina.
“Pero ha llegado el momento de hacerlo y hemos puesto nuestra experiencia al servicio de esta búsqueda, que es otro universo, mucho mayor, con pactos de silencio, complicidades estatales, de médicos, de hospitales, de registros civiles, es una tarea realmente enorme”.
Aunque las asociaciones de búsqueda cifran en 3 millones las personas que desconocen su identidad en el país, Carlotto prefiere ser cauta: “Es una tarea que va a llevar un tiempo y acaba de comenzar” por lo que no es posible cuantificar los casos, aunque recuerda que la Conadi ya ha ayudado a más de 2.000 personas a conocer sus orígenes.
“Cuando acudían personas con grandes dudas acerca de su identidad, se hacía una investigación documental. Y muchos casos se resolvieron así, sin necesidad de pruebas de ADN, con libros de parto y legajos de adopciones”.
Hasta ahora “nos han contactado unas 20.000 personas que no conocen su identidad biológica, así como 600 madres que han venido a reclamar que les han robado o arrebatado a sus hijos al poco de nacer”, explica.
¿Por qué tantos hijos y tan pocas madres? “Las mamás que fueron despojadas de sus hijos, por ser pobres, menores de edad, porque la familia se avergonzaba, sienten mucho dolor, vergüenza y culpa. Queremos que comprendan que fueron víctimas y que se acerquen, porque es probable que su hijo o hija la esté buscando”.
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HERMANOS REENCONTRADOS
Gracias a la campaña “Mamás que buscan”, se han conseguido 22 encuentros de madres con sus hijos, pero “además ha sucedido un fenómeno que no esperábamos: hermanos que se han encontrado, aun sin saber quiénes son sus padres biológicos”.
“Ha sido muy emocionante”, relata Carlotto, cuya hermana Laura fue secuestrada por los militares cuando estaba embarazada en 1977 y que pudo conocer a su sobrino en 2014, tras 37 años de búsqueda.
Esa larga lucha ha convertido a Argentina en un referente mundial. “A partir de la búsqueda de quienes fuimos apropiados, se generó mucha conciencia, incluso internacionalmente: los artículos de la Convención Internacional del Niño cuentan con el derecho a la identidad gracias a la petición de Abuelas”, resalta Pietragalla.
Ahora, añade, se trabaja “con organizaciones de España y de Centroamérica, también con la política integral de Derechos Humanos, así como con Chile, Brasil, Colombia, Uruguay, Honduras”, explica el secretario, que no se olvida de la labor del equipo argentino de antropología forense, que ha “formado profesionales por todo el mundo”.
Y sobre los miles de bebés robados en España durante la dictadura franquista, una práctica que se extendió hasta los años 90, Pietragalla tiene claro que fue un plan de tráfico de menores similar al argentino, pero el régimen de Franco “duró muchos años y aniquiló el componente de resistencia”.
Además, “en Argentina nadie discute este tema, ya está saldado, hay un consenso total”, como demuestra que “hace poco se intentó beneficiar a los genocidas con una reducción de las condenas y el pueblo argentino salió a la calle con el apoyo de todos los partidos políticos”.
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