Lesbiana, judía y espía para la resistencia, Felice Schragenheim tenía 20 años en 1942 cuando se desató la Segunda Guerra Mundial y los judíos estaban siendo llevados a campos de concentración.
A pesar de sus varios intentos, no pudo huir de Alemania y tuvo que quedarse en Berlín. Sin embargo, tomó una decisión riesgosa y se camufló bajo la identidad de Felice Schrader, para, además de todo, trabajar en una publicación nazi que le permitía tener información de relevancia para la resistencia judía, de la cual era parte.
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Felice, entonces, se convirtió en una espía y sin eso ser suficiente para estar en una posición peligrosa durante la época, también era una mujer lesbiana con varios amoríos. Teniendo en cuenta que en este momento la persecución no era solo hacia los judíos, sino también hacia los homosexuales y en general las personas pertenecientes a la comunidad LGBTIQ+, Felice se encontraba en una situación bastante peligrosa.
Pero, como muchas situaciones de la vida, su último y gran amor fue toda una ironía. Elisabeth Wust fue una mujer una alemana creyente en el régimen de Hitler y en las ideas de la supremacía aria. Estaba casada con un héroe de guerra nazi y fue madre de cuatro hijos, que nacieron con el objetivo de “la regeneración de la raza”. Elisabeth era una mujer, no sólo completamente contradictoria a Felice, sino que también era de suma importancia para la sociedad alemana de ese entonces, que hasta la condecoró por darle más hijos varones a Hitler.
¿Cómo surgió la historia de amor?
Su historia de amor quedó retratada en el libro ‘Aimée y Jaguar’, de Erica Fischer, que se escribió a partir de las cartas, poemas y fotografías que fueron entregadas por la misma Elisabeth al Museo Judío de Berlín.
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Felice y Wust se conocieron por la mujer que trabajaba en la casa de Wust, que también era parte de grupos de la resistencia judía junto con Felice. Su atracción fue casi que inmediata, pues Wust en ese momento no sabía la verdadera identidad de Felice.
Por cortos meses mantuvieron una amistad en la que Felice no ocultaba su interés por Wust. La espía le regalaba flores, poemas y el esposo de Wust, en las ocasiones que se encontraba en casa, se sentía tranquilo con que ahora su esposa tuviese un círculo de amigas que seguían sus ideales.
Para inicios de 1943, y tras una estadía de Wust en el hospital, ella y Felice, según lo registra su diario, compartieron su primer beso. A partir de allí, y debido a que el esposo de Wust se encontraba posicionado permanentemente lejos de Berlín, Felice se mudó a la casa de Wust, donde también estaban sus hijos.
Sin embargo, la situación en cuanto a la guerra se complicaba, pues cada día eran más los judíos llevados a campos de concentración y los enfrentamientos entre el Eje y los Aliados solo se volvían cada vez más violentos, por lo que Felice se ausentaba largas horas, mientras intentaba esconder a judíos dentro de casas de alemanes simpatizantes con la resistencia, ayudaba con información o intentaba conseguir documentación falsa para que quienes vivían ocultos pudieran salir del país.
Estos tiempos por fuera del hogar que ahora compartían las dos amantes causó varias peleas entre ellas, a tal punto que Felice decidió decirle a Wust su verdadera identidad. De acuerdo con sus cartas y diarios, esto solo hizo que las dos mujeres se unieran más en su relación.
A pesar de su amor, la guerra continuaba empeorando e incluso el mismo círculo de resistencia de Felice decidió intentar escapar de Alemania, con excepción de ella.
Un día de agosto de 1944, cuando las dos mujeres volvieron de un día en un lago de Alemania, la Gestapo -policía secreta que trabajaba para Hitler- se encontraba en su casa preparada para arrestar a Felice.
¿Qué pasó después?
Desde allí, su historia no fue diferente a la de otro judío que haya sufrido las violentas agresiones que ocurrían en los campos de concentración, Felice fue enviada a Theresienstadt.
Por influencia de Wust, lograron que se pudiera enviar alguna ropa y que se les permitiera el intercambio de correspondencia, aunque esta última se les dificultó poco tiempo después, ya que empezaron a mover a Felice de lugar con bastante frecuencia. El último campo fue el de ‘Auschwitz’.
Para finales de ese mismo año, Felice envió lo que sería su última carta, en la que agradeció por la ropa que le permitió soportar el invierno y finalizó diciendo: “Te quiero mucho. A ti, a tus padres y a los chicos, todo mi amor, Jaguar”. Esos eran sus apodos, ‘Jaguar’, para Felice, y ‘Aimée’, para Elizabeth. No se tiene una fecha exacta de su muerte, ni se conoce cómo sucedió, pero Wust continuó su legado y ayudó a tres mujeres judías más antes de que acabara la guerra.
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