Cuando el padre de su hija fue enviado a prisión por abuso sexual infantil, Bethan* se horrorizó al descubrir que aún podría tener contacto con la pequeña una vez que fuera liberado. Era un riesgo que no estaba dispuesta a correr.
Afuera de una sala del tribunal de Cardiff, en Gales, una joven elegantemente vestida espera sentada ansiosamente.
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Bethan nunca antes había estado dentro de un tribunal de familia, pero está aquí para tratar de proteger a su hija, cuyo padre fue condenado por delitos de pedofilia y actualmente se encuentra en la cárcel.
Cuando fue sentenciado, hace algunos meses, recibió una orden que le prohibía cualquier contacto futuro con niños, pero esa prohibición no le impide buscar contacto con su propia hija.
Él y Bethan estaban casados cuando nació su hija, por lo que él conserva los derechos paternales, lo que le permite al menos opinar sobre la salud, la educación y las condiciones de vida de la niña.
Bethan está “absolutamente petrificada” por lo que sucederá una vez que salga de prisión.
Teme que algún día él saque a su hija de la escuela sin que ella lo sepa, y la única manera de recuperarla será recurriendo al tribunal de familia. Y mientras a tenga su hija, podría hacerle a ella lo que le hizo a los otros niños de los que abusó.
“Nunca me lo perdonaría”, dice.
Con el apoyo de sus padres, Bethan dio el paso excepcional de pedir al tribunal que retire los derechos paternales de su exmarido y prohíba todo contacto (directo, indirecto y a través de las redes sociales) hasta que su hija cumpla 18 años.
A pesar de la gravedad de los crímenes de su expareja, a Bethan se le ha advertido que es probable que este proceso sea difícil. Ella describe a su exesposo como “manipulador” y teme que pueda convencer al tribunal de su arrepentimiento.
Bethan no tiene derecho a asistencia jurídica e incluso antes de la primera audiencia, los costos de sus abogados están aumentando.
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El caso de Bethan será escuchado en un tribunal de familia, donde se manejan las disputas entre padres, que a menudo involucran a niños vulnerables.
Hasta hace poco, los casos se examinaban en privado y a los periodistas no se les permitía informar sobre ellos.
Pero desde enero, a los periodistas acreditados se les ha permitido acceder a los tribunales de familia en Leeds y Carlisle, en Inglaterra, y Cardiff en Gales, lo que permite un escrutinio más detallado de las acciones de las autoridades locales y los tribunales, bajo estrictas reglas de anonimato.
La BBC ha estado siguiendo el caso de Bethan durante los últimos seis meses.
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En el tribunal, Bethan se sienta detrás de una mampara para que no la vean.
El padre de su hija, que no tiene abogado, aparece por videoconferencia desde la prisión y se muestra en una pantalla gigante. Se ve pequeño, sentado detrás de una mesa larga, con papeles extendidos frente a él.
También está allí un trabajador social del servicio de asesoramiento sobre tribunales de menores y familia de Gales.
La expareja de Bethan le dice al tribunal que acepta que está en prisión por delitos de “naturaleza muy grave” y dice que “quiere estar presente para su hija”, en caso de que ella quiera tener una relación con él.
Le ha estado escribiendo cartas todas las semanas, que actualmente no puede enviar.
Después hace lo que parece un alegato sincero: es un padre “que ama a su hija” y se le quiebra la voz cuando le dice al tribunal que “desearía poder estar allí” para ella.
Para Bethan es “simplemente insoportable” escucharlo, e “increíblemente doloroso” intentar reconciliar a este hombre con “los horrores por los que hizo pasar a esos niños”.
La hija de Bethan es uno de los más de 80.000 menores atrapados en procedimientos privados de derechos de familia.
En 2022, el promedio de casos privados de derechos de familia en Inglaterra y Gales tardaba unos 10 meses, o casi 45 semanas; es un sistema “en crisis”, según la Law Society, (la Asociación de Abogados de Inglaterra y Gales).
Pero por ley, los derechos paternales son “absolutos” y sólo pueden gestionarse mediante orden judicial, explica la abogada Hannah Markham, presidenta del Colegio de Abogados de Derecho de Familia.
“Incluso si alguien está en prisión por delitos de pedofilia muy graves, conserva la responsabilidad parental”, afirma.
Y describe a Bethan como “valiente” por seguir adelante con el caso.
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Durante las siguientes semanas, la trabajadora social pasa tiempo con Bethan y su hija y visita al padre en la cárcel.
El caso avanza rápidamente y Bethan regresa al Centro de Justicia Familiar de Cardiff tres meses después.
El informe de la trabajadora social es muy crítico con el exmarido de Bethan.
El hombre parece derrumbarse y dice que “lamenta no poder ser el padre que su hija merece”, antes de dar las gracias al tribunal.
Dice que espera que pueda volver a ser evaluado cuando sea liberado y solicita un informe anual que detalle cómo le está yendo a su hija.
Para Bethan, este tipo de contacto indirecto le resulta inaceptable. Cuando su abogado pregunta qué valor tendría tal informe, el padre de su hija interviene: “Para mí tendría un gran valor”, afirma.
A medida que avanza el caso, las facturas legales de Bethan siguen acumulándose. Para ayudarla con los gastos, sus padres ampliaron la hipoteca de su casa, algo que “cambiará significativamente su futuro”. Pero su prioridad es proteger a la familia.
“Lo siento por la gente que no puede encontrar ese dinero”, dice el padre de Bethan. “Están en una situación horrible”.
El caso “se ha apoderado” de todas sus vidas, pero en comparación con muchos otros casos en tribunales de familia, éste avanza rápidamente: la fecha de la audiencia final es en menos de dos semanas.
De vuelta en el tribunal, el juez resume las conclusiones de la trabajadora social.
Bethan está “enormemente aliviada” de que decidan que su hija debería vivir siempre con ella, mientras que la responsabilidad parental de su expareja será “ampliamente restringida”.
Además de los delitos por los que está en prisión, el juez dice que el hombre también admitió haber visto material de abuso sexual infantil que presentaba incesto y haber acosado sexualmente a una joven vulnerable.
Se trata de “un riesgo extremadamente alto”, afirma el juez, y no permite que el padre solicite informes anuales.
El juez otorga una orden de restricción, que hará más difícil que el exmarido de Bethan solicite cambiar la decisión una vez que salga de prisión.
Se le informará si su hija tiene una enfermedad terminal o si se han mudado a otro país, pero no se le dirá dónde se encuentran.
Para Bethan, que ha pasado horas investigando sobre el derecho de familia y que ha leído numerosos relatos de padres que no obtienen la decisión que esperaban, es un “enorme alivio”.
“Estoy muy agradecida”, dice.
Los padres de Bethan también están muy contentos.
“Por primera vez en tres años mi hija será libre para poder criar a su hija de una manera normal, feliz y saludable”, señala la madre de Bethan. “No podemos explicar lo insoportablemente doloroso que ha sido”.
Además del impacto emocional que supone presentar el caso, también ha tenido un costo significativo: más de 30.000 libras esterlinas (US$37.000).
La familia cree que otros podrían evitar casos judiciales igualmente costosos si se cambia la ley para suspender automáticamente los derechos paternales de los pedófilos cuando sean sentenciados, y sólo restaurarlos si el delincuente lo solicita en un tribunal de familia.
El Ministerio de Justicia británico le dijo a la BBC que están “revisando cuidadosamente el enfoque del acceso de los padres para garantizar que todos los niños estén seguros”.
Para la abogada Hannah Markham, cambiar la asistencia jurídica podría ser una forma más rápida y eficaz de permitir que más padres como Bethan acudan a los tribunales, y espera que este caso sirva de precedente.
“Cuanto más se publique y se hable de ello, más se educará a otras personas para que sepan que esto es lo correcto”, afirma.
Bethan y sus padres creen que la presencia de periodistas en los tribunales bajo el nuevo esquema de transparencia realmente los ha beneficiado y también será útil para otros en el futuro.
Ahora Bethan dice que su hija “puede tener una infancia normal y estar segura”.
Y un día, dice Bethan, le hablará a su hija sobre su padre, con sensibilidad y cuidado, cuando tenga edad suficiente.
*Esta historia utiliza un nombre falso para proteger la privacidad de Bethan.
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