A menudo llamado el “Trump neerlandés” por su pelo oxigenado y sus comentarios incendiarios, Geert Wilders y su mensaje antislam, antinmigración y anti Unión Europea parecen haber alcanzado la victoria tras mucho tiempo en política.
Los sondeos a pie de urna de las elecciones legislativas del miércoles en Países Bajos sitúan a su Partido por la Libertad (PVV) como primera fuerza parlamentaria con 35 escaños, diez más que su principal perseguidor.
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Llamando a los marroquíes “escoria” y organizando concursos de caricaturas del profeta Mahoma, Wilders construyó una carrera a partir de su autoproclamada misión de detener una “invasión islámica” en Occidente.
Ni sus roces con la justicia neerlandesa, que lo declaró culpable de insultar a los marroquíes, ni las amenazas de muerte, que le mantienen bajo protección policial desde 2004, lo desanimaron.
“No me arrepiento de haber luchado por la libertad”, declaró Wilders a la AFP en una entrevista en vísperas de las elecciones de 2021. “Claro que tomo posición, me están atacando, están atacando mi país”.
Y parece que a la sexta vez, Wilders triunfó en los sondeos después de suavizar parte de su retórica populista y centrarse en otras preocupaciones de los votantes.
Hay “problemas más graves que luchar contra la oleada de demandantes de asilo e inmigrantes”, declaró en uno de los últimos debates de las elecciones, al añadir que podría dejar de lado algunas de sus posiciones antislam, prometiendo centrarse más en “la seguridad y la sanidad”.
A los neerlandeses les sigue importando frenar la inmigración, pero les preocupa más “si les queda más dinero en la cartera”, añadió.
“Deliciosos bufés”
Sin embargo, el manifiesto de su formación, el Partido por la Libertad (PVV), conservó su característico tono xenófobo.
“Los solicitantes de asilo disfrutan de deliciosos bufés gratuitos en los cruceros, mientras que las familias neerlandesas tienen que recortar sus compras”, rezaba el documento.
Las medidas antinmigración propuestas incluyen el restablecimiento de los controles fronterizos neerlandeses, la detención y deportación de los inmigrantes ilegales, la devolución de los solicitantes de asilo sirios y la reintroducción de permisos de trabajo para los trabajadores intracomunitarios.
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En cuanto al islam, el manifiesto del PVV dice que “Países Bajos no es un país islámico. Ni escuelas islámicas, ni Coranes, ni mezquitas” y propone prohibir el uso del velo en los edificios gubernamentales.
En política exterior, aboga por “Países Bajos primero”, pero también propone cerrar su oficina de representación en la ciudad palestina de Ramala y estrechar lazos con Israel, en particular trasladando su embajada a Jerusalén.
Un “referéndum vinculante” sobre un “Nexit” -la salida de Países Bajos de la UE- también figura en el programa, así como un “cese inmediato” de la ayuda al desarrollo.
Un mundo “muy pequeño”
Wilders, nacido en 1963 en Venlo, en el sur cerca de la frontera alemana, creció en una familia católica junto a su hermano y dos hermanas. Su madre era medio indonesia, un hecho que rara vez menciona.
Su interés por la política surgió en la década de 1980, según declaró su hermano mayor, Paul, a la revista Der Spiegel.
“En aquella época no era claramente ni de izquierdas ni de derechas, ni xenófobo. Pero le fascinaba el juego político, la lucha por el poder y la influencia”, explicó Paul Wilders.
Su odio hacia el Islam parece que se desarrolló lentamente. Wilders pasó algo de tiempo en Israel, en un kibutz donde vio de primera mano las tensiones con los palestinos.
También le impactaron los asesinatos del líder ultraderechista Pim Fortuyn en 2002 y del cineasta radical antislam Theo van Gogh en 2004.
Entró en política en 1998 con el partido Liberal VVD, pero en 2006 fundó su propio partido que en 2017 llegó a ser la segunda formación parlamentaria.
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Pero Wilders también parece una figura solitaria. Se casó con una mujer húngara pero no tuvieron hijos. En sus cuentas sociales, los mensajes antislam se combinan con las fotografías de sus gatos.
Su partido gira en torno a él y el amplio dispositivo de seguridad a su alrededor le permite poco contacto con el mundo exterior.
“El mundo de Geert se ha vuelto muy pequeño”, dijo su hermano a Der Spiegel. “Consiste en el Parlamento, los actos públicos y su apartamento. Apenas puede ir a otro sitio”.
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