El presidente ruso, Vladimir Putin, acusó a los líderes del Grupo Wagner implicados en el levantamiento del sábado pasado de querer “ver a Rusia ahogada en luchas sangrientas”.
En un discurso televisado breve lleno de duras críticas, Putin prometió llevar a los organizadores de la revuelta “ante la justicia”.
MIRA: Qué es el Grupo Wagner, el cuerpo de mercenarios de Rusia en Ucrania (y cómo opera)
Pero llamó a las tropas regulares de Wagner “patriotas”, a quienes les permitirá sumarse al ejército ruso, irse a Bielorrusia o volver a casa.
En su discurso, el presidente ruso no nombró directamente al jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin, que rechazó las acusaciones de haber intentado derrocar el régimen de Putin.
Wagner es un ejército privado de mercenarios que ha estado luchando junto al ejército regular ruso en Ucrania.
Para Prigozhin, la breve rebelión fue una respuesta de Wagner a los planes del gobierno de tomar el control directo de su organización, según dijo en una declaración de audio publicada en Telegram este lunes.
En junio, Rusia dijo que se les pediría a las “formaciones de voluntarios” que firmaran contratos con el Ministerio de Defensa, una medida considerada una amenaza al control de Prigozhin sobre Wagner.
Prigozhin, que no está claro dónde se encuentra ahora ni qué hará a continuación, ha dicho en sus primeras declaraciones desde la rebelión que el levantamiento era un modo de protesta por los errores cometidos por los funcionarios de Defensa en la guerra con Ucrania.
Prigozhin insistió en que Wagner había actuado siempre a favor de los intereses de Rusia.
Además aseguró que frenó el motín para no “derramar la sangre de los soldados rusos” e insistió en que no tenía intención de derrocar a las autoridades electas rusas.
En su breve discurso a la sociedad rusa, Putin dijo este lunes que los organizadores del levantamiento serían “llevados a la justicia” y dijo que su antiguo aliado Prigozhin apuñaló a Rusia por la espalda.
Putin utilizó el discurso como un intento de reafirmar su autoridad y aplastar la opinión ya extendida de que su respuesta al motín de Wagner fue débil.
Su tono en el breve discurso grabado era furioso, con los labios curvados.
El mensaje del presidente era que los que habían organizado una insurrección habían traicionado a su país y a su pueblo, y que estaban haciendo el trabajo de todos los enemigos de Rusia al intentar arrastrarla al derramamiento de sangre y a la división.
Putin acusó a Occidente de querer que los rusos “se maten unos a otros”.
Por su parte, el presidente estadounidense, Joe Biden, declaró el lunes en rueda de prensa que Estados Unidos y sus aliados no estaban implicados en la rebelión de Wagner.
Putin argumentó que su propia gestión ante la crisis había evitado el desastre, a pesar de que no es esa la lectura que muchos rusos hacen de lo que vieron el fin de semana.
También dijo que mantendrá su promesa de permitir la salida hacia Bielorrusia de las tropas Wagner que no se “volcaron en la sangre fratricida”.
“Doy las gracias a los soldados y comandantes del Grupo Wagner que tomaron la única decisión correcta: no se volvieron hacia el derramamiento de sangre fratricida, se detuvieron en la última línea”, dijo.
“Hoy tienen la oportunidad de continuar su servicio para Rusia firmando un contrato con el [Ministerio de Defensa] u otras estructuras militares y policiales, o de volver con su familia”.
“Los que quieran pueden marcharse a Bielorrusia. La promesa que hice se cumplirá”.
Putin afirmó que “se tomaron medidas para evitar un gran derramamiento de sangre” al principio del motín, y que sus organizadores “se dieron cuenta de que sus acciones eran criminales”.
Además celebró la unidad de la sociedad rusa y agradeció al líder bielorruso, Alexander Lukashenko, de quien se dice que negoció el acuerdo para poner fin al motín, por sus esfuerzos por resolver la situación de forma pacífica.
El discurso del presidente sobre un país unido tras él contrasta fuertemente con las imágenes del sábado de la ciudad meridional de Rostov, donde el grupo Wagner había tomado el control y la gente del lugar aplaudía a los combatientes en las calles, abrazándose y posando para selfies.
Probablemente por eso Putin ofreció a los miembros de Wagner una salida, sugiriendo que habían sido engañados y utilizados.
Las luchas internas llegaron a su punto álgido el viernes por la noche, cuando mercenarios de Wagner cruzaron la frontera desde sus campamentos en Ucrania y entraron en la ciudad meridional de Rostov del Don, desde donde se dirige la guerra de Rusia.
A continuación, al parecer, se hicieron con el mando militar regional mientras una columna de vehículos militares se dirigía hacia el norte, en dirección a Moscú.
Prigozhin afirmó que su “marcha de la justicia” evidenció “graves problemas de seguridad en todo el país”.
También mencionó el papel que Lukashenko había desempeñado como mediador en el acuerdo para poner fin al motín, afirmando que el dirigente había ofrecido a Wagner una forma de seguir operando en una “jurisdicción legal”.
El jefe de los mercenarios reconoció que su marcha había provocado la muerte de parte de las tropas rusas cuando los mercenarios de Wagner derribaron los helicópteros atacantes.
Pero añadió que “ni un solo soldado murió sobre el terreno”.
“Lamentamos haber tenido que atacar a las aeronaves, pero ellas nos estaban atacando con bombas y misiles”, declaró.
James Gregory y Sarah Rainsford
Corresponsales de BBC News en Europa del Este
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