Los acontecimientos de este fin de semana suponen uno de los desafíos más claros al poder de Vladimir Putin desde el comienzo de la invasión rusa a Ucrania el año pasado.
El Grupo Wagner, un ejército privado de mercenarios que han estado luchando del lado de las fuerzas rusas en el conflicto con Kyiv, se rebeló contra los altos mandos militares rusos y avanzó este sábado hacia el interior de Rusia, en dirección a Moscú, quedándose a 200 km de la capital.
MIRA: Qué es el Grupo Wagner, el cuerpo de mercenarios de Rusia en Ucrania (y cómo opera)
El presidente Putin acusó al líder de Wagner, Yevgeny Prigozhin, de traición, de embarcarse en una rebelión armada y de darle a su país lo que calificó como “una puñalada en la espalda”.
Prigozhin, una de las figuras más importantes de Rusia y exaliado de Putin, dijo que su objetivo no era “un golpe militar sino una marcha por la justicia”.
Sin embargo, cuando caía la tarde en Rusia, Prigozhin anunció que su grupo daría media vuelta y regresaría a sus bases, tras alcanzar un acuerdo con el presidente de Bieolorrusia, Alexander Lukashenko, que actuó como mediador.
Durante meses, Prigozhin ha jugado un rol vital en la campaña militar de Rusia en Ucrania, reclutando a miles de soldados para su grupo de mercenarios, especialmente de las cárceles rusas.
Está desde hace tiempo involucrado en una disputa abierta con los jefes militares rusos que comandan la guerra, una tensión que desde el viernes se fue transformando en una revuelta.
Las fuerzas de Wagner cruzaron desde el territorio ocupado en el este de Ucrania hacia la ciudad rusa de Rostov del Don, y aseguran haber tomado allí el control de sus instalaciones militares.
Putin reconoció que la situación es difícil, pero prometió hacer todo lo posible para defender a Rusia.
Todas las afirmaciones de que estaba en marcha un golpe militar son absurdas, afirmó el propio Prigozhin.
Pero lo que comenzó como una disputa sobre el hecho de que los militares rusos no les brindaron a sus mercenarios suficientes equipos y municiones, se convirtió en un desafío directo a los dos hombres encargados de liderar la guerra en Ucrania: el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, y el jefe de las fuerzas armadas, Valery Gerasimov.
Por el momento esto no es un golpe, ya que no ha habido un intento de tomar el poder de manos del gobierno. La “compañía militar privada” tampoco representa a los militares, aunque dice contar con un apoyo generalizado.
Pero es un intento de derrocar a los altos mandos de Rusia y, por lo tanto, un desafío a la autoridad del presidente Putin. Y aunque fue el presidente ruso quien permitió que Prigozhin y sus fuerzas se implicaran en la guerra, Putin ya no tiene control sobre él.
El Kremlin se está tomando esto muy seriamente. Toda la región de Moscú ha sido puesta en alerta y bajo un estricto “régimen de operaciones antiterroristas” y los principales eventos previstos en la capital rusa han sido cancelados.
Se han tomado medidas similares en la región de Voronezh, cerca de la forntera noreste con Ucrania.
“Hay 25.000 de nosotros”, afirmó Prigozhin. “Todo el que quiera, que se una”.
Esto no es suficiente para amenazar al presidente Putin, pero sí es un desafío a los líderes militares rusos.
El líder del Grupo Wagner niega estar traicionando a Rusia, y, en una abierta crítica al presidente, dice que este está “profundamente equivocado”.
Su idea de una “marcha por la justicia” es vaga, pero su disputa con los líderes militares rusos claramente se ha intensificado tan rápido que quiere defenestrarlos.
En un video puede verse a Prigozhin diciéndole a un viceministro de defensa y a un general en Rostov el viernes que hasta que las dos principales figuras militares vayan y hablen con él, sus mercenarios bloquearán la ciudad y se dirigirán a Moscú.
La pelea no es con los soldados rusos en Ucrania, sino con los “payasos” que los lideran, argumenta Prigozhin.
Varios generales le han pedido que se calme, pero parece ser demasiado tarde.
Prigozhin ha sido durante mucho tiempo un aliado cercano del presidente Putin y ha prosperado bajo su mando, primero como un rico hombre de negocios y luego como un jefe mercenario.
Un gran número de combatientes del Grupo Wagner murió en la amarga campaña para apoderarse de Bajmut en el este de Ucrania, que duró meses y nunca se logró por completo.
Prigozhin culpó a los altos mandos militares de la escasez de proyectiles, con videos gráficos y diatribas en las redes sociales llenas de insultos que exponen las fallas y las fracturas dentro del ejército ruso en Ucrania.
Nunca dirigió su ira directamente hacia el presidente, pero sus referencias sarcásticas al “abuelo feliz” fueron interpretadas ampliamente como una crítica indirecta a Putin.
El mes pasado, preguntó como Rusia podría ganar, si resultaba que “este abuelo era un completo idiota”.
A principios de junio, el presidente Putin apoyó una medida del ministro de Defensa Sergei Shoigu que disponía que todos los grupos mercenarios en Ucrania debían firmar un contrato con el ministerio de Defensa para el 1° de julio.
Prigozhin se negó, afirmando que esta medida suponía un desafío a su autoridad.
En una extensa diatriba el 23 de junio, les dijo a los rusos que toda la justificación de su guerra era una mentira y simplemente una excusa para que “un pequeño grupo de cabrones” se promocione y engañe al público y al presidente.
Desde entonces, una serie de eventos se desencadenó rápidamente.
Este no es un desafío directo a la guerra de Rusia en Ucrania o al liderazgo del presidente.
Pero es lo suficientemente grave como para que el líder ruso diera un discurso televisado de cinco minutos en un tono decidido e intransigente.
Prigozhin amenazó no solo con establecer un campamento en Rostov, sino con dirigirse a Moscú si no se cumplen sus demandas militares
Hasta ahora, solo se había enfrentado con el liderazgo militar ruso para que aumentara los suministros de armas. Ahora se enfrenta al liderazgo mismo.
Prigozhin cuenta con un apoyo público sustancial en Rusia e, incluso si su desafío se desmorona, este es un momento de crisis para un ejército que ha confiado en sus mercenarios en Ucrania.
Pero este también es un momento decisivo para el liderazgo de Putin y una llamada de atención para los rusos. Es demasiado pronto para decir cómo terminará lo que está sucediendo.
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