La guerra en Ucrania mantiene destrucción y desolación en parte de Europa del este. Las tropas invasoras de Rusia llevan más de tres meses intentando tomar el control total del país, en medio de fuertes bombardeos que el Ejército ucraniano busca detener.
Más de siete millones de desplazados dentro del país calcula la Agencia de la ONU para los Refugiados. Entre los que empacaron las maletas para huir estuvo una familia de la ciudad Gostómel, norte de Ucrania. Con el tiempo contado, Kateryna Tytova, su esposo y sus dos pequeños decidieron abandonar la casa y huir a zonas seguras en marzo pasado.
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Un perro como testigo de la guerra
No pudieron llevarse todas sus pertenencias, ya que solo lograron llevar consigo un poco de ropa. Dejaron atrás lo que habían construido con el trabajo de tantos años. El infortunio también los obligó a abandonar a su perro.
“En medio del horror de ser el objetivo de Rusia y nuestra prisa desesperada por irnos, tuvimos que tomar la desgarradora decisión de dejar atrás a Belyi”, recordó la mujer, de 35 años, en charla con el diario The Sun.
El temor a ser impactados por un misil no cesaba por aquellos meses. De hecho, Tytova fue portada de medios internacionales porque un fotógrafo de la agencia Reuters la captó mientras corría de la mano con su pequeña hija. Lucían cansadas, pero aún así no dejaban de trotar como un escape a la muerte.
Se refugiaron por unas semanas en la capital Kiev y luego en la ciudad al oeste de Leópolis. Pero la incertidumbre se apagó cuando se enteraron de la retirada de los soldados rusos de Gostómel. No dudaron ni un segundo en retornar, ya que no podían cortar de raíz la vida que llevaban allí.
La cantidad de escombros que encontraron a su regreso fue opacada cuando Belyi, un husky siberiano de color blanco, se lanzó contra sus cuerpos menando la cola y saltando de la felicidad por verlos.
“Estaba esperando pacientemente como si hubiéramos salido de compras, en lugar de estar fuera durante meses después de haber corrido para salvar nuestras vidas”, comentó Tytova al diario británico.
El animal no fue víctima de ningún bombardeo; seguía vivo para sorpresa de ellos. “Es nada menos que un milagro que haya sobrevivido sin nosotros”, añadió. Aunque en los primeros días la familia le dejó comida y agua, unos vecinos lo sacaron de la propiedad y lo cuidaron por estos meses. Sin embargo, siempre se rondaba por la casa en busca de sus dueños hasta que por fin los vio de vuelta.
Kateryna Tytova intenta reconstruir el hogar que halló saqueado, sucio y en parte destruido. A lado de Olexandr, su esposo, y Makar y Tajisia, sus dos niños, esperan recuperar un poco de la cotidianidad que les despejaron.
“Lloro al ver lo que queda de nuestro pueblo ahora. Pero el hecho de que Belyi esté vivo se siente como un regalo y algo positivo a lo que aferrarse mientras tratamos de reconstruir nuestras vidas destrozadas”, expresó.
Gostómel fue una de las ciudades que los rusos tomaron tan pronto comenzó la invasión a Ucrania. Allí destruyeron el avión más grande del mundo y asesinaron al alcalde en una de sus calles. En abril pasado inició la retirada. Ahora que está libre de invasores, la urbe busca rehacerse. De hecho, el multimillonario Richard Branson la visitó en las últimas semanas y se mostró interesado en ayudar a la reconstrucción del aeródromo de Antonov.
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