Iryna lo dejó todo en Leópolis: una familia desplazada desde Kiev vive ahora en su casa y usa su ropa. Un día se despertó y huyó a Polonia “sin ningún plan” más que escapar de la guerra, y ahora deposita sus esperanzas en el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
En el país donde más refugiados ucranianos han huido desde el comienzo de la invasión rusa, cientos de personas siguieron expectantes este sábado el discurso de Biden en Varsovia, deseosos de escuchar algo nuevo que pudiera ayudar a sus seres queridos en Ucrania.
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“Quiero que cierre el cielo, porque si cierra el cielo, mis amigos y mi familia, toda la gente que conozco, estarán a salvo”, dijo Iryna, de 27 años, en una entrevista con Efe en el castillo real de Varsovia, donde Biden dio un discurso antes de terminar su gira europea.
Iryna se refería al establecimiento de una zona de exclusión aérea sobre Ucrania, una opción que podría obligar a EE.UU. a derribar aviones rusos y que tanto Biden como la OTAN han descartado rotundamente, por temor a que derive en una guerra mundial.
A Iryna y otros ucranianos presentes entre el público, ese razonamiento de la Casa Blanca les sonaba lejano y burocrático: son sus familiares los que siguen en Ucrania, son ellos los que tienen que escribirles cada día sin saber si responderán.
“¡Cierre el cielo! ¡Armas para Ucrania!”, clamaron una y otra vez decenas de asistentes al acto una vez que Biden dejó de hablar y abandonó el palacio.
EL DESEO DE VOLVER
El mandatario no anunció en su discurso más ayuda para Ucrania, aunque el jueves prometió 1.000 millones de dólares adicionales para el país y en el último mes ha enviado miles de misiles Javelin, lanzacohetes antitanque, drones, lanzagranadas, armas y municiones.
Esa ayuda sigue sin ser “suficiente”, según Walentyn, un ucraniano que vive en Varsovia desde hace diez años y que opina que sus compatriotas necesitan urgentemente “más armas”.
Walentyn, de 26 años, escuchó a Biden acompañado de su madre, su tía y sus tres primos pequeños, a los que acogió en su apartamento después de que huyeran a Polonia, una semana después de empezar la invasión.
“Cuando acabe la guerra, ellas quieren volver”, aseguró a Efe sobre sus familiares, que vivían en el oeste de Ucrania.
Cerca de él, Julia Moskovets se envolvía en una bandera de Ucrania y se hacía selfis con los carrillos pintados de azul y amarillo.
“Mi familia está a salvo, pero no sé cuánto más tiempo lo estará”, confesó a Efe la ucraniana de 29 años, que lleva cinco viviendo en Varsovia y cuyos seres queridos siguen en su ciudad de Poltova, en el este ucraniano.
“Quiero más ayuda para Ucrania, munición para mi país, (quiero que Biden) ayude a mi gente a sobrevivir a esta situación”, subrayó.
LOS QUE QUEDARON ATRÁS
Horas antes, Biden se había reunido con algunos de los más de 2,17 millones de refugiados que han huido a Polonia, y cuya llegada ha añadido más de 300.000 habitantes a la población de la capital polaca en cuestión de semanas.
“Todos esos niños me han dicho: ‘Rece por mi padre, por mi abuelo, por mi hermano que está allí, luchando”, afirmó Biden a los periodistas que le acompañaron.
El presidente aseguró que él mismo sabe lo que es “tener a alguien en una zona de guerra”, porque su hijo Beau, fallecido en 2015 por un cáncer cerebral, combatió en la guerra de Irak.
“Cada mañana te despiertas y te preguntas (cómo estará). Rezas para no recibir esa llamada”, relató.
Como los niños que hablaron con Biden, Iryna tiene todavía en Ucrania a su “futuro marido”, a su padre y a su abuelo, que se quedaron por si fuera necesario combatir mientras ella tomaba la difícil decisión, el quinto día de la guerra, de marcharse a Varsovia junto a su madre.
Aunque de momento está en casa de unos familiares, no quiere ni pensar en la posibilidad de tener que seguir fuera de Ucrania a largo plazo.
“Teníamos planes para el futuro. Nos graduamos de la universidad, logramos algo en la vida, y ahora lo hemos perdido todo”, lamentó.
Antes de marcharse de Leópolis, Iryna decidió acoger en su casa a una familia con dos niños pequeños que había huido de Kiev, y todavía le resulta extraño pensar que ahora son ellos los que duermen en su cama y usan su ropa.
Se le saltan las lágrimas al enumerar lo que dejó atrás de la noche a la mañana: su perro, su guitarra, su cámara de fotos.
“Realmente creo que el presidente Biden nos ayudará a los ucranianos, nos dará soluciones a la situación, porque esto es una pesadilla”, concluyó.
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