Bajmut yace en ruinas.
Durante más de siete largos meses, esta pequeña ciudad industrial en el este de Ucrania ha sido golpeada con dureza por las fuerzas rusas.
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Según su teniente de alcalde, Oleksandr Marchenko, solo quedan unos pocos miles de civiles viviendo en refugios subterráneos sin agua, gas ni electricidad. “La ciudad está casi destruida”, aseguró a la BBC. “No hay un solo edificio que haya permanecido intacto en esta guerra”.
Entonces, ¿por qué Rusia y Ucrania combaten tan duramente por este montón de escombros? ¿Por qué ambos lados están sacrificando la vida de tantos soldados para atacar y defender esta ciudad en una batalla que ha durado más que cualquier otra en esta guerra?
Analistas militares aseguran que Bajmut tiene poco valor estratégico. La ciudad no alberga una base militar, ni es un nudo de conexiones o un importante centro de población.
Antes de la invasión, en el municipio vivían unas 70.000 personas. La ciudad era sobre todo conocida por sus minas de sal y yeso y su enorme bodega. No tiene una importancia geográfica particular.
Como señaló un funcionario occidental, Bajmut es “una pequeña batalla táctica en una línea de frente de 1.200 kilómetros”.
Y, sin embargo, Rusia está desplegando enormes recursos militares para tomar la ciudad. Funcionarios occidentales estiman que entre 20.000 y 30.000 soldados rusos han muerto o resultado heridos hasta ahora en Bajmut y sus alrededores.
El Kremlin necesita una victoria, por simbólica que sea. Ha pasado mucho tiempo desde el verano, cuando las fuerzas rusas tomaron ciudades como Severodonetsk y Lisichansk. Desde entonces, las ganancias territoriales que han logrado han sido graduales y lentas.
Por ello, Rusia necesita un triunfo para vender a los propagandistas del Kremlin en casa. Serhii Kuzan, presidente del Centro de Cooperación y Seguridad de Ucrania, aseguró a la BBC que “están peleando un batalla política, no puramente militar. Los rusos seguirán sacrificando miles de vidas para lograr sus objetivos políticos”.
Los mandos rusos también quieren tomar Bajmut por razones militares. Esperan que les sirva de trampolín para obtener más ganancias territoriales. Como señaló el Ministerio de Defensa de Reino Unido en diciembre, capturar la ciudad “podría permitir a Rusia amenazar las áreas urbanas más grandes de Kramatorsk y Slóviansk”.
Y luego está la cuestión del grupo de mercenarios de Wagner que llevan el grueso del asalto.
Su líder, Yevgeny Prigozhin, ha apostado su reputación y la de su ejército privado a la captura de Bajmut. Esperaba demostrar que sus combatientes podían hacerlo mejor que el ejército ruso regular. Ha reclutado a miles de convictos y los está lanzando en oleadas contra las defensas ucranianas, muchos de ellos hacia su muerte.
Si no consigue una victoria en Bajmut, su influencia política en Moscú disminuirá. Prigozhin está enfrentado con el ministro de Defensa ruso, Sergei Shoigu, al que le critica sus tácticas y ahora le reprocha por no tener suficientes municiones. Existe, asegura Serhii Kuzan, una lucha política entre ambos hombres por la influencia en el Kremlin “y esta lucha está teniendo lugar en Bajmut y sus alrededores”.
Entonces, ¿por qué Ucrania ha estado defendiendo a Bajmut con tanta tenacidad, perdiendo miles de tropas en el proceso?
Su principal objetivo estratégico es el uso de esta batalla para debilitar al ejército ruso. Un funcionario occidental lo expresó sin rodeos: “Bajmut, debido a las tácticas rusas, le está dando a Ucrania una oportunidad única de matar a muchos rusos”.
Fuentes de la OTAN estiman que mueren cinco rusos por cada ucraniano en Bajmut. El secretario de seguridad nacional de Ucrania, Oleksiy Danilov, sostiene que la proporción es aún mayor, siete a uno.
Estos números son imposibles de verificar. Serhii Kuzan aseguró a la BBC que “mientras Bajmut cumpla su función, permitiéndonos aplastar a las fuerzas enemigas y proporcionalmente destruir muchas más de ellas que las que el enemigo nos inflige a nosotros, mientras tanto, por supuesto, seguiremos reteniendo Bajmut”. Defendiendo la ciudad, Ucrania también retiene a fuerzas rusas que si no podrían ser desplegadas en otros lugares.
Al igual que Rusia, Ucrania también le ha dado importancia política a Bajmut. El presidente ucraniano Volodymyr Zelensky ha hecho de la ciudad un emblema de resistencia. Cuando visitó Washington en diciembre, lo llamó “la fortaleza de nuestra moral” y entregó una bandera de Bajmut al Congreso de Estados Unidos. “La lucha por Bajmut cambiará la trayectoria de nuestra guerra por la independencia y la libertad”, dijo entonces.
Entonces, ¿qué pasaría si cayera Bajmut? Rusia se atribuiría una victoria, una poco frecuente buena noticia para levantar la moral. Ucrania sufriría una pérdida política y simbólica. Los ucranianos ya no podrían gritar “¡Bajmut resiste!” en las redes sociales. Pero pocos creen que tendría un gran impacto militar. Como afirmó el secretario de Defensa de EE. UU., Lloyd Austin, “la caída de Bajmut no significará necesariamente que los rusos hayan cambiado el rumbo de esta guerra”.
Mick Ryan, estratega y exgeneral australiano, cree que, en ese caso, no se produciría un avance ruso rápido: “Los ucranianos se retirarán a zonas defensivas en el área de Kramatorsk que han preparado en los últimos ocho años. Y esa ciudad se encuentra en un terreno más alto y más fácilmente defendible que Bajmut. Cualquier avance en la región de Kramatorsk es probable que sea tan sangriento para los rusos como su campaña por Bajmut”.
Así que quizás lo que más importe en la batalla por Bajmut sea cuántas pérdidas ha sufrido cada lado y qué podría significar eso para la próxima fase de la guerra. ¿Habrá sufrido Rusia tantas bajas como para que su capacidad para organizar nuevas ofensivas se haya debilitado? ¿O Ucrania habrá perdido tantos soldados que su ejército será menos capaz de lanzar una contraofensiva más adelante, en la primavera?
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