Las autoridades rusas cerraron su periódico, pero el periodista Dmitry Muratov se niega a ser silenciado.
Cuando nos reunimos en Moscú, al editor en jefe de Novaya Gazeta y premio Nobel de la Paz ruso le preocupa hasta dónde llegará llegará el Kremlin en su confrontación con Occidente.
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“Dos generaciones han vivido sin la amenaza de una guerra nuclear”, me dice Muratov.
“Pero este período ha terminado. ¿Putin presionará el botón nuclear o no lo hará? ¿Quién sabe? Nadie lo sabe. No hay una sola persona que pueda decirlo con certeza”.
Desde que Rusia lanzó su invasión a gran escala en Ucrania en febrero de 2022, las amenazas nucleares de Moscú han sido fuertes y frecuentes.
Altos funcionarios han hecho insinuaciones poco sutiles de que las naciones occidentales que arman a Ucrania no deberían presionar demasiado a Rusia.
Hace unos días, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció planes para colocar armas nucleares tácticas en Bielorrusia.
Luego, uno de sus ayudantes más cercanos, Nikolai Patrushev, advirtió que Rusia tenía “un arma única y moderna capaz de destruir a cualquier enemigo, incluido Estados Unidos”.
¿Engaños y bravatas? ¿O una amenaza que debe tomarse en serio? Muratov detecta señales preocupantes dentro de Rusia.
“Vemos cómo la propaganda estatal está preparando a la gente para que piense que la guerra nuclear no es algo malo”, dice.
“En los canales de televisión aquí, la guerra nuclear y las armas nucleares se promocionan como si estuvieran publicitando comida para mascotas”.
“Anuncian: 'Tenemos este misil, ese misil, otro tipo de misil'. Hablan de apuntar a Reino Unido y Francia, de provocar un tsunami nuclear que arrase Estados Unidos. ¿Por qué dicen esto? Para que la gente aquí esté preparada”.
Recientemente, en la televisión estatal rusa, un destacado presentador de un programa de entrevistas sugirió que Rusia “debería declarar cualquier objetivo militar en el territorio de Francia, Polonia y Reino Unido como legítimo para [Rusia]”.
El mismo presentador también sugirió “aplanar una isla con armas nucleares estratégicas y hacer un lanzamiento de prueba o disparo de armas nucleares tácticas, para que nadie se haga ilusiones”.
Sin embargo, la propaganda estatal aquí retrata a Rusia como un país de paz, y a Ucrania y Occidente como los agresores. Muchos rusos lo creen.
“La gente en Rusia está irradiada de propaganda”, dice Muratov. “La propaganda es un tipo de radiación. Todo el mundo es susceptible a ella, no solo los rusos”.
“En Rusia, la propaganda son doce canales de televisión, decenas de miles de periódicos, redes sociales como VK [la versión rusa de Facebook] que sirven completamente a la ideología estatal”.
“Pero, ¿y si mañana la propaganda se detiene repentinamente?”, le pregunto. “¿Si todo queda en silencio? ¿Qué pensarían los rusos entonces?”
“Nuestra generación más joven es maravillosa”, responde Muratov. “Está bien educada. Casi un millón de rusos se han ido del país. Muchos de los que se han quedado están categóricamente en contra de lo que está pasando en Ucrania”.
“Están en contra del infierno que Rusia ha creado allí”.
“Estoy convencido de que tan pronto como cese la propaganda, esta generación, y todos los demás con sentido común, hablarán”.
“Ya lo están haciendo”, continúa Muratov. “Se han abierto 21.000 casos administrativos y penales contra los rusos que han protestado. La oposición está en la cárcel. Se han cerrado los medios de comunicación”.
“Muchos activistas, civiles y periodistas han sido etiquetados como agentes extranjeros”.
“¿Putin tiene una base de apoyo? Sí, una enorme. Pero estas son personas mayores que ven a Putin como su propio nieto, como alguien que los protegerá y que les trae su pensión todos los meses y les desea Feliz Año Nuevo cada año”.
“Estas personas creen que sus nietos reales deberían ir, luchar y morir”, afirma.
El año pasado, Muratov subastó su premio Nobel de la Paz para recaudar fondos para los niños refugiados ucranianos. Es poco optimista sobre el futuro.
“Nunca más habrá relaciones normales entre el pueblo de Rusia y Ucrania. Nunca. Ucrania no podrá aceptar esta tragedia”.
“En Rusia continuará la represión política contra todos los opositores al régimen”, añade.
“La única esperanza que tengo está en la generación joven; esa gente que ve al mundo como un amigo, no como un enemigo y que quiere que Rusia sea amada y que Rusia ame al mundo”.
“Espero que esta generación nos sobreviva a mí y a Putin”, concluye Muratov.
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