Ucrania acusó a Rusia de reubicar por la fuerza a miles de civiles de Mariúpol, la ciudad portuaria devastada por los bombardeos rusos.
El gobierno ruso alberga a unas 5.000 personas en un campamento temporal en Bezimenne, al este de Mariúpol, como se ha visto en imágenes de satélite.
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La viceprimera ministra de Ucrania, Iryna Vereshchuk, dijo que 40.000 habían sido trasladados de Ucrania al territorio controlado por Rusia sin ninguna coordinación con Kiev.
“Todos fuimos llevados a la fuerza”, dice un refugiado de Mariúpol, ahora en Rusia.
Algunos funcionarios ucranianos describen las acciones de Rusia como “deportaciones” a “campos de filtración”, lo cual se asemeja a la guerra de Rusia en Chechenia.
A finales de la década de 1990, miles de chechenos fueron brutalmente interrogados en campamentos improvisados y muchos desaparecieron.
Es un abuso de los derechos humanos reconocido internacionalmente el que una parte beligerante deporte civiles a su territorio.
Mientras que 140.000 civiles lograron escapar de la sitiada ciudad de Mariúpol, otros 170.000 siguen atrapados, según el ayuntamiento local.
Los incesantes bombardeos rusos durante más de tres semanas han dejado la ciudad en ruinas, sus aterrorizados civiles se esconden en sótanos, escasos de agua, alimentos y medicinas.
La BBC no puede verificar de forma independiente las cifras de civiles evacuados de Mariúpol, o el número de víctimas fallecidas.
Relativamente pocos civiles de Mariúpol han huido a través de los corredores humanitarios establecidos por ambas partes. Ucrania dice que las tropas rusas continuaron bombardeando las rutas de evacuación, que se suponía que eran seguras.
En partes de Mariúpol bajo control ruso, los informes sugieren que los civiles, hambrientos, sedientos y, a menudo, enfermos, no tienen más remedio que dirigirse a las áreas controladas por Moscú y a la propia Rusia.
Irina, una de las refugiadas, habló con Wyre Davies de la BBC a través de Zoom desde la casa de un pariente en Rusia.
Asegura que los soldados rusos le dijeron a ella y otros refugiados en un búnker que se fueran, por su propia seguridad. El edificio estaba en llamas después de ser bombardeado.
Caminaron 4 km hasta un puesto de control ruso, y desde allí fueron llevados más al este, al territorio controlado por rebeldes prorrusos de la región separatista de Donetsk.
“Una vez allí, tenías que decidir si te ibas a quedar en la región o te ibas a Rusia”, dijo.
“Algunas personas mayores que conozco y a las que conocí en el punto de concentración no sabían adónde se dirigían ni para qué. Pensaron que podrían quedarse en Rostov [Rusia] durante un par de meses... y luego tal vez venir de vuelta a Mariúpol”.
“En cambio, los llevaron a Samara [al norte de Rostov, en el sur de Rusia]. Dijeron que no tenían idea de qué hacer allí, y que el alojamiento allí se brinda solo por dos semanas”, cuenta.
Los lazos históricos entre Rusia y Ucrania hacen que muchos ucranianos tengan familiares en Rusia. Pero no está claro cuántos refugiados de Mariúpol han ido voluntariamente a Rusia.
El periódico del gobierno ruso Rossiiskaya Gazeta informó el 21 de marzo que una larga columna de vehículos de refugiados había tardado más de dos horas en llegar a Bezimenne, un pueblo costero a 90 km al este de Mariúpol.
Alrededor de 5.000 refugiados están alojados allí, en tiendas de campaña, una escuela y un club. El Ministerio de Emergencias de Rusia ha enviado ayuda y trabajadores al lugar.
En el camino, los rebeldes de Donetsk detuvieron a los civiles en los puestos de control, les tomaron las huellas dactilares y los fotografiaron.
“Sus datos se verifican en una base de datos de delincuentes prófugos. Uno de los problemas clave es la escasez de tarjetas SIM y no todos tienen un teléfono móvil”, informó la Gazeta.
Rusia niega que esté sacando a la fuerza a los ucranianos de su país.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) dice que “nunca ayuda a organizar o llevar a cabo evacuaciones forzadas”, y solo ha ayudado en dos evacuaciones: desde Sumy, una ciudad sitiada en el norte, a otro territorio controlado por Ucrania.
“Esto se aplica en todos los lugares donde trabajamos. No apoyaríamos ninguna operación que vaya en contra de la voluntad de las personas y de nuestros principios”, dijo el CICR.
Ucrania ha instado al CICR a que no abra una oficina en Rostov, algo que, según se informa, se está discutiendo con la Cruz Roja Rusa.
Kiev dice que eso podría usarse para legitimar deportaciones.
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