Las autoridades italianas están imponiendo nuevas medidas contra las familias LGBTQ+ y limitando las opciones para que estas puedan tener hijos.
Muchas parejas del mismo sexo señalan que las nuevas leyes, que prohiben el uso de la gestación por subrogación fuera del país, es un ataque personal en su contra.
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“Tenemos dos opciones: quedarnos en Italia e ir a prisión, o huir”.
Claudio y Davide (no son sus nombres reales) están esperando a su bebé que fue gestado en el vientre de una mujer que vive fuera de Italia.
Esta práctica, conocida como gestación por subrogación, está prohibida en Italia y en la mayoría de países de Europa, por lo que muchas parejas viajan a los países donde la práctica es legal -como EE.UU. y Canadá-, completan el proceso con una mujer que se ofrece a ser la gestante y traen luego al bebé nacido en el extranjero de regreso con ellos.
Pero el Senado italiano está a punto de aprobar una ley que convertirá a la subrogación en un “crimen universal”, es decir punible incluso si se realiza fuera del país, tal como ocurre con el tráfico humano o la pedofilia.
Ningún otro país tiene una prohibición similar.
Si la propuesta se convierte en ley, parejas como la de Claudio y Davide podrían enfrentar multas cercanas a los US$900 mil y hasta dos años de prisión.
“Me da temor que mi hijo no vaya a crecer con sus padres porque acabemos en la cárcel”, dice Claudio.
La pareja está atemorizada de lo que podría pasarles, por lo que han pedido que no revelemos su identidad. Temen que el gobierno italiano pueda identificarlos y perseguirlos.
Ambos señalan que están listos para huir y buscar asilo político en un país más amigable con la comunidad LGTBQ+. Davide está aprendiendo neerlandés y maltés.
“Siento que me están forzando al exilio solo por querer ser padre”, dice Davide.
El exilio sería una mudanza increíblemente difícil para la pareja, que perdería a los familiares y amigos que los rodea y apoya.
“En nuestro círculo mas íntimo están ansiosos por conocer al bebé”, dice Claudio.
Y no tienen consuelo al pensar en una salida forzada de Italia.
“No quiero dejar mi país. Me siento orgulloso de ser italiano”, explica Davide.
“He tratado de ser el mejor ciudadano posible, y ahora me siento tratado como un criminal solo porque quiero tener una familia”, anota.
La propuesta de ley contra la gestación por subrogación hace parte de la agenda de la conservadora fracción política de Giorgia Meloni, la primera mujer en ser primera ministra en la historia de Italia, cuyo partido, los Hermanos de Italia, proviene de un movimiento que fue conformado por exmiembros del partido Fascista fundado por Mussolini.
Meloni se describe como una madre cristiana y cree firmemente que los niños deben ser criados solo por su padre y su madre.
Italia es un país donde la influencia de la Iglesia Católica es muy fuerte. De hecho, el matrimonio homosexual es ilegal y las parejas del mismo sexo tienen menos derechos que en otros países de Europa Occidental.
Por esa razón es que la inseminación artificial o incluso la adopción no son opciones para las parejas LGBTQ+, por lo que para muchos la búsqueda de una gestante por subrogación fuera del país es la única opción para ampliar su familia.
Ahora, lo cierto es que esta práctica ha estado en el centro de varios debates políticos.
Meloni ha descrito la subrogación como un “símbolo de una sociedad abominable que confunde deseo con derechos y reemplaza a Dios con dinero”.
Y el vice primer ministro, Matteo Salvini, la comparó con el uso de un cajero automático.
“Es una mujer cajero que produce bebés. Para mí es una aberración”, declaró.
“Voy a luchar contra esta práctica barbárica, el solo pensarlo me enferma”.
Sin embargo, Angelo Schillaci, profesor de leyes en la Universidad de Sapienza, ha calificado a la propuesta de “irracional” y considera que no tiene sentido poner la subrogación al mismo nivel de la pedofilia y los crímenes en contra de la humanidad.
“La ley está buscando castigar lo que es perfectamente legal en países que son aliados como EE.UU. y Canadá”, dice Schillaci.
“Es como castigar a alguien por fumar marihuana en Amsterdam cuando está de regreso en el país”, agrega.
Para el académico, la ley es problemática además porque es un claro ataque a los derechos de la comunidad LGTBQ+ en Italia.
Carolina Varchi, quien es parlamentaria por el partido de Meloni, fue quien impulsó la propuesta de ley y rechaza ese tipo de lecturas sobre la norma.
“La mayoría de las personas que usan la subrogación son heterosexuales”, explica.
Expertos han señalado que cerca del 90% de las parejas que acuden a una gestante en Italia son heterosexuales, muchas de las cuales esconden el hecho de que han viajado al exterior para tener a su bebé.
Sin embargo, parejas del mismo sexo que regresan a Italia con un niño o niña no pueden esconder ese hecho.
Varchi ha señalado que la nueva ley va a “proteger a la mujer y su dignidad”.
“Es intolerable. El cuerpo de las mujeres es reducido a un objeto que se alquila por nueve meses para traer un bebé al mundo, que debe salir de sus brazos de inmediato para entregárselo a sus clientes”, explica la parlamentaria.
“No estamos discriminando a los niños. Esta ley está diseñada para padres que comisionan, como un encargo cualquiera, tener un bebé”.
Varchi le dijo a la BBC que la subrogación debe ser vista como un crimen tan serio como la pedofilia y debe ser perseguida en consecuencia.
Sin embargo, la parlamentaria da a entender que la mayoría de las personas recibirían una multa en lugar de ir a prisión.
En los países donde la subrogación es legal, las regulaciones varían e incluyen consideraciones tales como si a la mujer que gesta al bebé se le puede pagar más que los gastos fijos y qué pasos se deben cumplir para asegurar que den su consentimiento informado y libre.
Pero Varchi anota que incluso en países como EE.UU. y Canadá -donde la subrogación está muy regulada- las mujeres lo hacen por dinero.
“Es un negocio que vale millones. En 2023 debemos tener el coraje de decir que el dinero no lo compra todo. Y ciertamente, no puede comprar el cuerpo de la mujer y mucho menos una vida humana”, explica.
Pero las familias con que las que habló la BBC dicen que tienen una gran relación con las mujeres que fueron sus gestantes por subrogación.
La mujer que gestó el bebé de Carlo y Davide les dio el oso de peluche en el que se puede escuchar el latido del corazón de su hijo, que ella grabó durante un ultrasonido.
“Cuando los políticos hablan de subrogación utilizan términos como ‘úteros rentados’”, dice Maurizio, cuyos mellizos también fueron subrogados. Según él, esa frase está diseñada para humillar.
Pero no es solo es esta práctica de gestación, el gobierno italiano también está utilizando otras vías para hacer aún más difícil que los padres LGBTQ+ puedan tener una familia.
Antes de que Mauro y Maurizio lograran que Italia les reconociera los certificados de nacimiento de los mellizos, la municipalidad de Milán, como otras autoridades alrededor del país, recibieron la orden desde el gobierno central de detener el registro de niños de parejas del mismo sexo.
Ellos nos dijeron que esa decisión había causado que hasta el momento sus dos hijos no tengan la ciudadanía italiana, lo que significa que van a tener dificultades para acceder al sistema de salud gratuito o las guarderías.
“Nuestros hijos no existen ante los ojos del estado italiano. Ellos son tratados como inmigrantes ilegales. Es discriminación total”, explica Mauro.
Esta situación les ha causado gran ansiedad: cada vez que salen a la calle con los mellizos, Luisa y Giorgio, deben tener a mano una serie de documentos en caso de que deban probar que en efecto son sus padres.
La parlamentaria Varchi anota que los “padres no biológicos pueden pedir la adopción de esos niños y en circunstancias especiales esto va a ser aprobado”.
Sin embargo, este proceso, llamado “adopción de un hijastro”, es costoso y puede tomar años.
“Es humillante que tengas que adoptar a tu propio hijo. Que el gobierno crea que los padres homosexuales no pueden criar a sus propios hijos es homofóbico”, anota.
En la ciudad de Padua, en el norte de Italia, las cosas han tomado un giro más drástico.
Un fiscal ha demandado la cancelación de 33 certificados de nacimiento de niños de parejas de lesbianas que se han emitido en los últimos seis años.
Todas las madres no biológicas perderán los derechos sobre sus hijos.
Caterina es una de las niñas cuyo mundo se ha puesto patas arriba.
Nacida de un donante de esperma danés, tiene cabello rubio y ojos azules. Sus madres, Valentina y Daniela, decidieron registrarla en Padua porque el alcalde de la ciudad estaba dispuesto a incluir padres del mismo sexo en los certificados de nacimiento.
Pero ahora su hija está en medio en un limbo legal.
“Todas las personas LGBT en Italia están bajo ataque. Para el gobierno, nuestras familias no son familias reales”, dice Valentina, conteniendo las lágrimas mientras observa a su hijo de 16 meses perseguir conejos en el parque.
Como madre biológica del niño, su estatus está seguro. Pero la orden del fiscal es que se elimine el apellido de Daniela del acta de nacimiento de Caterina.
“No podré llevar a mi hija al colegio, no podré tomar decisiones por ella en un hospital, no podré viajar con ella al extranjero sin el permiso escrito de Valentina”, explica Daniela con pesar.
“Si Valentina muriera, nuestra hija quedaría huérfana a disposición del Estado y también me perdería a mí”, agrega.
Las madres afectadas en Padua se están preparando para acudir a los tribunales y pedir que se revoque la decisión, pero en el pasado los jueces han fallado en contra de padres del mismo sexo.
“Sentimos que el gobierno italiano está librando una guerra contra nuestros hijos”, dice Valentina.
Como otros padres LGBTQ+, cree que el gobierno de derecha quiere imponer su idea de “familia tradicional”.
“Estoy realmente enojada. Es una injusticia total: nuestros niños están siendo atacados por una cuestión ideológica”, dice Daniela.
Hasta el momento, no hay indicios de que el gobierno vaya a dar marcha atrás.
Es probable que la propuesta de convertir la maternidad subrogada en un delito universal se convierta en ley, socavando el ya frágil estatus de la comunidad LGBTQ+ de Italia.
Las personas con las que hablamos nos dijeron que no quieren que sus hijos sean tratados como ciudadanos de segunda clase y que seguirán luchando por su derecho a tener una familia.
“Estamos todos furiosos”, dice Daniela.
“Nos hace hervir la sangre y nos da energía para seguir luchando. Como ocurre en todos los períodos oscuros, tenemos que afrontar esto con valentía”.
- Italia, España, Francia y Alemania se encuentran entre los países europeos que prohíben todas las formas de gestación subrogada.
- En Irlanda, los Países Bajos, Bélgica y la República Checa no es posible acudir a los tribunales para hacer cumplir un acuerdo de gestación subrogada si éste resula violado.
- En el Reino Unido es ilegal que terceros organicen la subrogación con fines de lucro y la gestante quedará registrada en el certificado de nacimiento hasta que la paternidad se transfiera mediante una orden.
- Grecia acepta parejas extranjeras y brinda protección legal a los futuros padres (la gestante no tiene derechos legales sobre el niño); sin embargo, en ese país se insiste en que debe haber una mujer en la relación (excluyendo así a las parejas homosexuales o a los hombres solteros).
- Estados Unidos y Canadá permiten la gestación subrogada para parejas del mismo sexo y las reconoce como padres legales desde el nacimiento del bebé.
- Intentos anteriores de prohibir la gestación subrogada en el extranjero han fracasado en otros países, incluidos Australia y Hong Kong. “Las leyes eran inaplicables; no había voluntad de llegar a juicio porque sería desastroso para el niño”, explica la abogada especializada en gestación subrogada Natalie Gamble, de la firma británica NGA Law.
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