Giorgia Meloni podría convertirse en la primera mujer que llega a ser jefa de gobierno en Italia. Presidenta del partido de extrema derecha Fratelli d’Italia (Hermanos de Italia), batalla contra la “demonización” de su movimiento posfascista.
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Esa romana, de 45 años, alardea de su popularidad en las encuestas, ya que domina las intenciones de voto con más del 23% para las elecciones legislativas del 25 de septiembre, por delante del Partido Democrático de centro-izquierda.
Un fenómeno sorprendente ya que que en las legislativas de 2013 no llegó a obtener 2% de los votos.
En diez años, ha logrado recuperar el descontento y las esperanzas frustradas de los italianos contra los “dictados” de la Unión Europea, contra el alto costo de la vida y el futuro bloqueado de los jóvenes.
Su lema: “Dios, patria, familia”. Sus prioridades: cerrar las fronteras para proteger a Italia de la “islamización” y renegociar los tratados europeos para que Roma recupere el control de su propio destino.
Otra prioridad es luchar contra los grupos de presión gay y contra el “invierno demográfico” en uno de los países con más ancianos del mundo.
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El 6 de octubre de 2016 denunció en Facebook lo que llamó “la sustitución étnica” en Italia.
“Meloni representa un punto de referencia para los que protestan, para los desilusionados”, sostiene Sofia Ventura, profesora de ciencias políticas de la Universidad de Bolonia.
Representa hoy en día a los hartos del sistema, a los que piden que se vayan todos. Los antisistema del Movimiento 5 Estrellas terminaron por formar parte de todos los gobiernos desde la victoria alcanzada en 2018, así como la Liga de Matteo Salvini, una formación de ultraderecha que agitaba el deseo de cambio.
‘Una relación serena con el fascismo’
La líder del partido heredero del Movimiento Social Italiano (MSI), una formación neofascista fundada después de la Segunda Guerra Mundial, ha querido aclarar este miércoles su controvertida relación con el fascismo.
“La derecha italiana ha relegado el fascismo a la historia de hace décadas, condenando sin ambigüedades la privación de la democracia y las infames leyes antijudías”, dijo Meloni en un video enviado en varias lenguas a medios de comunicación extranjeros acreditados en Italia.
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Sin embargo, el emblema de Fratelli d’Italia lleva la llama tricolor verde-blanco-roja, un símbolo inventado en 1946 por el grupo de veteranos fascistas que fundaron el MSI.
“Tengo una relación serena con el fascismo”, explicó hace unos meses Meloni, tras afirmar que Benito Mussolini “hizo mucho”, aunque cometió “errores”, entre los que enumera las leyes raciales, la entrada en la guerra como aliado de la Alemania nazi y su estilo de gobierno autoritario.
Para ampliar su electorado y tranquilizar a los sectores moderados, la líder romana se presenta como garante de la “emancipación ideológica” de los italianos frente a “los principios y símbolos fascistas”.
Pero para el diario de centro-izquierda La Repubblica, “los hechos contradicen su relato”, ya que tanto la base de su partido como algunos de sus dirigentes siguen muy apegados a sus raíces.
“No hay lugar para los nostálgicos del fascismo, del racismo y del antisemitismo”, proclamó en otra ocasión.
“Soy italiana, soy cristiana”
Nacida en Roma el 15 de enero de 1977, Giorgia Meloni ha militado desde los 15 años en asociaciones estudiantiles clasificadas de extrema derecha, mientras trabajaba como niñera o camarera.
En 1996, se convirtió en líder del sindicato Azione Studentesca, cuyo emblema era la Cruz Celta. En 2006 obtuvo la tarjeta de periodista. Ese mismo año fue elegida diputada y vicepresidenta de la Cámara de Representantes.
Dos años más tarde, fue nombrada ministra de la Juventud en el gobierno de Silvio Berlusconi.
Su juventud, su tenacidad, su lenguaje directo han conquistado las redes. Se volvió famoso su discurso en 2019 en que se definió así: “Soy Giorgia. Soy mujer, soy madre, soy italiana, soy cristiana”.
Muy celosa de su vida privada, es madre de una hija nacida en 2006 y convive sin casarse con el padre de la niña, un periodista de la televisión.
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