El rey Carlos III llegó el viernes a Cardiff para culminar en Gales su gira por el Reino Unido tras ascender al trono, antes de sumarse a sus hermanos por la noche en una “vigilia” junto al féretro de su madre en Londres.
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El nuevo monarca de 73 años, que fue proclamado tras la muerte de Isabel II el 8 de septiembre, y su esposa, la reina consorte Camila, asistieron a un servicio religioso en la catedral Llandaff de Cardiff.
Después debían reunirse con responsables políticos de una nación que, al igual que Escocia e Irlanda del Norte, ve cómo la desaparición de la longeva soberana -símbolo de la unidad del país durante 70 años- impulsa el sentimiento independentista.
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“Espero que Gales sea independiente. Por supuesto perturbaría nuestra economía porque dependemos de la economía del Reino Unido, pero creo con fuerza en la independencia”, dijo a la AFP Zahra Ameri, de 22 años, dependienta en una tienda de té.
A pocos metros de allí, sin embargo, no dejaba de crecer la cola de admiradores de la familia real llegados con banderas galesas, blancas y verdes con un dragón rojo, deseosos de ver a Carlos III.
“Queremos darle apoyo, estar a su lado, darle el pésame. No iremos al funeral, pensamos que ver a un miembro de la familia real vivo es mejor que seguir el funeral de alguien”, afirmó Vera Jackson, trabajadora bancaria de 39 años.
En Londres, miles de personas han desfilado desde el miércoles por la capilla ardiente de Isabel II instalada en Westminster Hall, la parte más antigua del Parlamento británico.
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El viernes por la mañana, la continua afluencia obligó a las autoridades a impedir temporalmente que más personas se sumasen a la kilométrica cola que transcurre a lo largo del río Támesis.
“Southwark Park [el final de la fila] ha alcanzado su capacidad. La entrada se suspende por al menos 6 horas”, tuiteó el gobierno británico, poco después de anunciar que la espera rondaba ya las 14 horas.
Poco antes se conocía que un hombre hirió a cuchilladas a dos policías en el céntrico barrio de Soho.
La vida de los agentes no corre peligro y la policía descartó toda motivación terrorista, pero el ataque despertó inquietud sobre la seguridad del funeral previsto el lunes con la presencia de un centenar de jefes de Estado y representantes de monarquías de todo el mundo.
“Vigilia de los príncipes”
Dentro de Westminster Hall, el féretro de Isabel II yace sobre un catafalco púrpura, en lo alto de un zócalo de cuatro peldaños, cubierto por el estandarte real, la corona imperial y el cetro, símbolos de poder de la monarquía británica.
La capilla ardiente está abierta casi ininterrumpidamente hasta la 06H30 (05H30 GMT) del lunes, pocas horas antes del funeral de Estado previsto en la Abadía de Westminster y la posterior sepultura de la reina en una iglesia junto al Castillo de Windsor.
Ha sido escenario de escenas de gran emoción y profundo respeto por parte del público británico.
El viernes por la noche, a partir de las 19H30 (18H30 GMT), Carlos III y sus hermanos Ana, de 72 años, Andrés (62) y Eduardo (58) honrarán a su madre con la “Vigilia de los Príncipes”, una tradición que se remonta a 1936, cuando los cuatro hijos de Jorge V montaron guardia en torno a su ataúd.
Carlos y sus hermanos ya velaron el féretro en Edimburgo el lunes, mientras los escoceses desfilaban por la primera capilla ardiente de la monarca fallecida cuando se encontraba en su castillo escocés de Balmoral.
Durante 10 minutos, permanecieron cabizbajos a los cuatro costados del ataúd de roble, vestidos con sus galas militares, a excepción de Andrés, al que la propia reina retiró este honor el año pasado a raíz de un escándalo sexual.
Sin embargo, una excepción permitirá en esta ocasión que Andrés vista su uniforme, como también podrá hacerlo el príncipe Enrique, de 38 años.
Según fuentes reales, Carlos III habría pedido que los ocho nietos de Isabel II participen en la vigilia. No estaba claro sin embargo si lo harán el viernes, junto a sus padres, o al día siguiente.
Controversia en Gales
Con el ascenso de Carlos, el título de Príncipe de Gales pasó a su hijo mayor, Guillermo, de 40 años, ahora heredero al trono.
Sin embargo, en esta región del suroeste de Gran Bretaña algunos han llamado a abolir este título creado hace siete siglos.
“Hay opiniones encontradas. Mucha gente no quiere el título de Príncipe de Gales porque creen que debería recaer en una persona galesa”, dijo a la AFP Maria Sarnacki, alcaldesa de Caernarfon, localidad conocida por su imponente castillo.
El título de Príncipe de Gales fue utilizado originalmente por los príncipes nativos, pero el último, Llywelyn ap Gruffudd, fue ejecutado en 1282 durante la conquista de Gales por el rey Eduardo I de Inglaterra.
Casi 750 años más tarde, la región goza de autonomía política y registra un distanciamiento de la Corona que Carlos III, menos popular que su madre, tendrá que esforzarse por superar.
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