El Papa Francisco decretó el martes que el juez italiano Rosario Livatino, quien fue asesinado por la mafia en Sicilia en 1990, fuera mártir de la fe y podría ser beatificado o declarado “Bendito”.
Livatino, quien era un devoto católico, fue asesinado a tiros después de que un escuadrón de la mafia sacara su automóvil de la vía mientras conducía por una carretera siciliana.
El magistrado, conocido como el “juez niño” porque se veía más joven que sus 37 años, había dirigido muchas investigaciones sobre la mafia en un momento en que los clanes sicilianos estaban involucrados en una guerra abierta.
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El decreto de martirio propuesto por la Congregación para las Causas de los Santos del Vaticano y aprobado por el Papa significa que no es necesario atribuir un milagro a la intercesión de Livatino ante Dios para que sea beatificado.
Habría que atribuir un milagro a Livatino para que fuera declarado santo.
La Iglesia Católica Romana enseña que sólo Dios hace milagros, pero que los santos -que se cree que están con Dios en el cielo- interceden en nombre de las personas que les rezan. Un milagro suele ser la curación médicamente inexplicable de una persona.
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