“Nadie debe levantar la lengua contra Adán; si alguien lo hace, nuestro deber es cortarle la lengua”. Con estas palabras intervino el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, el viernes pasado en la polémica desatada hace una semana por una canción de la cantante Sezen Aksu, icono de la música pop en Turquía.
La declaración del presidente, hecha en una mezquita de Estambul, no nombraba a la artista de 67 años, pero fue una obvia referencia a las protestas levantadas por la prensa islamista turca contra los versos “Vamos de mal en peor, directo hacia el apocalipsis, gracias a esos ignorantes de Adán y Eva”, en una canción de amor de Aksu.
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“Sezen Aksu no está sola”, respondió hoy un manifiesto firmado por más de 200 escritores y artistas turcos, entre ellos, firmas internacionales como Buket Uzuner, Ece Temelkuran o Elif Shafak, mientras que el premio Nobel Orhan Pamuk se ha expresado en el mismo sentido.
“Todos estamos orgullosos de la gran artista Sezen Aksu. Estoy con ella. Millones estamos hoy con ella. No seremos un Estado ni una Nación que aplaste a los artistas. Sezen Aksu es nuestro honor”, dijo Pamuk en un mensaje publicado por el digital turco T24.
“SOY LA PRESA, ERES EL CAZADOR”
La canción se publicó ya en 2017 pero se convirtió en motivo de polémica y linchamiento en las redes sociales estos días, cuando varios diarios islamistas acusaron de “blasfemia” a la popular cantante, de 67 años con una carrera musical de casi medio siglo, 40 millones de discos vendidos y decenas de premios.
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El sábado, “el gorrioncito”, como se le conoce a Aksu en Turquía, respondió en las redes sociales, agradeciendo el apoyo recibido, asegurando que seguirá escribiendo y publicando una nueva canción escrita el día antes.
“No puedes ponerme triste / Ya estoy muy triste / Hay dolor dónde mire / Soy la presa, eres el cazador / Dispárame / No puedes rastrearme / No puedes aplastarme la lengua...” dice el texto, para terminar afirmando: “No puedes matarme / Tengo la voz, el instrumento, la palabra / Cuando yo digo yo, soy todo el mundo”.
“Vemos horrorizados que se les pone en la diana a los artistas por sus canciones: una señal desde arriba moviliza a determinados grupos abajo”, dice el politólogo turco Rasit Kaya.
“Antes hablábamos de conservadurismo, pero lo que vemos ahora es una actitud reaccionaria”, asegura en declaraciones a Efe.
EL BUEY EN PALACIO
Algunos columnistas turcos subrayan, sin embargo, que Aksu respaldó en la primera década del siglo varias iniciativas del partido de Erdogan, el islamista AKP, como el permiso de llevar el velo integrista en las universidades o la reforma constitucional que facilitaba el control del Ejecutivo sobre la Judicatura.
“A Sezen Aksu la están linchando ahora la mentalidad que ella misma apoyó”, reflexiona el diario opositor nacionalista Sözcü.
En mismo periódico compara las amenazas contra la cantante con la detención, el pasado día 21, de la prestigiosa periodista Sedef Kabas, quien había utilizado en un debate sobre la gestión de Erdogan el refrán turco “Cuando un buey entra en Palacio no se vuelve rey, sino que el Palacio se convierte en establo”.
“Quienes tienen el deber de resolver los problemas de la gente como el coste de vida y la creciente pobreza hablan de cortarle la lengua a Sezen Aksu y detienen a Sedef Kabas. ¿Es desesperación, locura, miedo?”, se pregunta Sözcü.
12.000 CONDENAS
Kabas, que sigue detenida, es solo la última de miles de ciudadanos turcos juzgados por supuestos “insultos al presidente”.
Este delito conlleva de uno a cuatro años de prisión, a menudo por haber difundido en las redes sociales textos ajenos que ni siquiera mencionan el nombre de Erdogan ni su cargo.
El partido opositor socialdemócrata CHP calcula que entre el golpe militar de 1980 y 2007, año de elección del primer presidente del AKP, Abdullah Gül, 863 personas fueron enjuiciadas por insultos al jefe de Estado.
Durante los siete años de mandato de Gül fueron 848 juicios y desde entonces, con Erdogan en el poder, han sido 12.881.
Varios diputados opositores aseguran en ese sentido que una “amenaza a la integridad física”, como pedir cortarle la lengua a alguien, también constituye delito penal.
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