Me impresionó enormemente la juventud, energía e inteligencia de Victoria Amelina a quien conocí en octubre 2022 en unos días intensos que pasé en Lviv Bookforum, la feria del libro más grande de Ucrania.
Desde el Hay Festival habíamos decidido apoyar de forma digital este festival conectando a escritores ucranianos con escritores de todo el mundo, y para públicos de todas partes en forma digital.
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Pero varios autores y periodistas de guerra internacionales, conocedores de la región, decidieron ir a Lviv en persona a reunirse con sus pares ucranianos, dando así otra dimensión al festival.
Fueron días de conversaciones intensísimas, de creación de amistades que se forjan más rápido que nunca por el contexto y la necesidad. De ahí salieron también grandes proyectos.
Ahí nos encontramos entre otros con Victoria Amelina, Diana Berg, Volodymyr Yermolenko o Nataliya Gumenyuk, con Jon Lee Anderson, Misha Glenny, las periodistas británicas Emma Graham Harrison y Charlotte Higgins, esta última desde entonces decidió aprender ucraniano y reportear temas culturales de la región.
También con el neuro-cirujano Henry Marsh y la doctora Rachel Clarke, quienes a raíz de esta visita crearon la ONG ‘Hospice Ucrania’ dedicada a apoyar a los profesionales de la salud en ese país para brindar dignidad y cuidados paliativos a todos los necesitados al final de la vida.
Victoria participó en una mesa sobre mujeres y guerra junto a Janine de Giovanni y Lydia Cacho.
Recuerdo sus palabras.
Tenía la esperanza de que Ucrania ganaría esta guerra, porque Ucrania, a diferencia de Rusia, es una democracia liberal y entre otras cosas esto significaba que las mujeres desempeñaban un papel crucial en la sociedad.
Según ella, este era uno de los factores decisivos para la victoria.
Nos contó entonces sobre su libro en proceso, “Diario de injusticias de guerra: mirar a las mujeres que miran a la guerra”. El primer perfil era de Yevgenia Zakrevska quien fue y sigue siendo una abogada que luchó por la justicia para las víctimas asesinadas durante la Revolución de la Dignidad, en 2014.
En otra mesa, con el abogado y escritor Philippe Sands, comentó que era fundamental crear tribunales internacionales para el delito de agresión y que los líderes rusos fuesen castigados por esta guerra.
Para eso documentaba incansablemente todos estos crímenes de guerra, para el futuro de su país.
La volví a ver en nuestro Hay Festival en Cartagena de Indias en enero de este año, donde la invitamos a conversar sobre su trabajo y activismo junto al escritor Andrei Kurkov y Oleksandra Matviichuk -directora de Civil Liberties, organización ganadora del Premio Nobel de la Paz 2023-, con quienes Victoría también colaboraba.
Una de esas noches, en las murallas de Cartagena, conversamos ella, Sofia Cheliak -la directora de programación del LvivBookforum-, y yo de cómo restablecer festivales literarios y de ideas en una futura Ucrania.
Victoria había creado hace unos años el Festival de Literatura New York que sucedía en un pueblo llamado New York en el área de Bajmut, en Ucrania.
Un mes después me envió por WhatsApp una foto de la sede del festival totalmente destrozada por ataques rusos con un mensaje que decía “Sé que tú entenderás mejor que nadie cómo me siento hoy”.
Durante una cena coincidiendo con la Feria del Libro de Londres hicimos planes de promocionar en algún festival hispano su reciente publicación en español de “Un hogar para Dom”.
Hablamos también largamente sobre su trabajo como investigadora de campo de los crímenes de guerra de Rusia en los territorios liberados del este, sur y norte de Ucrania, incluido Kapitolivka, cerca de Izium.
Allí encontró el diario del escritor Volodymyr Vakulenko, asesinado por los rusos, logró que se publicara y fuese otro documento de los crímenes de guerra rusos.
El 27 de junio de 2023 Rusia cometió otro crimen de guerra al enviar un misil Iskander, de alta precisión, al restaurante Ria Lounge en Kramatorsk, una ciudad en la parte oriental de Ucrania.
Sus compañeros de Truth Hounds ONG que documentan crímenes de guerra, con quién tanto ella había trabajado, entrevistaron a testigos oculares del ataque. Declararon que no había objetos militares que pudieran haber sido un objetivo legal para el ataque ese día.
Asimismo, confirmaron que era un día cualquiera en uno de los restaurantes más populares de la ciudad: cenaban hasta 40 personas, divididas en pequeños grupos. Los investigadores de Truth Hounds identificaron que los extranjeros, a quienes la propaganda rusa llamó mercenarios, en realidad eran voluntarios y periodistas.
Entre ellos estaba el excomisionado de paz de Colombia Sergio Jaramillo, quien lanzó la campaña de apoyo desde América latina, Aguanta Ucrania, el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince y la periodista Catalina Gómez, quien ha estado cubriendo la invasión rusa de Ucrania desde sus inicios para France 24 y acompañó a Victoria Amelina gravísimamente herida en una ambulancia de evacuación al hospital.
Victoria acabó siendo parte de uno de los crímenes de guerra que incansablemente documentaba.
Era bella por dentro y por fuera, pero lo llevaba con mucha ligereza.
Nos toca por ella seguir documentando, seguir denunciando para lograr que Ucrania sea un país donde se puedan reunir, sin miedos, autores y público general a imaginar otros posibles mundos en un festival como el suyo, el de New York, pero en ese New York del área de Bajmut en Ucrania.
Victoria Amelina, descansa en Paz.
Cristina Fuentes La Roche
Coordinadora del Hay Festival
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