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En Brasil nueve de cada 10 personas tienen alguna religión, pero una pregunta comenzó a agitar la campaña para las próximas elecciones: ¿Hasta qué punto un presidente debe guiarse por sus creencias religiosas?
La cuestión cobró fuerza con encuestas que señalan que la opositora Marina Silva podría vencer a la presidenta Dilma Rousseff por hasta diez puntos de ventaja en una eventual segunda vuelta electoral el mes que viene.
Silva es una ambientalista evangélica que admite inspirarse en la Biblia y que es criticada por la eliminación de reconocimientos a derechos de homosexuales en su programa de gobierno.
Rousseff la tildó de “evangélica fervorosa”, algunos la acusan de ceder a presiones de grupos religiosos y la prensa brasileña comenzó a preguntar cuánto impregna la fe sus actitudes.
Candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB) desde el mes pasado en lugar de su compañero de campaña, Eduardo Campos, fallecido en un accidente aéreo, Silva rechaza las críticas y dice que buscan etiquetarla de “fundamentalista”.
Es común que los candidatos brasileños expongan su fe, incluso para ganar votos de creyentes, pero según analistas Silva plantea un caso atípico que también genera recelos en algunos sectores.
“En ella sobresale la identidad religiosa, por eso hay un temor de que posiciones religiosas se sobrepongan a otras posiciones por ser confesionales nada más”, dijo Sonya Fleury, experta en ciencia política de la Fundación Getúlio Vargas, con sede en Río de Janeiro.
“CONSULTAR AL CIELO”Brasil tiene más católicos que ningún otro país del mundo, pero la cantidad de evangélicos ha crecido rápidamente y llegó a 22% de la población en el censo de 2010 - siete puntos más que una década antes.
Los grupos evangélicos también han ganado peso político, con una influyente bancada en el Congreso.
Silva tuvo una formación católica y de adolescente llegó a considerar la posibilidad de convertirse en monja cuando buscaba salir de la pobreza en el estado amazónico de Acre, limítrofe con Bolivia y Perú.
Pero en 1997, siendo senadora y antes de ser ministra de Medio Ambiente del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, pasó a profesar el pentecostalismo.
Según ha relatado, lo hizo aquejada por uno de los diferentes problemas de salud que padeció, cuando un médico la puso en contacto con un pastor evangélico que le dijo: “Tengo el don de revelación del Espíritu Santo”.
El diario Folha de Sao Paulo informó el lunes que la candidata suele recurrir a la Biblia para adoptar definiciones, incluso políticas.
“Ella, para tomar una decisión, santo Dios, demora, porque, además de consultar a la tierra, ella tiene que consultar al cielo”, relató la pastora Valnice Milhomens, citada por el periódico como una amiga de oración de Silva desde hace años.
Interrogada el mismo lunes por periodistas de la cadena Globo, Silva explicó que “la Biblia es, sin lugar a dudas, una fuente de inspiración”. Agregó que hay otras, como el arte o la literatura, y que “las decisiones son tomadas con base racional para todas las personas”.
Además, negó que lea de modo aleatorio las sagradas escrituras para definirse y atribuyó esa idea a “mucha gente de mala fe” que intenta pintarla como una fundamentalista.
Silva insiste en que es defensora del Estado laico, pero comentarios suyos del pasado diciendo creer que Dios “creó todas las cosas” todavía resuenan en círculos científicos.
“No me siento cómodo en tener como presidente a una persona que cree concretamente que el Universo fue creado en siete días hace apenas 4.000 años, aproximadamente”, sostuvo Rogério Cezar de Cerqueira Leite, un físico brasileño miembro del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, en un artículo publicado el domingo.
UN VOTO CLAVEAmenazada por el avance de Silva en las encuestas, Rousseff comenzó a criticarla sobre todo por sus ideas económicas, pero también buscó diferenciarse de su rival en el plano social.
Luego del segundo debate entre candidatos presidenciales el lunes, Rousseff defendió un proyecto de ley que criminaliza la homofobia.
Este tema, al igual que el apoyo al casamiento gay, fue eliminado del programa de Silva el fin de semana, pocas horas después de ser presentado y en medio de protestas evangélicas.
La candidata, que dice respaldar sólo la unión civil entre personas del mismo sexo, niega haber cedido a presiones y sostiene que había errores en el proceso de edición. También es contraria a la legalización del aborto, aunque afirma que respaldaría un plebiscito sobre el tema.
Pero Rousseff, que integra el izquierdista partido de los Trabajadores (PT) y antes de ser presidenta decía carecer de religión, tampoco promovió el casamiento gay o la legalización del aborto en su gobierno, aduciendo falta de respaldo legislativo.
Al asistir a un reciente acto evangélico, la presidenta citó un salmo de David: “Feliz la nación cuyo Dios es el señor”. Su gobierno se apresta a impulsar un proyecto de ley que extiende a iglesias evangélicas y de otro tipo los beneficios tributarios que tiene la Iglesia católica, según medios locales.
Una encuesta de Ibope indicó la semana pasada que los católicos dividen sus preferencias en forma pareja entre Rousseff y Silva, pero los evangélicos apoyan mucho más a ésta (53%) que a la presidenta (27%).
Tal diferencia podrían resultar decisiva en caso de el próximo presidente de Brasil se defina en una votación ajustada.