Se trata apenas de la punta del iceberg, de una primera parte, pero su impacto ha sido tan fuerte que ya van un ex presidente prófugo, dos ex viceministros y un ex senador presos, así como los fondos de cuatro campañas presidenciales puestos en entredicho y una larga fila de políticos bajo sospecha. Son los primeros efectos, en menos de 60 días, desde que se revelaran los sobornos de la empresa brasileña Odebrecht en América Latina.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
#Odebrecht entregó US$3 millones a campaña nacionalista 2011 y aquí te contamos todo (vía @gvillasis) | VIDEO https://t.co/CLIOH4U3HH pic.twitter.com/XIGXrVMxUH— El Comercio (@elcomercio) 23 de febrero de 2017
De todos ellos, lo sucedido con el ex presidente Alejandro Toledo es lo más escandaloso: la fiscalía del Perú lo acusa de recibir al menos US$20 millones de la constructora. Pero no por ello es el caso que más ha estremecido a la región. Cada país donde se pagaron las millonarias coimas tiene sus propios protagonistas. Desde que se conoció el Caso Odebrecht, no hay otro tema que unifique mejor a la clase política latinoamericana.
Lo ocurrido en Colombia es llamativo porque ejemplifica, de algún modo, que la empresa brasileña no creía en sesgos políticos a la hora de hacer sus pagos. La fiscalía de ese país sospecha que Odebrecht financió las campañas del 2014 del presidente Juan Manuel Santos y de su entonces rival, el uribista Óscar Iván Zuluaga.
Las sospechas sobre Santos se basan en una declaración del ex senador Otto Bula, preso junto al ex viceministro uribista Gabriel García por las coimas de Odebrecht, quien dijo que había entregado US$1 millón a un empresario cercano al jefe de la campaña del presidente colombiano.
Respecto a Zuluaga, la revista brasileña “Veja” reveló a fines de enero que Odebrecht habría pagado más de US$1,5 millones al publicista Duda Mendoça, del Partido de los Trabajadores (PT), para que apoyara su campaña. Ambos casos son investigados también por el ente electoral de ese país.
“La sociedad colombiana está tan indignada con el Caso Odebrecht a tal punto que, estando a inicios de una nueva campaña presidencial, las estrategias para luchar contra la corrupción son el tema más relevante”, comentó a El Comercio el analista político colombiano Jairo Libreros.
En Panamá ocurre una situación similar: cuando la fiscalía, por el Caso Odebrecht, allanó las oficinas del polémico bufete Mossack & Fonseca la semana pasada, Ramón Fonseca, su fundador, dijo que el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela, recibió dinero de Odebrecht para su campaña. Fonseca, quien terminó siendo detenido junto a sus socios, fue ministro del actual mandatario.
El presidente panameño rechazó vínculos con la constructora y dijo que las “donaciones privadas” que recibió en su campaña fueron contribuciones políticas, no sobornos. Por estos presuntos aportes, Varela enfrenta una denuncia en el Parlamento, presentada por el partido de su antecesor, Ricardo Martinelli.
Pero Martinelli no está exento del escándalo: la fiscalía pidió a la Interpol la captura internacional a principios de mes de dos de sus hijos, también acusados de recibir sobornos. —Terreno fértil—
“Desde hace un tiempo se venía hablando de este esquema de corrupción brasileño. Pero lo que se está conociendo hasta ahora ha sobrepasado cualquier proyección. Significa que Odebrecht llegó a los niveles más altos de los gobiernos, al punto que hoy hay varios presidentes que están siendo cuestionados”, dijo a este Diario José Ugaz, presidente de Transparencia Internacional.
¿Pero qué encontró esta constructora de atractivo en América Latina para su corrupción sistemática?
“Los sobornos de Odebrecht coinciden con un momento de cierta bonanza económica en los países involucrados, que empezaron a apostar por grandes proyectos de infraestructura. Ello posibilitó y generó un terreno fértil para que esta empresa pueda hacer sus propuestas ilícitas. Además, está el desprestigio de la clase política en América Latina, que hoy está más claro que nunca”, dijo Ugaz.
Según el analista Libreros, un factor que aprovechó la constructora fue “el alto margen de impunidad histórica” que es compartido en Colombia y en la mayoría de países de la región. De igual forma, “la falta de sentencias contundentes a las multinacionales que buscan capturar al Estado”.
También está la otra parte. Aquella frase gastada que dice que toda tragedia es una oportunidad. Para Ugaz, Brasil da un ejemplo de ello: “De ser un país exportador de corrupción, está exportando un modelo anticorrupción precisamente por el trabajo eficiente de sus fiscales y jueces, que puede ser repetido”.
Sin embargo, Venezuela, el segundo país que más sobornos recibió de Odebrecht, es una excepción. Nicolás Maduro anunció que iban a investigar a la constructora, pero el sábado pasado se detuvo a un grupo de periodistas que estaban indagando sobre las obras que se hicieron en ese país.
En Argentina, en tanto, se creyó que este caso solo iba a involucrar el período de Cristina Fernández. Pero el presidente Mauricio Macri ha sido salpicado por los US$600 mil que recibió en el 2013 su actual jefe de inteligencia, de un operador de la constructora por una supuesta transacción inmobiliaria. Pero a Macri parece importarle poco: en enero inauguró una obra de Odebrecht en Córdoba.
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