Cerrados durante casi un año por la pandemia de coronavirus, los cines de Buenos Aires reabrieron esta semana bajo estrictos protocolos sanitarios a la espera que el aroma a pochoclos (palomitas de maíz) y la experiencia única frente a la pantalla gigante animen a los espectadores a volver a sus butacas.
La reapertura de los cines llegó con bastante demora comparado con casinos, bingos y teatros que empezaron a funcionar a fines de 2020. Las autoridades sanitarias dieron el permiso tras evaluar exhaustivamente las medidas sanitarias propuestas por los propietarios y en coincidencia con una estabilización de los casos de COVID-19 en la capital argentina, que este miércoles dio cuenta de 420 nuevos contagios y un fallecido.
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“En seguida decidimos venir”, dijeron Guillermina Pareja y Daniel Moreno, dos amigos que aguardaban para ingresar a una de las salas del complejo Cinemark-Hoyts en el barrio de Palermo para ver la película de suspenso “The Empty Man” (“Empty Man: El mensajero del último día”). “Siempre veníamos, era como un ritual” antes de la pandemia.
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“La pantalla, el olor a pochoclos, estar sentado en la butaca”, enumeraron sobre lo que más extrañaron en casi un año sin cines.
En Argentina hay unos 43 complejos cinematográficos -- 321 pantallas--, la mayoría (70%) concentradas en Buenos Aires. Los cines emplean a unos 10.000 trabajadores.
“Para la actividad fue un golpe difícil, fue la única industria que estuvo parada tanto tiempo”, dijo a The Associated Press Federico Pignataro, gerente del complejo de cines de Palermo. “La gente tenía muchas ganas de volver al cine, extrañaba el pochoclo. Ver una película en el cine no es lo mismo que en casa”.
El cierre de los cines también impactó fuertemente en la industria cinematográfica local puesto que el 10% del valor de cada entrada se destina a financiar la producción nacional.
Por protocolo, se dispone del 30% del aforo de cada sala y la distancia entre butacas ocupadas es de 1,5 metros. El uso del tapabocas no es obligatorio durante la exhibición si se consumen alimentos.
“Mire la seguridad de higiene del cine y me pareció bien, decidimos venir. Acá estamos para disfrutar la película después de un año”, afirmó Julián Serrano, de 21 años, junto a un amigo. Dijo que volvería el jueves para el estreno de “The Head Hunter” (“Cazadora de Monstruos”). “Hace mucho que no venía y se extrañaba bastante. No es lo mismo ver cine en casa”.
Con un canasta de pochoclos en una mano y una gaseosa en la otra, Bautista Sundblad de 8 años estaba ansioso por ingresar a la función de “Bad Boys for Life” (“Bad Boys Forever”).
“Está muy emocionado”, admitió su mamá Martina. “Lo estábamos esperando hace mucho. Hay pocas funciones, pocas butacas, todo es muy cuidado. Él es muy fanático del cine. Es como volver a normalidad, hacer cosas de todos los días. Falta, pero de a poco vamos llegando a donde queríamos”.
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