Ramona Rodríguez dijo que sabía que su decisión de desertar de un programa de médicos cubanos contratados en Brasil sería como “una bomba” en medio de la polémica que causa ese plan de salud pública, clave para la presidenta Dilma Rousseff.
“Se ha vuelto algo más que eso, algo político”, sostuvo en un diálogo telefónico con BBC Mundo desde Brasilia, donde está alojada por un grupo opositor brasileño y dice temer por su seguridad.
Rodríguez, de 51 años, dejó la semana pasada su puesto de trabajo en el estado norteño de Pará alegando que se sintió “engañada” por la paga que recibía, apenas una fracción que la de médicos de otros países que participan del mismo programa.
Esta semana pidió asilo en la embajada de Estados Unidos en Brasilia y luego solicitó refugio en Brasil, en procura de regularizar su estadía en el país mientras Washington procesa su expediente.
Según analistas, se trata de un caso delicado de política exterior y doméstica para Brasil, donde la contratación de médicos foráneos para trabajar en zonas remotas y pobres es una bandera de la presidenta Rousseff para las elecciones de octubre.
“Lo que creía que podía ser un activo político para ella en la campaña, puede transformarse en un problema político importante”, advirtió Paulo Velasco, experto en relaciones internacionales de la Universidad Candido Mendes.
“Me indigné”
Rousseff hizo de la contratación de médicos extranjeros una prioridad tras las masivas protestas callejeras que vivió el país en junio, donde se exigían mejores servicios públicos.
Desde entonces, 7.378 médicos cubanos llegaron al país como parte de un acuerdo con el gobierno comunista de la isla, en el marco de una relación bilateral que se estrecha a fuerza de comercio e inversiones brasileñas.
Cuba exporta desde hace décadas médicos a diversos países, incluidos varios en la región como Venezuela y Bolivia, como parte de una estrategia para entablar relaciones con otros gobiernos y obtener dinero en efectivo a cambio.
Pero el acuerdo con Brasil causó una fuerte controversia, con médicos locales acusando a sus colegas cubanos de venir a trabajar como “esclavos” en condiciones inaceptables y defensores del programa tachando de xenófobos a los críticos.
Rodríguez, especialista en medicina integral general, llegó a Brasil en octubre para ir a la localidad amazónica de Pacajá y dijo que entonces descubrió que galenos de otros países que participan del mismo programa cobran 10.000 reales (US$4.200) o más.
Agregó que Brasil paga el mismo dinero por cada uno de los médicos cubanos, pero éstos perciben sólo US$400 y otros US$600 son depositados en una cuenta a su nombre en Cuba. La diferencia de más de US$3.000 por médico pasa a las arcas del Estado cubano, en función de un acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
“Me indigné mucho”, dijo Rodríguez. “Muchos médicos piensan como yo, que esto ha sido todo un robo del dinero nuestro”.
Agregó que entonces comenzó a planificar su fuga, ya que para alejarse algunos kilómetros de la casa donde estaba alojada junto a otras dos médicas debía pedir permiso a los coordinadores del programa.
“Boicotear”
Rodríguez señaló que antes de abandonar Pacajá se comunicó con la embajada estadounidense en Brasilia para avisar que quería desertar y solicitar una visa que Washington concede a médicos cubanos en terceros países.
“Ellos me respondieron todo lo que yo tenía que presentar a la embajada”, relató. Y dijo que cuando presentó los documentos el lunes, le informaron que el trámite llevará tres o cuatro meses.
Agregó que como temía ser deportada en ese lapso, llamó a un médico cubano radicado en Brasil hace años que la puso en contacto con el grupo opositor brasileño Demócratas.
Legisladores de ese partido de centro-derecha han dado desde esta semana alojo y asistencia jurídica a Rodríguez, que el lunes prevé declarar ante el Ministerio Público de Trabajo.
Ese órgano fiscalizador examina desde agosto la legalidad de la situación de los médicos cubanos en Brasil y ya adelantó que exigirá tratamiento igualitario a los demás galenos extranjeros del programa, lo que plantearía un reto para el acuerdo con Cuba.
El ministro brasileño de Salud, Arthur Chioro, acusó esta semana a la oposición de querer explotar políticamente el caso de Rodríguez y “boicotear” el programa para contratar médicos extranjeros.
“Si dependiese de la oposición, 22 millones de brasileños continuarían sin atención de salud”, sostuvo.
El analista Velasco evaluó que si Washington acepta el pedido de asilo de Rodríguez “podría complicarse más” la relación con Brasil y otros médicos cubanos interesarse en seguir el mismo camino.
Rodríguez sostuvo que su deseo es emigrar a Estados Unidos, pero si eso no es posible está dispuesta a quedarse en Brasil, donde la Asociación Médica Brasileña -contraria a la importación de galenos cubanos- le ofreció un empleo transitorio que piensa aceptar.
Pero comentó que, “como esto es un problema político”, teme por su seguridad en Brasil cuando comience a trabaja a la espera de una vista estadounidense.
“Tengo miedo que me suceda algo”, dijo, “que me haga algo alguna gente de Cuba, que me secuestren, no sé”.