Al terminar su viaje a China en junio, Sergio Massa, el ministro argentino de Economía y candidato a la presidencia, bromeó diciendo que su país debería ser rebautizado como “Argenchina”.
“Vamos a fundar la república de Argenchina”, dijo a los periodistas en Pekín después de recibir la promesa de una nueva ronda de inversiones multimillonarias.
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Pero, como dice el dicho, toda broma tiene algo de verdad.
Los números no mienten: los lazos entre el país austral y China se han estrechado significativamente, al punto de que Argentina desplazó a Brasil como el principal destino de inversiones chinas en América Latina el año pasado.
En 2022, según el estudio del Consejo Empresarial Brasil China (CEBC) “Inversiones chinas en Brasil: 2022 - tecnología y transición energética”, el monto destinado por China a Argentina fue de US$1.340 millones, frente a los US$1.300 millones recibidos por Brasil.
Más recientemente, tras el apoyo chino, Argentina fue anunciada como uno de los seis países que se unirá al BRICS a partir de 2024, un grupo compuesto por Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica.
Los otros países incluidos son Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán.
Además, desde el año pasado, Argentina forma parte de la llamada 'Nueva Ruta de la Seda', un proyecto de desarrollo chino y fue la primera gran economía de América Latina en unirse a esta iniciativa.
Incluso con la posible victoria del libertario Javier Milei, el candidato presidencial mejor posicionado en las encuestas de intención de voto quien ha criticado abiertamente a China, consideran poco probable una ruptura entre Argentina y el país asiático.
La primera vuelta de las elecciones presidenciales argentinas se llevará a cabo el próximo domingo, 22 de octubre, con Sergio Massa (Unión por la Patria), el candidato del gobierno; Patricia Bullrich (Juntos por el Cambio) y Javier Milei (La Libertad Avanza) de la oposición, como favoritos en la contienda.
Sin embargo, expertos consultados por BBC Brasil creen que el año pasado fue un caso aislado, y que Brasil, que históricamente recibía casi la mitad de la inversión china en América Latina, recuperará el liderazgo.
China es el segundo socio comercial más importante de Argentina, después de Brasil. Hace 30 años, en 1992, ocupaba el puesto 14.
Las razones detrás de la estrecha relación entre estos dos países son diversas, y algunas de ellas también explican el interés chino en Brasil.
Por un lado, tanto Argentina como Brasil son exportadores de materias primas -siendo Argentina una potencia agrícola- con productos como carne, trigo, maíz y soja, así como en recursos minerales, como petróleo, gas y litio.
Por otro lado, China, con una población de más de 1.400 millones de personas y un gran apetito, necesita estas materias primas para su desarrollo y crecimiento.
“China siempre necesitará importar grandes cantidades de alimentos porque sus recursos agrícolas no son suficientes. En este sentido, Argentina, con su inmensa riqueza rural, es un socio obvio”, dice Jorge Heine, exministro de Activos Nacionales de Chile y exembajador chileno en Pekín, actualmente profesor en la Universidad de Boston, Estados Unidos.
La histórica escasez de dólares en Argentina, principalmente debido a la alta deuda externa acumulada durante sus diversas crisis, ha aumentado esta dependencia.
“Argentina hoy no tiene muchas opciones que no involucren a China, esa es una realidad innegable. Con Estados Unidos y los bancos occidentales están en riesgo de incumplimiento; Europa está cada vez más alejada de la región; Rusia, que podría aprovechar ese vacío, enfrenta sus propias crisis debido a la guerra en Ucrania” dice Tulio Cariello, Director de Contenido e Investigación del CEBC.
“El único país con la envergadura para forjar una asociación más cómoda con Argentina es China”.
En junio, Argentina cerró un acuerdo con el Banco Popular de China (banco central) para expandir el swap de divisas, que asciende a un total de US$19 mil millones.
Esto permitió al país latinoamericano pagar en yuanes parte de su deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI), teniendo acceso a menos de un tercio de esos recursos, junto con un desembolso del Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF).
En segundo plano, también está la cuestión geopolítica: China ha estado aumentando su influencia en América Latina, una región que durante mucho tiempo fue considerada “el patio trasero” de su principal rival en el ajedrez geopolítico internacional: Estados Unidos.
“China tiene una visión a largo plazo de sus inversiones y, en este sentido, los problemas o contratiempos en la economía argentina son un obstáculo menor para ellos que para las empresas occidentales”, explica Jorge Heine.
Además, según él, “la economía estadounidense compite con la economía argentina: Estados Unidos produce carne y soja, por ejemplo. Hay más elementos de complementariedad entre las economías china y argentina, lo que explica esta fructífera asociación”, agrega.
Según una fuente de alto rango del gobierno argentino, que habló con BBC Brasil bajo condición de anonimato, China “ha sido el principal aliado financiero de Argentina en los últimos tiempos y el presidente Alberto Fernández está agradecido con el gobierno chino”.
“Por eso, su último viaje internacional fue a China, un gesto de diplomacia presidencial, después de la renovación del swap de monedas”.
Alberto Fernández llegó a China el pasado sábado 14 de octubre para reunirse con la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, jefa del Nuevo Banco de Desarrollo (también conocido como el “Banco de los BRICS”) en Shanghái, y con el presidente chino, Xi Jinping, en Pekín.
Fernández participa en el tercer Foro del Cinturón y Ruta para la Cooperación Internacional y también se reúne con inversionistas.
A pesar de que Argentina superó a Brasil en volumen de inversiones el año pasado, los expertos consultados por BBC Brasil no creen que esto se convierta en una tendencia.
“Creo que la idea de que Argentina superó a Brasil debe ser contextualizada. La diferencia entre los dos en 2022 es muy pequeña, no llega ni a los 500 millones de dólares”, señala Tulio Cariello del CEBC.
“Además, en términos históricos, Brasil casi siempre ha liderado, con algunos países de la región superándolo en momentos puntuales. Chile, por ejemplo, estuvo por delante de Brasil debido a una inversión masiva en el sector del litio“,
Jorge Heine, de la Universidad de Boston, está de acuerdo.
“Considero lo que sucedió el año pasado más como una coincidencia que cualquier otra cosa. Hay varios proyectos chinos en desarrollo en Brasil. Por lo tanto, lo que sucede en un año no necesariamente se convierte en una tendencia”, destaca.
Según el informe del CEBC, el año pasado, una de las razones que ayudó a que Argentina superara a Brasil en términos de inversión china fue el negocio destacado en la explotación del litio en la industria minera.
Hubo dos adquisiciones significativas en la exploración de este mineral por las empresas chinas Ganfeng Lithium y Zijin Mining Group.
Sin embargo, expertos señalan que, al igual que en Brasil, muchos de los anuncios de inversiones chinas multimillonarias en Argentina aún no se han materializado.
“Durante más de 15 años, China ha estado anunciando inversiones en Argentina que en la mayoría de los casos no se han concretado de manera significativa. Lo que ha estado ocurriendo últimamente son algunas inversiones específicas”, señala Marcelo Elizondo, economista y presidente del Comité Argentino de la Cámara de Comercio Internacional (ICC).
En su opinión, “Argentina no es muy atractiva para los inversionistas chinos, quienes han encontrado numerosos obstáculos”.
Menciona la “brecha cambiaria” (diferencias entre el tipo de cambio oficial y las múltiples cotizaciones paralelas del dólar), sumado a las dificultades para importar insumos y maquinaria para la producción.
“En este sentido, China ha estado presente más por las necesidades financieras y las circunstancias urgentes de Argentina, como el pago al FMI”, agrega Elizondo.
¿Qué podría suceder en Argentina si el candidato más favorecido para la presidencia, el libertario Javier Milei, gana las elecciones?
Tildado como “el Trump argentino”, Milei ha sugerido “romper relaciones con China” debido al hecho de que el país asiático está gobernado por el Partido Comunista y busca acercar a Argentina nuevamente a Estados Unidos, que actualmente es el tercer socio comercial más importante de Argentina.
También ha prometido, si es elegido, sacar a Argentina del Mercosur y ha calificado al presidente Luiz Inácio Lula da Silva de “socialista con vocación totalitaria”.
“Esta ruptura [de Argentina con China] sería imposible. China es el principal destino de nuestras exportaciones de carne bovina y soja. No es posible dejar de negociar con China. No se puede ideologizar el comercio exterior, eso es imposible”, dice Diego Guelar, exembajador de Argentina en Brasil.
El embajador argentino en Suiza, Gustavo Martínez Pandiani, considerado como posible canciller en un eventual gobierno de Sergio Massa, opina que “China es hoy una de las economías emergentes más importantes del mundo y se ha convertido en un inversor relevante en América Latina”.
“Creemos que debemos seguir fortaleciendo la asociación estratégica con China con el objetivo de avanzar en el desarrollo de sectores clave como la agroindustria y la energía, entre otros“.
Jorge Heine, de la Universidad de Boston, recuerda que el expresidente Jair Bolsonaro también utilizó una retórica anti-China durante la campaña presidencial, pero en su gobierno las relaciones comerciales entre los dos países no se vieron perjudicadas.
“Mi suposición es que Milei, de ser elegido, tendría que hacer lo mismo que hizo Bolsonaro: tragarse sus palabras y hacer lo que le imponen los imperativos de las realidades económicas internacionales”, dice.
A pesar de esto, Ariel González Levaggi, secretario ejecutivo del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica Argentina, no descarta fricciones entre Argentina y China en caso de la victoria de Milei.
“Estas elecciones no son una buena noticia para los chinos, ya que los tres candidatos han presentado agendas mucho menos favorables a China”.
“Sin embargo, en el caso de Milei, la preocupación es grande, especialmente en lo que respecta al fortalecimiento de las relaciones, con el temor de que algunos proyectos de inversión se paralicen“, señala.
González Levaggi concluye: “De todas formas, es poco probable que las relaciones bilaterales vuelvan al nivel de la presidencia de Cristina Kirchner (2007-2015), sobre todo en su segundo mandato, cuando hubo un acercamiento entre los dos países y Argentina tenía una posición muy reacia hacia Estados Unidos”.
Este artículo fue publicado originalmente en portugués por BBC News Brasil. Léelo haciendo clic aquí.
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