Santa Cruz, Bolivia. La emotiva misa que celebró hoy el papa Francisco en la ciudad boliviana de Santa Cruz (este) ante centenares de miles de personas estuvo cargada de fe pero no se libró de la invasión tecnológica de los entusiastas que se llevaron el recuerdo del momento captado en sus móviles y tabletas.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Pese al frío imperante hasta la primeras horas de esta mañana, las expectativas por asistir a la eucaristía eran grandes, ya que mucha gente pasó la noche en las calles aledañas a la estatua del Cristo Redentor con el objetivo de estar lo más cerca posible del escenario montado en el lugar.
Pareció que Dios oyó las numerosas plegarias para que el clima en Santa Cruz mejore, ya que hoy el sol volvió a brillar en el cielo cruceño después de casi dos semanas de temporales, ventiscas e incluso una inusual granizada que congeló un poco los ánimos en vísperas de la llegada de Francisco a Bolivia.
El imponente escenario era una réplica de los templos de las misiones jesuíticas en los pueblos de la Chiquitania cruceña, con enormes pilares tallados en madera.
A los pies del Cristo y justo en frente del escenario se instalaron 17.000 sillas para invitados especiales, incluidas las autoridades nacionales y locales, además de algunas personas enfermas, ancianos y niños.
Eso causó críticas y airadas protestas porque algunas personas recibieron distintivos especiales para ingresar a ese sector y no necesitaron acampar como miles para tener un buen lugar en la misa.
Una marea de banderas bolivianas y del Vaticano recibió al papa en el Cristo Redentor, donde también flamearon enseñas argentinas, brasileñas, colombianas, peruanas y venezolanas, entre otras.
Tras saludar a los asistentes, el pontífice se atavió para la eucaristía en una sacristía bastante peculiar: un restaurante de comida rápida de Burger King fue ambientado con tal propósito, con gruesas cortinas blancas que cubrían sus enormes ventanales.
Durante la celebración, abundaron las manos en alto, pero no de gente que rezaba o aplaudía, sino que tomaba fotografías panorámicas y autofotos, o grababa vídeos con teléfonos móviles y tabletas.
Ni siquiera los sacerdotes que concelebraron la misa con Francisco pudieron aguantarse las ganas de captar imágenes con sus móviles, sobre todo cuando Francisco llegó al Cristo y cuando se fue al concluir la misa.
Con todo, fue evidente la fe de las miles de personas asistentes, quienes siguieron fielmente todos los ritos de la misa, oraron con los ojos cerrados y algunos incluso lloraron de emoción al escuchar las palabras de Francisco.
“Es una emoción bien grande ver al papa y sobre todo recibir su bendición (...) Estoy emocionada y agradecida con Dios por esta bendición”, afirmó a Efe la cruceña Favela Rivera, que llegó al lugar con toda su familia dos horas antes de que comience el acto.
Aunque Rivera no alcanzó a situarse en un buen lugar y se tuvo que conformar con ver al papa “de lejos”, se sintió igualmente bendecida por la visita del pontífice al país.
La también boliviana Erika Carranza madrugó un poco más que Rivera, pues llegó al Cristo a las 06.00 locales (10.00 GMT) y expresó su alegría porque pudo ver a Francisco “de cerca”.
Su alegría fue mayor porque se había quedado con las ganas de asistir a la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en Río de Janeiro en 2013, uno de los primeros actos a los que asistió Francisco como líder de la Iglesia Católica.
“Ver al papa Francisco nos trae paz, nos trae alegría (...) Es una bendición muy grande porque siempre el papa nos trae un mensaje a todos y nos hace reflexionar”, dijo Carranza a Efe.
La profunda vocación religiosa arraigada en Bolivia, un Estado laico por Constitución desde 2009, quedó patente en esta celebración encabezada por Francisco, en la que hubo peticiones formuladas en español y en las lenguas indígenas aimara, quechua y guaraní.
Fuente: EFE