Guido Mantega pasó nueve años al frente del poderoso Ministerio de Hacienda (Economía) de Brasil, se ganó el respeto internacional por situar a su país entre las grandes economías del mundo, luego fue denostado con el descalabro de las cuentas públicas y este jueves acabó arrestado por sospechas de corrupción.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
El economista de origen italiano, que fue puesto en libertad horas después de su detención, ha estado más de dos décadas vinculado al Partido de los Trabajadores (PT) de Brasil, fue un estrecho asesor de Luiz Inácio Lula da Silva cuando aspiraba a la Presidencia de Brasil y fue el hombre fuerte de la economía del gigante sudamericano entre 2006 y 2015, convirtiéndose en uno de los ministros de Economía que más tiempo ha ocupado el cargo en la historia del país.
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En su gestión, en primer lugar Guido Mantega, de 67 años, terminó de aplicar las medidas ortodoxas que enderezaron las cuentas públicas en el primer mandato de Lula, lo que permitió a Brasil aprovechar los años de bonanza de las materias primas y situó al país entre las siete mayores economías del mundo.
Después se ganó el reconocimiento internacional al capear la crisis desatada en 2008, con una serie de incentivos al consumo y a los sectores industriales más amenazados por el desempleo.
Sin embargo, la prolongación de ese tipo de medidas para calentar el consumo y la demora en acometer fórmulas de ajuste necesarias para equilibrar las cuentas acabaron por alimentar los desequilibrios que han conducido a Brasil a su peor recesión en siete décadas.
El entonces ministro también tuvo parte de responsabilidad por las maniobras poco transparentes que sirvieron para cuadrar las cuentas en los últimos años por las que acabó siendo juzgada y destituida la ex opresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, el pasado agosto.
Los mercados y las publicaciones extranjeras que encumbraron a Mantega como una de las personas más influyentes del globo pasaron a pedir su cabeza con el mismo ahínco, mientras que Rousseff, que lo había mantenido en su gabinete, lo confirmaba una y otra vez en su cartera.
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Guido Mantega acabó apartado al comienzo del segundo mandato de Rousseff para dar espacio al ministro Joaquim Levy, que sí era más proclive a tomar las medidas de austeridad a las que tanto se oponía el PT de Rousseff y del ministro saliente.
Nacido en Génova (Italia) en 1949 y residente en Brasil desde los tres años de edad, Guido Mantega siempre tuvo aires de economista serio, con trajes anticuados y una dialéctica barroca, que servía de contrapunto y ayudó a suavizar ante los mercados la imagen de Lula, un beligerante sindicalista sin formación académica.
El economista estuvo vinculado al PT desde los años 90, fue el artífice del programa económico de Lula durante tres campañas presidenciales (1994, 1998 y 2002) y ayudó a elaborar el programa económico del Gobierno del PT.
En los primeros años en el Gobierno, ocupó el Ministerio de Planificación y la Presidencia del estatal Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES).
En 2006 asumió la cartera de Hacienda cuando su predecesor, Antonio Palocci, se vio forzado a dimitir presionado por un escándalo de corrupción.
Como ministro de Hacienda, Guido Mantega también asumió la Presidencia del Consejo de Administración de Petrobras, por lo que por sus manos pasaron las cuentas y los planes de inversiones de la petrolera estatal, en los años que fueron desviados de sus arcas miles de millones de dólares, un escándalo por el que ha sido arrestado este jueves.
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Mantega también es investigado por sospechas de que pudo haber incurrido en maniobras ilegales en otro escándalo de corrupción, que se refiere al órgano encargado de investigar las evasiones de impuestos de las grandes empresas.
A finales del año pasado, un tribunal ordenó investigar las cuentas de Guido Mantega para averiguar si el ministro influyó en el nombramiento de diez directores del Consejo Administrativo de Recursos Fiscales (CARF), adscrito al Ministerio de Hacienda, que son sospechosos de haber amparado esos fraudes.
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Fuente: EFE