Apenas fue electo presidente de Colombia, Gustavo Petro lanzó un mensaje público a Washington.
“Creo que llegó el momento de sentarnos con el gobierno de los Estados Unidos y hablar”, dijo en su discurso del domingo a la noche, tras ganar las elecciones.
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De inmediato, explicó que quiere buscar un acuerdo sobre los gases de efecto invernadero que emite EE.UU. y que son absorbidos por la “esponja” de la selva amazónica que Colombia comparte con otros países de la región.
“Si allá se emite y aquí absorbemos, ¿por qué no dialogamos?”, se preguntó Petro. “Le propongo al gobierno de los Estados Unidos y a todos los gobiernos de América sentarnos a dialogar para acelerar los pasos de la transición energética”.
Pero la idea de “descarbonizar” la economía está lejos de ser el único tema sensible entre el primer presidente de izquierda electo en Colombia y Washington, que tiene a ese país como su aliado más estrecho en América Latina.
En la agenda asoman otros asuntos como la estrategia antidrogas o la intención de Petro de restablecer relaciones diplomáticas con Venezuela que, según expertos, pueden darle un giro importante a la política exterior de Bogotá.
EE.UU. asigna una importancia singular a sus lazos con Colombia.
Una señal de esto se vio este mes, cuando el presidente Joe Biden eligió entre todos los gobernantes del continente a su par colombiano saliente, Iván Duque, para que se sentara a su lado en el acto inaugural de la Cumbre de las Américas en Los Ángeles.
Hay varios motivos detrás de ese gesto.
Colombia es el país latinoamericano que en los últimos tiempos ha recibido más dinero de EE.UU. en asistencia de seguridad y económica: unos US$13.000 millones desde el año 2000.
Esta ayuda se canalizó en gran medida a través del “Plan Colombia”, concebido para enfrentar el tráfico de drogas y los movimientos guerrilleros en el país sudamericano, e incluyó desde cooperación y entrenamiento militar hasta apoyo de inteligencia.
Petro, un economista y exmiembro de la guerrilla nacionalista del M-19, desmovilizada en 1990, recibió un recado público del secretario de Estado de EE.UU. tras su triunfo electoral el domingo.
“Esperamos continuar nuestra fuerte asociación con el presidente electo @petrogustavo y construir un hemisferio más democrático y equitativo”, tuiteó el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken.
Un día después de las elecciones, Petro sostuvo una conversación telefónica con Blinken, en la que tocaron los temas del proceso de paz y el cambio climático.
El Departamento de Estado dijo que Blinken mencionó los “valores democráticos compartidos por ambos países” y reiteró “el apoyo de EEUU a la implementación” de los acuerdos de paz de 2016.
La relación estratégica entre los dos países podría ponerse a prueba con el cambio de gobierno colombiano en agosto.
Petro ha indicado que quiere anunciar el fracaso de la “guerra contra las drogas” y reexaminar el tratado de libre comercio entre Colombia y EE.UU., que a su juicio atenta contra la producción agraria de su país.
Y algunos analistas prevén dificultades en la relación bilateral, aunque ninguno de los dos gobiernos tenga interés en causarlas.
En la política antidrogas, Petro “va a chocarse con un gobierno de EE.UU. que habla de cambiar algunos aspectos pero que realmente sigue con los mismos marcos que en los años '80”, dice Adam Isaacson, un experto de la Oficina de Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés).
Agrega que, si en su búsqueda de energías limpias Petro pone trabas a inversiones de compañías petroleras de EE.UU. en Colombia, quizás también haya “desacuerdos diplomáticos bastante fuertes”.
Arlene Tickner, una profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad del Rosario, en Bogotá, ve sin embargo coincidencias entre el programa de Petro y la agenda de Biden sobre energía limpia y cuidado del medio ambiente.
“Donde realmente hay sensibilidad es en la sensación de perder al principal aliado y socio (de EE.UU.) en América Latina. Y esto, en temas neurálgicos como el plan seguridad, es algo a mi modo de ver inquietante para Washington”, dice Tickner a BBC Mundo.
Si bien ha calificado de “dictatorial” al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela, el presidente electo de Colombia quiere restablecer la diplomacia entre ambas naciones, que comparten una difícil frontera de más de 2.200 kilómetros.
Maduro rompió relaciones diplomáticas con Colombia en 2019 al acusar al gobierno de Duque de “fascista” después que dejara de reconocerlo como presidente venezolano y acreditara en su lugar al líder opositor Juan Guaidó.
Aquella estrategia de aislamiento internacional de Maduro, impulsada por EE.UU. bajo el gobierno del expresidente Donald Trump y aún vigente en buena medida, podría perder ahora el apoyo clave de Colombia.
El propio Maduro felicitó a Petro y a la vicepresidenta electa colombiana, Francia Márquez, por su victoria en el balotaje del domingo.
“Nuevos tiempos se avizoran para este hermano país”, tuiteó.
Por su lado, Petro reclamó el domingo “un diálogo en las Américas sin exclusiones”.
Esto fue visto por algunos como una alusión a la polémica regional por la decisión de Biden de dejar fuera de la Cumbre de las Américas a Venezuela, Cuba y Nicaragua por considerarlas dictaduras.
Entre Colombia y Venezuela “hay una cantidad de problemas que atender”, señala Tickner, y la vuelta de la diplomacia podría contribuir a ello.
Los retos incluyen desde los cerca de 1,8 millones de migrantes venezolanos que huyeron a Colombia por la crisis económica y social, hasta la tensión en la frontera por la acción de grupos armados ilegales y ejércitos de ambos países.
Petro definió que su prioridad diplomática será poner a Colombia “al frente en el mundo de la lucha contra el cambio climático”.
Y lanzó un guiño a una región donde otros izquierdistas como él han llegado al poder en una ola de descontento con la clase política, la desigualdad social y el estancamiento económico.
“Le propongo a América Latina integrarnos más decididamente”, dijo en su discurso triunfal el domingo. “Le propongo a Colombia mirarnos como latinoamericanos, que es lo que somos”.
Es posible que Petro busque además estrechar vínculos con otras potencias mundiales como China o la Unión Europea mientras afloja la “relación especial” de Colombia con EE.UU., señala Isaacson.
A su juicio, el vínculo entre Washington y Bogotá precisará de flexibilidad mutua y, aunque los republicanos en el Congreso de EE.UU. desconfíen más de la ideología de Petro, quizás la Casa Blanca de Biden preste más atención a su modo de gobernar.
“Si Petro gobierna desde la izquierda, pero desde una izquierda democrática, (…) no creo que haya muchos problemas con EE.UU.”, señala. “Pero si muestra rasgos populistas autoritarios, por supuesto que EE.UU. va a decirlo y habrá más roces”.
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