El presidente argentino, Javier Milei, asumió hace 100 días prometiendo combatir los problemas económicos de su país, empezando por reducir la inflación, hoy la más alta del mundo.
El líder “anarcocapitalista” también busca realizar una profunda reforma política, reduciendo el Estado a un mínimo, y, con tal fin, cortó a la mitad el número de ministerios y secretarías.
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Sin embargo, el economista libertario ha declarado que su batalla más grande para sacar a Argentina de su crisis eterna tiene otro origen...
“La raíz del problema argentino no es político y/o económico. Es moral”, explicó en febrero pasado, en uno de sus cuantiosos posteos en la red X (exTwitter)
Milei sostiene que la “decadencia” argentina empezó hace un siglo cuando el país “abandonó” el modelo capitalista para “abrazar las ideas empobrecedoras del colectivismo”, la forma en la que suele referirse al socialismo.
Una ideología que -según él- caló hondo en su país gracias a los métodos que utilizó “la izquierda” para popularizarla.
“(Antonio) Gramsci señalaba que para implantar el socialismo era necesario introducirlo desde la educación, la cultura y los medios de comunicación”, detalló en su post, citando al filósofo marxista italiano que fue uno de los fundadores del Partido Comunista de Italia.
“Argentina es un gran ejemplo de ello”, aseguró.
Es por esto que una de las prioridades del mandatario en sus primeros meses de gestión ha sido lo que llama “desarmar el Gramsci Kultural”, un juego de palabras que alude al kirchnerismo, la fuerza política peronista que gobernó gran parte del siglo XXI, promoviendo la justicia social, la ampliación de derechos y la inclusividad como políticas de Estado.
Uno de los lemas principales de la fuerza liderada por Cristina Fernández de Kirchner es: “donde hay una necesidad, hay un derecho”, frase que Milei suele denostar, afirmando que “el problema es que las necesidades son infinitas y los derechos alguien los tiene que pagar”.
En “El Loco”, la biografía no autorizada de Milei, el periodista Juan Luis González sostiene que “la resistencia contra la supuesta hegemonía ideológica de la izquierda” fue uno de los principales motivos por los que el otrora autor y comentarista de televisión decidió ingresar en la arena política en 2021.
González resalta que muchos jóvenes empezaron a seguirlo por el “hartazgo” que sentían con las políticas “progresistas” fomentadas desde el Estado durante los años del kirchnerismo.
Pero, para Milei, Argentina no es la única que está en problemas por “el socialismo”, que según él ha impuesto una “dictadura de lo políticamente correcto”.
Al igual que otras figuras de la llamada “nueva derecha”, más notablemente el expresidente y actual precandidato presidencial estadounidense Donald Trump, el mandatario argentino cree que “la izquierda” amenaza a todo el ”mundo libre“.
Así lo declaró en su primer discurso internacional, en el Foro Económico Mundial (más conocido como Foro de Davos), a mediados de enero.
“Hoy estoy acá para decirles que Occidente está en peligro”, advirtió al abrir su alocusión.
“Está en peligro porque aquellos que supuestamente deben defender los valores de Occidente se encuentran cooptados por una visión del mundo que inexorablemente conduce al socialismo, y en consecuencia, a la pobreza”, aseguró.
Esta profunda creencia de Milei explica por qué, a pesar de los enormes desafíos económicos y políticos que enfrenta (tiene minoría en ambas Cámaras del Congreso y ni un solo gobernador de su partido) gran parte de su atención en sus primeros días de gestión estuvo dedicado a la lucha ideológica.
“Yo no solo pienso en la política desde lo que es la batalla política sino que pienso también en la batalla cultural”, sostuvo.
Aquí te contamos cinco de los frentes que ha tenido hasta ahora este “combate”.
Siguiendo los líneamientos de Gramsci, uno de los pilares de la lucha de Milei ha sido en el ámbito educativo.
Ya antes de ingresar a la política, cuando era un famoso comentarista económico, había denunciado que “la educación pública se convirtió en un centro de adoctrinamiento marxista”.
Ahora, como mandatario, reiteró la misma idea.
A comienzos de marzo, durante un discurso por la apertura del ciclo lectivo en la escuela de la que se graduó, el Cardenal Copello, en Buenos Aires, dijo que su partido, La Libertad Avanza (LLA), es popular entre la juventud porque “los jóvenes llevan menos tiempo expuestos al mecanismo de lavado de cerebro de la educación pública”.
Si bien el presidente no ha avanzado con la idea que lanzó durante la campaña de crear “vouchers” para que cada alumno decida en qué colegio y universidad quiere estudiar -financiando la demanda educativa en vez de la oferta, como ocurre ahora- ha restringido fuertemente el presupuesto en Educación.
Su gobierno le aplicó el mismo torniquete financiero que ha apretado a otros sectores del Estado, ordenando por decreto que este año se utilice el mismo presupuesto que en 2023, lo que -gracias a la inflación- significa una fuerte reducción (“No hay plata”, justifican las autoridades).
Pero el ajuste es especialmente fuerte para la educación superior. Además de otorgar fondos que cubrirán menos de la mitad de los gastos estimados por los rectores de las universidades públicas, el presupuesto quita una décima parte de la financiación a las instituciones nacionales y recorta un quinto de las becas educativas.
Tras el anuncio de un paro universitario nacional, el 14 de marzo, el gobierno aumentó en un 70% las partidas presupuestarias, pero el dinero estará enteramente absorbido por el fuerte aumento que hubo en los servicios de electricidad, gas e insumos de mantenimientos desde que asumió Milei.
El gobierno también ha suspendido la apertura de cinco universidades que habían sido aprobadas por ley durante el mandato anterior, de Alberto Fernández.
Y eliminó varios fondos fiduciarios que promueven la ciencia y la tecnología, lo que, sumado a los recortes presupuestarios, llevó a un grupo de 68 ganadores de premios Nobel de Química, Economía, Medicina y Física de todo el mundo a escribirle a Milei expresando su preocupación.
“Tememos que Argentina esté abandonando a sus científicos, estudiantes y futuros lideres de la ciencia. Nos preocupa que la dramática devaluación de los presupuestos del Conicet (el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y las universidades nacionales refleje no sólo una dramática devaluación de la ciencia argentina sino también una devaluación del pueblo argentino y del futuro de Argentina”, plantearon.
“Congelar los programas de investigación y disminuir el número de estudiantes de doctorado y de investigadores jóvenes provocará la destrucción de un sistema que tardó muchos años en construirse y que requeriría muchos más para ser reconstruido”, le advirtieron al mandatario argentino.
Milei también ha apuntado sus dardos contra dos de los mayores símbolos del progresismo durante la era kirchnerista.
A finales de febrero, cerró el Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (Inadi), al que el vocero presidencial, Manuel Adorni, consideró un lugar “para generar empleo militante”.
El organismo, donde trabajaban unas 400 personas, fue creado por ley en 1995.
En campaña, Milei había denunciado que durante los gobiernos kirchneristas se convirtió en un “instrumento de persecución ideológica” abocado a “controlar la cultura y que quiere regular hasta la forma en que tenemos que hablar”.
En línea con este pensamiento, unos días después de cerrar el Inadi, el gobierno anunció la prohibición del llamado “lenguaje inclusivo” y cualquier referencia a la perspectiva de género en los documentos oficiales.
“No se va poder usar la letra e, la arroba, la x y evitar la innecesaria inclusión del femenino en todos los documentos de la administración pública”, precisó Adorni en una de sus conferencias de prensa diarias.
Ambas medidas recibieron un aluvión de críticas de gran parte de la oposición.
Germán Martínez, presidente del bloque peronista-kirchnerista Unión por la Patria en la Cámara de Diputados, denunció en X que el gobierno de Milei “va camino a ser el más discriminador, xenófobo y racista de la historia democrática”.
La eliminación de la perspectiva de género no fue el único ataque contra el colectivo feminista.
Milei ha sido particularmente virulento en sus expresiones contra las activistas por los derechos de la mujer, a quienes describió recientemente como “las asesinas de pañuelos verdes”, por la exitosa campaña que realizaron para lograr la aprobación del aborto legal y gratuito en Argentina, en 2020, con apoyo del anterior gobierno.
Según explicó el mandatario en Davos, “el libertarismo ya establece la igualdad entre los sexos”, y lo que plantea el “feminismo radical” es una “pelea ridícula y anti natural entre el hombre y la mujer”.
Esta pelea es propicidada por “los socialistas” que “se vieron forzados a cambiar su agenda luego de dejar atrás la lucha de clases”, afirmó.
El líder, que niega que exista una brecha salarial entre hombres y mujeres, eliminó el ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, creado durante la administración de Fernández, y lo transformó en una subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género.
Ante las críticas por sus políticas antifeministas, su vocero ha señalado que el suyo es el gobierno “más igualitario” de la historia argentina, con una participación de mujeres “del 45%” (cerca del doble que durante el kirchnerismo).
“Yo creo en la igualdad ante la ley. Esto no se trata de un derecho, se trata de privilegios”, había explicado, al anticipar el cierre del ministerio.
Como para dejar en claro su postura sobre lo que llama la “ideología de género”, el pasado 8 de marzo, Día internacional de la Mujer, el gobierno decidió convertir el Salón de las Mujeres de la Casa Rosada en el “Salón de los Próceres”, que homenajea a un grupo de líderes políticos, todos hombres.
El anuncio se produjo poco antes de que miles de activistas marcharan en protesta contra las políticas del gobierno y en reclamo a la protección del derecho al aborto, tema sobre el que Milei ha sugerido que podría convocar a una consulta popular.
Según Ana Fornaro, codirectora de la Agencia Presentes, medio especializado en la cobertura de temas de género y diversidad sexual, las propuestas de Milei son “una copia torpe de la agenda de la derecha y ultraderecha internacional que hablan del 'marxismo cultural', 'neomarxismo', 'colectivismo', o 'socialismo' para referirse a una agenda de derechos, por ejemplo los derechos de las mujeres, las personas LGBTI+, las comunidades indígenas y el medioambiente”.
Una de las primeras iniciativas que tomó Milei, apenas dos días después de asumir, fue cortar por un año lo que se conoce como la “pauta oficial”, que es la publicidad institucional del gobierno en medios.
Argentina es uno de los países con mayor número de canales de noticias, y muchos -al igual que diarios, revistas, y sitios de internet- dependen de la “pauta” para subsistir.
Si bien la decisión se dio en el marco de una serie de medidas de emergencia anunciadas por el ministro de Economía, Luis Caputo, para recortar el gasto público -también se congelaron las obras públicas por un año- el mandatario no dejó dudas de que el recorte busca, además, socavar el poder de los medios críticos a los que considera “formadores de opinión ensobrados” (es decir, que reciben dinero para hablar bien o mal de alguien).
Pero el grueso de los dardos de Milei ha estado apuntado contra los medios públicos, que durante los gobiernos kirchneristas fueron fuertemente criticados por su falta de imparcialidad y sesgo progobierno.
El presidente, quien también es criticado por únicamente dar entrevistas a medios afines, los considera “mecanismos de propaganda política” y en febrero anunció su intervención por un año, lo que allana el camino para su posible privatización.
Durante su discurso por la apertura de las sesiones del Congreso, el 1 de marzo, el mandatario causó sorpresa -e indignación en algunos sectores- al anunciar el cierre de la agencia estatal de noticias Télam, la más grande de América Latina, fundada en 1945.
“Vamos a cerrar la agencia Télam que ha sido utilizado, durante las últimas décadas, como agencia de propaganda kirchnerista”, dijo.
Para Tomás Eliaschev, delegado sindical de Télam, la clausura -que se llevó a cabo apenas dos días después del anuncio, en medio de un fuerte operativo policial- fue “un ataque a la libertad de expresión inédito en Argentina”.
“En las últimas décadas, no hemos visto nada igual”, le aseguró a BBC Mundo.
Mientras critica a los medios de comunicación tradicionales, Milei utiliza los más nuevos -las redes sociales, que fueron clave para su victoria electoral- para librar su “batalla cultural”.
Desde que asumió, ha publicado miles de comentarios, likes y republicaciones que atacan a “los zurdos”, los “periodistas ensobrados”, los gobernadores o actores políticos con los que mantiene diferencias y todo lo que sea estatal o público.
Posteos, muchas veces discriminatorios, que han sido denunciados reiteradas veces por organismos como la Academia Nacional de Periodismo, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) y el Foro de Periodismo Argentino (Fopea), entre otros.
El periodista y escritor José Benegas, autor de “Milei, todas las respuestas a las preguntas que suscita”, considera que el presidente se ha convertido en un “francotirador digital”.
“Está inaugurando una forma sucia de política que no conocíamos antes”, señaló en una nota de opinión en la revista Noticias.
Además del campo científico, otro sector golpeado por los recortes ha sido el ámbito cultural.
Por ejemplo, la semana pasada un cine emblemático en Buenos Aires -la sala Gaumont- se convirtió en el foco de una protesta contra los cortes en el presupuesto del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA).
Actores nacionales -como Leonardo Sbaraglia- participaron del reclamo en el centro de la capital argentina mientras que otros artistas internacionales, como Viggo Mortensen, enviaron su apoyo desde el exterior.
Pero, quizás, el enfrentamiento más inesperado ha sido el que Milei ha mantenido con la cantante y actriz Lali Espósito, una de las artistas más populares del país (rivalidad que algunos han comparado con el de Trump con Taylor Swift, en EE.UU.)
La joven suscitó el enojo de los libertarios cuando, ante el inesperado primer lugar que obtuvo Milei en las primarias de agosto pasado, publicó un post en X que decía: “Qué peligroso. Qué triste”.
Desde entonces, el mandatario ha criticado reiteradamente a la artista, a la que apodó en una entrevista “Lali Depósito”, acusándola de recibir grandes sumas de dinero público -más de lo que cobra por sus shows privados- de gobernadores e intendentes para hacer espectáculos -“propaganda política”, lo llama Milei-, a pesar de que estos no tienen suficientes fondos para el pago de sueldos estatales.
Cuestionado por la asimetría de poder que tiene, como presidente, y por su ensañamiento con Espósito, Milei explicó que “hay que entender que, cuando yo me peleo con una artista popular, no lo hago porque sí, sino que lo hago como parte de la batalla cultural, para liberar a los argentinos del sistema que les roba”.
“El caso (de Lali Espósito) a mí me sirvió para mostrar cómo los políticos utilizan a los artistas para manipular a la gente. Y también pasa lo mismo con la educación, y también pasa lo mismo con los medios de comunicación”, señaló durante una entrevista con TN.
En su cuenta de X reiteró que no se trata de algo personal.
“Acá el problema no es una actriz. Es una arquitectura cultural diseñada para sostener el modelo que beneficia a los políticos. Bueno, nosotros venimos a terminar con eso”, aseguró.
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