Sin imaginárselo, Bolivia atravesó casi un año con un gobierno interino.
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La gestión transitoria de Jeanine Áñez concluye este domingo con la llegada a la presidencia del país de Luis Arce, quien resultó electo con más del 55% de los votos y que devuelve al poder al partido de Evo Morales.
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Arce fue ministro de Economía durante más de una década y es calificado como uno de los cerebros del crecimiento boliviano en este siglo, un tema todavía muy discutido en esa nación sudamericana.
Su perfil, mucho más conciliador que el de Morales, y su apuesta por hacer énfasis durante la campaña presidencial en su experiencia en el manejo de las finanzas del país le valió recuperar la confianza de la mayoría de la población.
Triunfó el 18 de octubre pasado, menos de un año después de la abrupta renuncia a la jefatura de Estado del líder histórico de su partido en medio de protestas sociales, con la policía amotinada en su contra y el jefe de las fuerzas armadas sugiriendo que diera un paso al costado.
Y Evo Morales es el primero en decir que la abrumadora victoria de su delfín es la principal prueba de que no hizo fraude electoral en 2019 y que la historia le da la razón después de tantos cuestionamientos por buscar un controversial cuarto mandato continuo.
Sin embargo, expertos e incluso figuras del partido que asume el gobierno este domingo coinciden en que los problemas no terminaron y que Arce tendrá desafíos complejos en los cinco años de mandato que comienzan.
1. El país dividido
Los analistas consultados por BBC Mundo identifican que uno de los errores de los varios líderes políticos que se postularon en estas elecciones es que consideraron al Movimiento Al Socialismo (MAS) como un partido derrotado.
La dispersión del voto opositor favoreció a Luis Arce y al MAS, pero eso no oculta que la polarización en el país permanece, explica a BBC Mundo el sociólogo boliviano Hugo José Suárez.
“Tendrá que negociar”, afirma el profesor de la Universidad Nacional Autónoma de México, al señalar que pese a la victoria fue amplia hay una diferente correlación de fuerzas políticas en comparación con la que vivió Morales.
Y, apunta, esa es una de las incertidumbres más grandes que persiste en Bolivia porque todavía no está claro si el nuevo gobierno intentará imponer su agenda o tendrá un enfoque más conciliador.
“Le corresponde a Arce salvar los desafíos piloteando un país con reglas claras, promoviendo la unidad y no la venganza. ¿Lo podrá hacer? La moneda está en el aire”, indica.
En el otro extremo, aunque con mucha menos fuerza que en 2019, persisten grupos movilizados contra el evismo.
En las últimas semanas llegaron a realizar vigilias frente a cuarteles y pedir que se cree una junta de gobierno civil, militar y policial.
2. La economía
Pese a ser una de las fortalezas del economista Arce, el debate no está cerrado en Bolivia.
A lo largo de la campaña muchos de sus contrincantes señalaron que la extraordinaria era de crecimiento económico que vivió Bolivia bajo su gestión, hecho reconocido por entidades como el Banco Mundial o la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), no fue mérito suyo sino por los elevados precios de las materias primas en la región.
“Se estima que las condiciones serán distintas”, indica a BBC Mundo el escritor y analista Edmundo Paz Soldán, profesor de la Universidad Cornell (Nueva York).
Paz Soldán señala que el nuevo mandatario de Bolivia tendrá desafíos muy diferentes ante la caída de cotizaciones internacionales de las producciones tradicionales bolivianas como la minería y los hidrocarburos.
Y explica que este cambio puede suponer una diferencia significativa en cómo será la administración no solo en el plan económico, sino en la “administración misma del gobierno”.
Por su parte, Hugo José Suárez, apunta que Arce se verá en la necesidad de tomar algunas medidas consideradas impopulares como devaluar la moneda boliviana “para equilibrar las finanzas”.
3. El coronavirus
Otro elemento a la hora de analizar la economía boliviana y sus dificultades es la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.
El país puso a sus ciudadanos en cuarentena a finales de marzo y, pese a que paulatinamente se reactivaron varios sectores productivos en los últimos meses, la economía está lejos de recuperarse.
El presidente Arce sostuvo en la campaña de manera insistente que la economía del país está “destrozada”, tras la pandemia y la gestión de Áñez.
Y llegó a señalar que al menos dos años y medio serán necesarios para la recuperación del país.
Para Paz Soldán es claro que la pandemia es una situación compleja que condiciona el desarrollo de la economía.
“Creo que todo dependerá de cómo se afrontará el problema del coronavirus. Lo estamos viendo en los países de Europa con los rebrotes. No puedes pensar en una reactivación económica seria sin tener bien controlado al virus”, indicó.
Otro ejemplo señalado por el analista es el déficit de liderazgo que observa en Estados Unidos ante la pandemia y que eso afecta el desarrollo del país en diferentes aspectos.
“No se trata solo de abrir la economía, sino de cómo enfrentar la crisis sanitaria. Eso será fundamental para Arce”, apunta.
4. El factor Evo
El papel del expresidente puede ser “arrollador”.
Al menos eso piensa Hugo José Suárez de la influencia que puede llegar a tener Evo Morales en el gobierno de Luis Arce si insiste en llevar un alto perfil.
Morales, durante todo este año emitió opiniones sobre la política boliviana y otros aspectos del país.
Además ya tiene anunciado su retorno al país en las siguientes horas y se planifica una multitudinaria recepción porque planea reencontrarse con sus sindicatos de productores de coca el 11 de noviembre, exactamente un año después de su salida de Bolivia.
“Es claro que no quiere ceder protagonismo y si se lo propone puede tener una enorme influencia. Claramente mantener la autonomía es uno de los desafíos de Luis Arce”, concluye Suárez.
Aunque el expresidente niega que jugará un papel en el gobierno que empieza y asegura que quiere dedicarse a la piscicultura.
De hecho, consultado por BBC Mundo sobre la influencia que tendrá respondió con una palabra: “Nada”.
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