El mayor yacimiento de cobre a rajo abierto del mundo, Chuquicamata, está en plena fase de transformación para convertirse en una gigantesca mina subterránea, lo que alargará su vida útil por otras cuatro décadas.
Después de un siglo de explotación, se hacía cada vez más costoso extraer el mineral de la inmensa mina de cobre a cielo abierto ubicada en pleno desierto de Atacama, el más árido del mundo, en el norte de Chile.
Como una especie de espiral gigante cincelada en la montaña, cada vez debía excavarse más profundo para alcanzar el mineral, haciendo necesario seguir extendiendo los sinuosos caminos de entrada y salida del material.
Un camión de extracción debe recorrer hoy más de 10 km desde la superficie hasta el fondo del rajo, con un consumo diario de combustible de unos 3.100 litros, equivalente a lo que gasta un automóvil normal en 21 meses.
“Las reservas económicas extraíbles bajo el rajo empiezan a tener un punto de inflexión, donde para nosotros se hace muy caro transportar una tonelada de mineral a la superficie por la profundidad que tiene nuestro rajo, que hoy día es de un kilómetro”, explica a la AFP Roberto Pasten, gerente de Mina de la División Chuquicamata de Codelco.
El yacimiento, que comenzó a ser explotado en 1915, tiene aún reservas por 1.700 millones de toneladas de cobre, más del 60% de lo explotado hasta ahora, por lo que su nueva fase de operación subterránea le asegura una vida útil de otras cuatro décadas.
Sin la ejecución de las obras, el yacimiento dejaría de ser económicamente rentable en la próxima década.
En 2015 el yacimiento produjo 308.625 toneladas de cobre, siendo la tercera operación en importancia de las siete minas que explota Codelco, que por sí sola aporta el 11% de la oferta mundial de cobre. Chuquicamata da hoy trabajo a 5.887 personas.
DESAFÍO PARA LA INGENIERÍAEl proyecto de convertirla en una mina subterránea se inició en 2012, bajo el gobierno de Sebastián Piñera, y representa todo un reto para la industria minera de Chile, el primer productor mundial de cobre, con casi un tercio de la oferta mundial.
“No va a ser una minera subterránea cualquiera. Estamos hablando que va a ser una de las dos o tres mineras subterráneas más grandes del mundo, por lo tanto no es algo muy simple de ejecutar”, dice Pasten.
Después de tres años de faenas y de una década de desarrollo del proyecto, la fase subterránea cuenta ya con 9 km de túneles construidos, asociados principalmente al sistema de ventilación de la mina subterránea, y otro de 7,5 km destinado al tránsito vehicular, con un avance de cerca de un 25% del total de las obras.
Las obras deberían finalizar en 2019. Durante los tres años siguientes va a operar en paralelo de manera subterránea y a cielo abierto, para finalmente lograr el objetivo de producir 340.000 toneladas de cobre al año.
Se estima que durante la vida útil de la mina, se desarrollarán cerca de 1.000 km de galerías y túneles, la distancia equivalente entre las ciudades chilenas de Calama y La Serena.
La antigua mina, en tanto, quedará paulatinamente deshabilitada, aunque se mantendrá una pequeña porción como testimonio histórico de lo que fue su aporte económico a Chile por más de un siglo.
Ya en 2007 se cerró definitivamente el campamento aledaño a la mina donde vivían miles de empleados y sus familias, que fueron trasladados a la vecina cuidad de Calama.
“Si nosotros no hacemos estos cambios, estas transformaciones, definitivamente nuestro nivel de producción se viene abajo y también la posición de Codelco en el mercado del cobre también se ve obviamente en desmedro”, concluye Pasten.
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