Un presidente de centroderecha de familia rica y un jefe guerrillero marxista de origen campesino se han jugado su capital político por un acuerdo de paz en Colombia para acabar con más de medio siglo de conflicto armado.Seguir a @Mundo_ECpe !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)?'http':'https';if(!d.getElementById(id)){js=d.createElement(s);js.id=id;js.src=p+'://platform.twitter.com/widgets.js';fjs.parentNode.insertBefore(js,fjs);}}(document, 'script', 'twitter-wjs');
Enemigos de larga data, el presidente Juan Manuel Santos y el jefe máximo de las FARC, Timoleón Jiménez (“Timochenko”), pasarán a la historia como los artífices del inédito pacto alcanzado después de casi cuatro años de conversaciones y tres fracasos de gobiernos anteriores.
“Este 29 de agosto empieza una nueva historia para Colombia. Silenciamos los fusiles. ¡SE ACABÓ LA GUERRA CON LAS FARC!”, tuiteó Juan Manuel Santos, un minuto después de entrado en vigor el cese del fuego y hostilidades bilateral y definitivo.
Este 29 de agosto empieza una nueva historia para Colombia. Silenciamos los fusiles. ¡SE ACABÓ LA GUERRA CON LAS FARC!— Juan Manuel Santos (@JuanManSantos) 29 de agosto de 2016
El presidente, que ha hecho de la paz con las guerrillas su gran meta desde que fue elegido en el 2010 y reelecto en el 2014, dirigió una feroz lucha contra las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, comunistas) como ministro de Defensa de su predecesor Álvaro Uribe.
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Según uno de sus asesores y también cuñado Mauricio Rodríguez, en busca de la paz Juan Manuel Santos “hizo la guerra como un medio para lograrla”. Su objetivo: “debilitar a las FARC para obligarlas a sentarse a la mesa”.
“Toda mi vida (...) he sido un implacable adversario de las FARC”, dijo Santos, de 65 años, durante la firma del pacto de cese al fuego con esa guerrilla en junio. “Pero (...) defenderé, con igual determinación, su derecho a expresarse y a que sigan su lucha política por las vías legales, así nunca estemos de acuerdo”, agregó.
El mismo empeño ha mostrado el líder de las FARC, cuyo nombre real es Rodrigo Londoño, un guerrillero de 57 años que en el 2011 se convirtió en el tercer jefe máximo en la historia de esa guerrilla nacida de una insurrección campesina en 1964.
“Feliz amanecer #CeseAlFuegoDefinitivo”, señaló este lunes en Twitter Timochenko, quien la víspera ordenó a sus tropas acallar los fusiles, enfatizando la “clara y definida vocación” de las FARC “por la reconciliación”.
Feliz amanecer #CeseAlFuegoDefinitivo https://t.co/cC9SPuI8IV— Timoleón Jiménez (@Timochenko_FARC) 29 de agosto de 2016
--- Perfiles opuestos, objetivo común ---
“El acuerdo final nos permitirá por fin retomar el ejercicio político legal mediante la vía pacífica y democrática”, estimó Timochenko en junio, subrayando que plantear esto hace 52 años, “resultaba absurdo para los poderes y partidos dominantes”.
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Timochenko pudo convencer a sus tropas de la necesidad de la paz porque es “uno de los tipos más queridos en las FARC” por su estrecha relación con Manuel Marulanda 'Tirofijo', el fallecido líder histórico de esa guerrilla, dijo a la AFP el analista Ariel Ávila, de la Fundación Paz y Reconciliación.
Miembro de una familia acomodada de Bogotá, Juan Manuel Santos, sobrino nieto del ex presidente Eduardo Santos (1938-1942), es un liberal formado en Estados Unidos y en la London School of Economics que ha ocupado varios cargos públicos en su larga carrera política, siempre con la presidencia de Colombia en el horizonte.
De cuna más modesta y nacido en plena región cafetera, muy cerca del pueblo natal de Tirofijo, Timochenko militó en las Juventudes Comunistas e hizo cursos de medicina en la Unión Soviética y Cuba, sin graduarse.
A su regreso a Colombia, en 1979, se unió a las FARC y desarrolló una carrera meteórica, llegando con apenas 26 años a su Secretariado, la cúpula rebelde de siete comandantes.
Pero a pesar de sus perfiles radicalmente opuestos, los dos hombres encontraron un objetivo común.
A comienzos del 2012, Timochenko le escribió a Juan Manuel Santos para proponerle “una hipotética mesa de conversaciones, de cara al país”. A continuación, los rebeldes accedieron a cesar el secuestro de civiles con fines de extorsión económica, contemplando una de las más insistentes demandas del jefe de Estado.
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Desde ese momento, los acercamientos se intensificaron y confluyeron en la instalación de una mesa de diálogos en noviembre del 2012 en La Habana, donde el 24 de agosto ambas partes anunciaron el histórico acuerdo final.
Fuente: AFP
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