Desde hace cuatro años, en las calles de Bogotá se han camuflado algunos asesinos extranjeros y se ha librado una fuerte disputa entre bandas venezolanas por ocupar el negocio del narcotráfico que se mueve en la capital de país.
De esta guerra a sangre no solo ha quedado un largo listado de muertos, sino que además, bandidos -como Yeico Masacre- se han encargado de dejar el registro de los crueles asesinatos que han cometido en contra de colombianos que desafían su poder e incluso de sus mismos compatriotas que quieren una tajada del negocio de las drogas.
MIRA: El Tren de Aragua, la banda criminal venezolana que se expande silenciosamente por Colombia
Erick Alberto Parra Mendoza, alias Yeico Masacre, es un asesino venezolano de 30 años que llegó a Colombia en 2019 como miembro de ‘los Meleán’, una estructura delictiva del país vecino que arribó, como lo señaló la Fiscalía, para ganar terreno en el negocio de las drogas, la trata de personas y la extorsión; y que se asentó en las localidades de Ciudad Bolívar, Engativá y Kennedy, donde emprendieron una guerra a muerte con los capos de la droga en Bogotá que dejó una ola de violencia durante todo el 2019.
Sin embargo, tras la muerte de Willy Meleán, el líder de ‘los Meleán’ y la captura de Tirso Meleán (hijo del fundador de la estructura), en Estados Unidos, Yeico Masacre se autodenominó el jefe máximo de la organización y desplegó un plan para exterminar a todos los miembros restantes de esta banda dentro de Bogotá y poder fundar su propia célula delictiva que tenía los tentáculos extendidos no solo en Venezuela sino en países como Chile y Ecuador.
De acuerdo con información entregada por la Fiscalía a este diario, a ‘Masacre’ se le atribuyen más de 100 homicidios que cometió o mandó a cometer en medio de la guerra por las líneas de la droga en la capital del país.
Pero lo aterrador de este hombre, no solo fue la forma en la que se apoderó de toda la ciudad, ni que a la fecha siga fugitivo de la ley, sino que, además, dejó una impronta en la capital por lo sanguinario de su actuar y la espectacularidad con la que transmitía en todas las plataformas digitales las muertes de sus enemigos a manos de sus sicarios o incluso de él mismo.
De ‘Masacre’ a los ‘Aragua’
Masacre’ se encargó de utilizar las redes sociales para evidenciar su poder. Allí grababa y publicaba la forma en la que perseguía, torturaba y asesinaba a sus contrincantes.
Aunque los investigadores pensaron que esta época había terminado, lo cierto es que durante los últimos meses en Bogotá se ha vivido una situación similar que trajo de regreso el recuerdo del paso de ‘Masacre’.
Desde enero de este año y hasta este 5 de septiembre, en Bogotá ya han parecido un total de 27 cuerpos que fueron torturados, empacados en bolsas negras y abandonadas en diferentes puntos de la ciudad. Autoridades dicen que estos muertos son del ‘Tren de Aragua’; otra banda delictiva venezolana que llegó en 2020 a pelear el control de la droga, que para ese entonces era del grupo colombianos ‘los Camilos’.
Pero los escenarios sangrientos parece que se volvieron a apoderar de la ciudad. El 12 de julio, en Patio Bonito, cerca de la reconocida puerta seis de Corabastos, cayó alías Alfredito; una de las cabezas de los ‘Malditos de Aragua’, quien grabó mientras ahorcaba y cortaba a un hombre que luego empacó en bolsas y tiró en la calle. Para los investigadores de la Fiscalía, este desborde de violencia es un legado que dejó ‘Masacre’, “es una impronta de los criminales venezolanos”, señalaron.
“Yeico Masacre hacía una dramatización, en el sentido de que filmaba la persecución y la muerte de los venezolanos (...) el ‘Tren de Aragua’ empieza a aprender técnicas bajo una característica psicológica que es miedo. Ellos lesionan a muerte sin ningún problema y obtienen el elemento. Le tienen miedo a la reacción de las víctimas y por eso usan la exagerada violencia”, señaló un investigador de los casos.
Pero el historial de ‘Masacre’ parece haber calado aún más profundo en la forma de actuar de otros criminales. Tanto así que desde la Fiscalía señalan que “ni el peor sicario colombiano lo podría concebir”.
”Los delincuentes venezolanos trajeron una capa de violencia extrema. Ellos tienen una teatralidad de violencia impresionante, les gusta demostrar su poder (...) fue lo que pasó y es lo que está pasando ahora”, señaló un agente investigador.
Lo cierto es que aunque no se puede establecer que las muertes violentas en Bogotá tengan que ver algo con el episodio de hace cuatro años, lo que sí han advertido los mismos investigadores es que la ciudad podría vivir una época de violencia extrema, “pues las estructuras delictivas colombianas llegarán para recuperar su territorio”.
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