Juan Francisco Alonso, desde Caracas
3 de julio. Los periodistas y demás trabajadores de “El Universal” de Caracas, uno de los diarios más antiguos de Venezuela, se enteran de que los rumores que desde hacía meses corrían sobre la venta de la empresa son verdad.
Al día siguiente, Jesús Abreu Anselmi, ex viceministro de Infraestructura y ex directivo de un banco intervenido en los 90, se presenta ante los empleados y promete tres cosas: que la línea editorial se mantendrá, que la estabilidad laboral está garantizada y que la identidad de los nuevos propietarios se dará a conocer una vez que expiren unas cláusulas de confidencialidad previstas en los acuerdos de compra-venta.
Un mes después, unos 40 articulistas –todos críticos con el Gobierno– han salido de las páginas de opinión. ¿La razón? “El Universal cuenta con un código de ética que proscribe las ofensas personales, el descrédito, las falsas informaciones, las mentiras, el irrespeto y los juicios morales”, fue la explicación oficial que dio el diario.
Sin embargo, a varios de ellos la gerencia los instó a evitar tratar el tema de la compra-venta del diario, lo cual algunos de ellos rechazaron; otros fueron sacados simplemente por ser dirigentes de oposición; y otro porcentaje renunció a seguir escribiendo sin saber quién o quiénes son los nuevos propietarios del matutino.
Simultáneamente, la portada del diario ha dado un giro. Temas que antes ocupaban grandes espacios como la inflación, la escasez de alimentos o la diatriba política, han dado paso a otros menos conflictivos como la sequía provocada por El Niño.
La denuncia de censura que el domingo pasado realizara la caricaturista Rayma Supriani, y el retiro de una información sobre una protesta laboral en una empresa pública, sacaron de nuevo a relucir las dudas sobre las intenciones de la nueva administración. También expuso los temores de que el centenario diario corra la misma suerte que el canal Globovisión, la cadena radial FM Center y los diarios “Últimas Noticias” y “El Mundo”, los cuales fueron adquiridos en el último año y medio presuntamente por allegados al chavismo y casi de inmediato sus líneas editoriales se fueron inclinando a favor del Ejecutivo.
Para Carlos Correa, director de Espacio Público, organización dedicada a la promoción y defensa de la libertad de expresión en Venezuela, la compra de “El Universal” y de los otros medios forma parte de la nueva estrategia del Gobierno para silenciar a las voces disidentes.
“Hay una variación en la estrategia frente a los medios. En un principio se recurrió a los ataques contra periodistas e instalaciones de televisoras, diarios o radios; después se modificaron leyes para sancionar la opinión, y gracias a ello se procesó a algunos periodistas y articulistas y se impusieron cuantiosas multas. Incluso se llegó a cerrar una televisora (RCTV en el 2007), pero ahora se opta por comprarlos y luego cambiar su línea editorial y sacar a periodistas incómodos”, afirmó.
La saliente relatora especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de DD.HH., la colombiana Catalina Botero, aseguró a El Comercio que los efectos de esta estrategia son similares a los de una clausura.
“En muchos países [de la región] hay medios y periodistas críticos e independientes. Lamentablemente en algunos lugares hemos documentado el fuerte acoso jurídico, político y económico al que son sometidos los medios y periodistas críticos. En algunos casos esto ha llevado a que los medios dejen de imprimir o que sean comprados por personas afines a los gobiernos. En estos últimos casos el efecto es similar al cierre: El medio termina convertido en un vocero del régimen, despiden a periodistas críticos y cambian los espacios de opinión por programas de entretenimiento que no perturban el pensamiento oficial”, aseveró Botero.
Correa recomendó a los nuevos dueños aprender de las experiencias de Globovisión o “Últimas Noticias”, donde los cambios editoriales ahuyentaron a sus públicos. “Si la gente que compraba “El Universal” no consigue la información que recibía, entonces se irá a otro medio. Las audiencias están si consiguen lo que buscan, sino lo buscarán en otras partes”.
Solo el día que Rayma Supriani denunció que una de sus caricaturas había sido censurada, 1.800 personas dejaron de seguir al diario en Twitter y las devoluciones del diario impreso ya superan el 10%.
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Foto: AP
SIN NOTICIAS DE LOS DUEÑOSA un mes de la venta de “El Universal”, nadie en el país conoce quiénes son sus nuevos propietarios, ni siquiera sus trabajadores.
No obstante, pocos dudan de que simpatizantes del oficialismo estén detrás, sobre todo luego de que los directivos de Epalisticia –el fondo de inversiones español que, se dijo, compró el diario– informaran que ellos solo eran unos “intermediarios”.
El ex candidato presidencial opositor Henrique Capriles acusó a Maduro de estar detrás de la operación. “El Gobierno Central se ha dedicado a comprar medios con el dinero de la corrupción para callar la voz del pueblo”, aseveró.
Todos estos elementos hacen que no pocos en Venezuela duden de la sinceridad de las palabras que el nuevo presidente del diario dio el pasado 13 de julio, en una entrevista al mismo “El Universal”: “Aquí sostenemos una apertura a la pluralidad de las distintas manifestaciones. No solo seremos críticos del Gobierno, sino de todo aquello que sea necesario criticar”.
El caso de “El Universal” parece no ser el último, pues se asegura que Televen, la segunda televisora privada con mayor audiencia, y el grupo editorial Bloque de Armas también cambiarán de manos en las próximas semanas.