Hay una región del Ártico que resiste los embates del cambio climático.
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Durante un tiempo se pensó que esta zona estaba mayormente protegida del aumento global de la temperatura, pero estudios más recientes muestran que también está bajo amenaza.
Se trata de la conocida como Última Área de Hielo del Ártico (LIA, por sus siglas en inglés), una franja de 1 millón de km2 entre Groenlandia y Canadá.
Su nombre se refiere que tiene la capa de hielo más gruesa y más antigua del Ártico, lo cual, según los modelos predictivos, la convierten en el área que más tiempo permanecerá congelada a medida que el planeta se caliente.
En verano, cuando parte del Ártico pierde su hielo, la LIA permanece congelada.
“Pero en el futuro eso cambiará”, le dice a BBC Mundo Robert Newton, investigador del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty, de la Universidad de Columbia (EE.UU.).
“En los próximos años veremos que durante el verano la capa de hielo de la LIA será cada vez más pequeña”.
Newton es coautor de un reciente estudio sobre el futuro de la LIA.
“Si el hielo que permanece congelado durante todo el año desaparece, se destruirá un ecosistema completo y algo nuevo surgirá”, dice.
Las consecuencias de la reducción de la LIA resultarán devastadoras para las especies de flora y fauna que habitan la zona, pero también impactará a los seres humanos.
¿Qué es la LIA y por qué de ella depende parte del futuro del planeta?
Los vientos y las corrientes oceánicas que van desde Siberia hacia Canadá hacen que en la LIA se apilen capas de hielo, con lo cual se crea un bloque más grueso y duradero.
Un archipiélago que pertenece a Canadá atrapa ese hielo, impidiendo que se filtre hacia el sur y se derrita en el Atlántico, según explica el portal Science News.
Históricamente el grosor de la capa de hielo en el Ártico ha sido de entre 2,5 y 3 metros.
En la LIA, el grosor promedio ha sido de entre 6 y 10 metros.
Pero a medida que el mundo se calienta, el Ártico se calienta cerca de 2,5 veces más rápido que el resto del planeta, indica Newton.
Eso se debe en parte a que calentamiento crea un círculo vicioso.
La superficie blanca del hielo refleja la luz del sol hacia el espacio, lo cual mantiene la superficie fría.
Pero si ese hielo se derrite se acelera el calentamiento, lo cual a su vez derrite más hielo.
Actualmente el promedio del grosor en el Ártico ha caído por debajo de los 1,5 m y en la LIA está cerca de los 4 m.
Durante el verano, la capa de hielo cada vez es menor.
Actualmente ocupa un área que es menos de la mitad de la que ocupaba a principio de la década de los 80, según las investigaciones de Newton.
“La pregunta es qué tan rápido pasaremos de un Ártico con hielo hacia un Ártico sin hielo”, dice el experto.
Para Newton la LIA se enfrenta a dos escenarios.
Uno de ellos es el más optimista, y consiste en que la humanidad deja de emitir grandes cantidades de CO2, o incluso lograr aplicar a gran escala la tecnología que permite extraer el CO2 que ya está en la atmósfera.
“Si logramos estabilizar la temperatura cerca de 2°C por encima de la era preindustrial, la LIA podría tener hielo todo el año”, dice el experto.
Pero también hay un escenario menos optimista.
“Si continuamos al ritmo de producción de carbono de los últimos 50 años, el cálculo es que para la mitad del siglo XXI no habrá cubierta de hielo marino en el Ártico durante el verano, incluyendo la LIA”.
Un reciente informe de la Organización de Naciones Unidas estima que con base en los compromisos actuales de reducción de emisiones de CO2, para 2100 la temperatura en el planeta habrá aumentado 2,7 °C.
Bajo ese escenario, el hielo veraniego del Ártico está condenado a desaparecer.
Aunque el Ártico parece un territorio desolado, lo cierto es que es hogar de una gran cantidad de flora y fauna que depende del hielo para sobrevivir.
Ahí habitan animales muy conocidos como las ballenas beluga, las focas y los osos polares.
Pero también hay un mundo de vida microscópica esencial para el equilibrio del ecosistema.
La capa subacuática del hielo está llena de plancton, crustáceos y peces pequeños.
Todos ellos ocupan un lugar en la cadena alimenticia, y dependen del hielo para vivir y reproducirse.
Newton explica que si el ecosistema polar desaparece, otros animales que no dependen del hielo colonizarán el Ártico.
“Será una nueva ecología, pero tomará mucho tiempo para que se recupere la vida en el Ártico”, dice el investigador.
Pero las consecuencias no son solo para los animales.
Para las comunidades que habitan el Ártico, el hielo es fundamental para conservar sus fuentes de alimento y es parte de su cultura.
“El mundo es un lugar interconectado”, dice Newton.
“Lo que pasa en el Ártico tiene un gran impacto en el resto del planeta”.
En varias partes del mundo han estado ocurriendo más eventos climáticos extremos que hace 20 o 30 años, dice Newton.
Lluvias más fuertes, tormentas más largas, mayores sequías, “estos eventos en parte están relacionados con la pérdida de hielo en el Ártico”.
Actualmente un tercio de la LIA está protegida.
En 2019, Canadá estableció un área de 320.000 km2 en la que no se puede hacer minería, transporte ni otro tipo de desarrollos durante cinco años.
Pero el resto del área está disponible para la explotación minera.
El informe de la Universidad de Columbia advierte que el océano Ártico y sus costas albergan miles de millones de dólares en reservas de petróleo y depósitos minerales como níquel y cobre.
A medida que aumenta la cantidad de agua en el verano, advierten los expertos de Columbia, aumentará la presión para excavar, perforar y abrir corredores de transporte, lo cual llevaría contaminación a la LIA por los posibles derrames de petróleo y el uso de químicos industriales.
Como si todos estos peligros no fueran suficientes, Newton sostiene que la pérdida de la LIA también implicaría también “un costo emocional”.
“Perder el mundo que conocemos tiene un fuerte impacto psicológico”, dice Newton.
“Puede que el Ártico no sea parte de lo que ves al asomarte a la ventana, pero es parte del mundo en el que vivimos”.
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