Que el emirato de Qatar haya decidido hace unos días, y a puertas del inicio del Mundial 2022, prohibir el consumo de cerveza en los estadios solo agregó más desconcierto a los hinchas que han tardado en procesar que la cita deportiva se realice en un país sin arraigo futbolístico, en una época del año diferente, y con múltiples denuncias de violaciones a los derechos humanos.
Los pedidos de boicot se han multiplicado, mientras que algunos jugadores han decidido mostrar su descontento hacia la manera cómo el emirato limita la libertad de las minorías, como la comunidad LGBT.
Sin embargo, algunos consideran que también se trata de una actitud hipócrita, como lo dijo este sábado el propio presidente de la FIFA, Gianni Infantino al hablar de la “doble moral” de los países de Occidente al defender la realización de la cita deportiva en el emirato, pese a que los manejos del organismo rector del fútbol no han sido transparentes ni filantrópicas ni por el bien del deporte.
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“Sí, hay mucha hipocresía”, comenta el doctor Jorge Illa, historiador especialista en Deporte y Política, quien considera, no obstante, que la realización del Mundial en Qatar “es una vergüenza”.
Illa recuerda a El Comercio que tanto la FIFA como el Comité Olímpico Internacional siempre venden la idea de que la celebración de un Mundial o unos Juegos Olímpicos en estos países va a conseguir que sean más tolerantes con la oposición o con las minorías. “Pero eso es mentira, nunca ocurre. Lo hicieron con China, con Rusia y ahora con Qatar”.
Sin embargo, a diferencia de estos dos países, Qatar ha recibido mayores críticas y ha habido una campaña en contra del emirato más consistente.
“Ha habido más crítica porque aparecieron muchas investigaciones sobre los inmigrantes muertos, que estaban en situación de semi esclavitud y que ayudaron a construir los estadios de fútbol. Pero sin querer defender a Qatar, porque creo que este Mundial es una vergüenza, también hay que recordar que ellos le ganaron el Mundial a Inglaterra y Estados Unidos, entonces ha habido una actitud de sacarles todos los trapos sucios, algo que no se hizo con China y Rusia, por ejemplo”, precisa el historiador catalán.
Arabia Saudí, otro reino del Golfo que no es precisamente un ejemplo en derechos humanos, le compró a la Federación Española de Fútbol los derechos para que la final de la Super Copa de España se realice en su país.
Los saudíes, así como los qataríes, han visto los beneficios del ‘sportswashing’, que es la utilización del deporte -sea de parte de un individuo, una corporación o un Estado- para limpiar su reputación.
¿Apenas empiecen los partidos los hinchas se olvidarán de las cuentas pendientes de Qatar? “Creo que, esta vez, las críticas se van a mantener. No sé si al mismo nivel, porque depende de lo que ocurra a nivel deportivo, pero los cuestionamientos no van a desaparecer como ha sucedido otras veces”, sentencia Illa.
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