Camp d’Al-Hol, Syrie [AFP]. “La situación humanitaria es muy mala y no recibimos suficientes ayudas”, se queja Amina Hussein, que vive en el campo de desplazados de Al Hol, en el noreste de Siria, que da cobijo a miles de desplazados, sobre todo familiares de yihadistas del Estado Islámico (EI).
Las condiciones de vida particularmente duras provocaron en 2019 la muerte de 517 personas, 317 de ellas niños, indicó a la AFP Dalal Ismail, responsable de la Media Luna Roja kurda en este campo.
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“La situación es catastrófica”, agregó, explicando que muchos niños, entre ellos extranjeros, “fallecieron durante el invierno” debido al frío, sumado a la carencia de calefacciones correctas.
La desnutrición y la falta de cuidados médicos para los bebés prematuros fueron las principales causas de mortalidad entre los más pequeños de este campo, que está bajo control kurdo.
Al Hol alberga actualmente a unas 68.000 personas que viven en condiciones muy difíciles y dependen totalmente de la ayuda humanitaria.
A este lugar fueron enviados las esposas e hijos de los extranjeros de Estado Islámico tras ser evacuados del último bastión yihadista en Siria, en la provincia de Deir Ezzor, al este, una vez derrotados por las fuerzas kurdas.
Amina Hussein llegó desplazada desde esa región hace un año y medio. La mujer afirma que “durante el invierno la situación es mucho peor, el frío es glacial y la lluvia inunda las tiendas de campaña”.
Su hijo de un año y medio es asmático. “Su estado empeora cuando pongo la calefacción y no tenemos medicamentos”, dice.
En sillas de ruedas o apoyadas en muletas, mujeres cubiertas integralmente por el 'nicab', velo negro que sólo deja descubiertos los ojos, aguardan su turno frente a las clínicas de la Media Luna Roja kurda para recibir atención médica o medicamentos.
Todos los días Zeinab Saleh, una iraquí de 28 años madre de cuatro hijos, intenta incluir el nombre de sus hijos en la lista de espera de la clínica para ser recibidos por un médico, pero no lo ha conseguido aún debido al gran número de pacientes.
“Admiten unos 50 pacientes por día. Esperamos desde las seis de la mañana hasta las 9 de la noche y no hemos conseguido que nuestros nombres sean incluidos. Tendremos que volver”, dice.
“No basta”
La ayuda suministrada por las agencias de la ONU y ONGs internacionales a estos campos “no bastan”, dijo a la AFP el responsable de la comunicación de Al Hol, Jaber Sayed Mostafa.
El responsable señaló “las grandes dificultades desde el punto de vista médico, debido a la falta de tratamientos”.
“Las cajas de comida tampoco bastan. Y hay familias que necesitan una tienda de campaña o deben cambiar la suya” porque está demasiado usada, dijo.
Con el fusil al hombro, los milicianos de las fuerzas de seguridad kurdas patrullan en el campo y escoltan a menudo a extranjeras que salen de la zona que les está reservada. Las mujeres extranjeras y sus hijos, familiares de yihadistas del Estado Islámico, viven en una zona apartada del campo y con mayores medidas de seguridad.
Las madres se precipitan ante los puestos de los vendedores de verduras, conservas, ropa e incluso juguetes para intentar comprar algo y completar las ayudas que reciben.
“Nos han dado tres mantas pero eso no basta”, dice Saleh. “Hace dos meses que pido una tienda, pero no lo he conseguido”, lamenta.
En total, unos 12.000 extranjeros, 4.000 mujeres y 8.000 niños, están instalados en tres campos de desplazados en el noreste de Siria, el más grande de ellos el de Al Hol, según cifras de las autoridades kurdas.
Y la situación corre el riesgo de agravarse: una resolución del Consejo de seguridad de la ONU que extendía la ayuda humanitaria transfronteriza concedida a Siria, ha suprimido un cruce que permitía que esta ayuda llegara directamente al territorio kurdo desde Irak.
Las autoridades kurdas advirtieron de que la supresión de este cruce, llamado Al-Yarubiyah, corría el riesgo de agravar la escasez de medicamientos y de disminuir entre “un 60 y un 70%” la assitencia médica aportada al campo de Al Hol.